viernes, 24 de marzo de 2017

EL AUTOMÓVIL, EL AUTOMOVILISTA Y SUS CONSECUENCIAS…

“Diccionario humorístico del automóvil”
(II)

Para solaz de los sufridos profesores de autoescuela he aquí otro término del susodicho diccionario. En este caso, referido al alumno de autoescuela. 


ALUMNO (De Auto-Escuela). — La mayor parte de cuantos pretenden hacerse con el permiso de conducir, acuden a las Auto-Escuelas, las cuales, previo el pago de una cuota que es muy elevada (punto de vista de pagano) o muy modesta y tendrá que procederse urgentemente a su reajuste (punto de vista del propietario de la Auto-Escuela, lo que viene a demostrar, una vez más aquello del color del cristal con que se mira» de Campoamor o la teoría esa tan conocida como incomprendida de la relatividad del señor Einstein) reciben un cursillo de conducción y durante el mismo, como natural consecuencia, son alumnos por parte de la Escuela.

Según el punto de vista de los Instructores que intentan enseñarles a aprobar (los verbos «aprobar» y conducir» se conjugan muy diferentemente), los alumnos reciben denominaciones muy diversas:
Clasificación de acuerdo con sus cualidades: a) Alumno inteligente y b) Calamidad pública.

a) Alumno inteligente: La inteligencia del cursillista, para el Instructor, es una inteligencia muy «sui géneris» que nada tiene que ver con la facultad de conocer y comprender. Aunque el alumno fuera un retrasado mental, con menos materia gris que un topo, será proclamado inteligente por el probo Instructor en relación a sus condiciones de altruismo y mecenazgo. De tal modo, que el alumno que sepa reconocer los sacrificios de su mentor y recompensarlos larga y continuamente, puede llegar a alcanzar el título «cum laude» aunque luego, en el examen, la cucurbitácea sea de tamaño natural.

b) Calamidad pública. Se designa así a todo alumno que, aunque sea un lince y asimile la enseñanza a la primera de cambio y sepa distinguir el freno del embrague antes de que se lo digan, no sabe comprender ni recompensar los desvelos del Instructor.

Esta clasificación es la única que importa al sufrido «profe» y las demás que se asignan a los alumnos son de orden interior, afectando exclusivamente a los del grupo b), que reciben las siguientes subclasíficaciones:

Fósil del Mioceno: Alumno entrado en años.

Dinosaurios: Alumnos pesados y adiposos.

Hijos del papi: Niños petimetres y niñas cursis «que ya lo saben todo» y todo lo rompen.

Garrapatas: Tipos que se pasan el curso preguntando: cómo, qué, cuándo y por qué a cada minuto.

Fanfas: Los que «están cansados de manipular un auto» y le dicen al Instructor cómo debe hacerse. Suelen suspender casi todos.

Neuras: Señoras nerviosas a las que sus esposos envían a un curso de conducción con la sana idea de buscarles ocupación durante unas semanas dentro de un coche, primero, y en una clínica después, si hay un poco de suerte.

La clasificación de las señoritas, señoras y viudas de buen ver, es infinita dependiendo del grado de deformación del Instructor y de la distancia que las mismas impongan.-