lunes, 10 de marzo de 2014

UNA SOCIEDAD OBRERA Y SU AUTOESCUELA

La escuela de chauffeurs de la “La Unión de Cocheros"


En la primera década del siglo XX, en la mayoría de las organizaciones patronales y  en algunas sociedades obreras, existía poco interés, por no decir ninguno, por la formación profesional de los obreros. Debido a ello, algunos sindicatos y asociaciones de trabajadores de signo socialista empiezan a preocuparse y solicitan del Estado una mayor atención a la formación profesional. Creyendo que esto no es suficiente toman la iniciativa y empiezan a organizar pequeñas escuelas para la formación profesional de sus propios militantes. Se instalan, generalmente, en las populares casas del pueblo.

Se dice que la  “joya de la corona” de estos centros obreros fue, sin lugar a dudas, la Casa del Pueblo de Madrid, que estuvo situada en el numero 2 de la madrileña calle Piamonte, dando sus fachadas a las calles de Góngora y Gravina. Se la conocía como “El Palacio del Pueblo” o “Palacio de los Obreros”. Antes de  convertirse en la Casa del Pueblo de Madrid había sido un suntuoso e histórico palacio, con su huerta y su jardín. El día 2 de julio de 1907, se firma, ante el notario la escritura de compra-venta; en esta fecha era propietario del palacio don Jaime Roca de Togores, decimoséptimo  Duque de Béjar. Cuando los obreros madrileños inauguraron la Casa del Pueblo se dijo de ellos que se estaban aburguesando al procurarse una propiedad. Vaya sorpresa que se iban a llevar estos críticos cuando llegaran a enterarse que también se compraría un automóvil.

Después de un año de reformas, en las que se llegan a invertir casi tanto dinero como en la compra (300.000 pesetas), se inaugura el Centro, el sábado 28 de septiembre de 1908. Sería en este Centro Obrero donde, dos años más tarde, empieza a funcionar  una Escuela de Chóferes. ¿Fue esta la primera autoescuela de Madrid?

Los cocheros madrileños, en la primera década del siglo XX, ya están convencidos del auge que, en Madrid, va teniendo el uso de los automóviles. Son conscientes de que  estos artefactos van a herir de muerte a su oficio. Sus dirigentes tienen visión de futuro e intuyen que la solución está en adelantarse y evolucionar a la par del progreso; por este motivo, se ponen a trabajar para fundar una Escuela Práctica de Conductores de Automóviles. ¡Había llegado la hora de la reconversión de los cocheros de Madrid!

Para llevar a buen fin la iniciativa, “La Sociedad La Unión de Cocheros” nombra una comisión organizadora para la nueva Escuela. Ésta la componen:  D. Eduardo Álvarez, D. Joaquín Villar, D. Baltasar de Sanrigoberto y D. Miguel González. Tienen  la misión, en plazo relativamente breve, de poner a todos los cocheros socios de la Unión en condiciones de manejar un automóvil con la misma pericia que hasta el momento vienen guiando un tronco de briosos caballos por las intrincadas calles de la Villa.

La idea no surge de un día para otro, sino que se viene gestando de  tiempo atrás, casi desde 1906,  pero como la sociedad no recibe ningún tipo de ayuda oficial para tal menester se ha venido retrasando hasta que se ha podido comprar un  primer automóvil de 24 caballos poco menos que inservible y que les ha costado 500 pesetas más 1.750 que se han  gastado en arreglarlo hasta poder dejarlo en condiciones de servir para la enseñanza. Los comisionados confían en que sus consocios sabrán sacar partido del esfuerzo de la sociedad.

La Escuela se pone en marcha en los primeros días del mes de marzo de 1910 y perdura hasta 1913. La prensa del momento se hizo eco de la inauguración de esta primera Escuela práctica para futuros conductores de automóviles. Era una noticia digna de ser aireada y, en el acto de inauguración, se puso de  relieve la trascendencia que para los cocheros significaba la creación  de esta Escuela. Todos los asistentes hicieron votos para que en corto espacio de tiempo hubiera un buen plantel de cocheros-chauffeurs en Madrid.

 La Unión de Cocheros, de la que dependía esta Escuela, era una Sociedad de Obreros con empuje, imaginación e iniciativa. Tiempo  mas tarde de la puesta en marcha de la Escuela se embarca en otra empresa que, en definitiva, también redundaría en beneficio para sus asociados. Fue la compra de la sociedad González Gómez y Compañía, que, en el ramo de coches y automóviles, era, en esa época, la primera empresa de Madrid y quizás la primera de España.. 



Esta Sociedad era dueña de carruajes, caballos, guarniciones, libreas y demás útiles y efectos, así como de lo coches y accesorios dedicados a la industria de alquiladores de carruajes de lujo. También lo era de la maquinaria, herramientas, útiles, material de taller para reparación y de la concesión de la casa de automóviles.

 La Sociedad de Obreros La Unión de Cocheros de Madrid, después de largas negociaciones, entró a formar parte de la titularidad, dirección y gestión de la citada empresa. El capital que los obreros debían de amortizar y que saldría del esfuerzo de su trabajo se tasó en dos millones y medio de pesetas. Dos años después algunos asociados pretendieron dirimir en un Juzgado de Madrid algunas cuestiones contra su Junta directiva. Los desacuerdos entre asociados y dirigentes suelen dirimirse con frecuencia en los juzgados; siempre han pasado y seguirán pasando.




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