“Diccionario humorístico del automóvil”
(II)
ALUMNO (De Auto-Escuela). — La
mayor parte de cuantos pretenden hacerse con el permiso de conducir, acuden a
las Auto-Escuelas, las cuales, previo el pago de una cuota que es muy elevada
(punto de vista de pagano) o muy modesta y tendrá que procederse urgentemente a
su reajuste (punto de vista del propietario de la Auto-Escuela, lo que viene a
demostrar, una vez más aquello del color del cristal con que se mira» de Campoamor
o la teoría esa tan conocida como incomprendida de la relatividad del señor
Einstein) reciben un cursillo de conducción y durante el mismo, como natural
consecuencia, son alumnos por parte de la Escuela.
Según el punto de vista de los
Instructores que intentan enseñarles a aprobar (los verbos «aprobar» y conducir»
se conjugan muy diferentemente), los alumnos reciben denominaciones muy
diversas:
Clasificación de acuerdo con sus
cualidades: a) Alumno inteligente y b) Calamidad pública.
a) Alumno inteligente: La inteligencia
del cursillista, para el Instructor, es una inteligencia muy «sui géneris» que
nada tiene que ver con la facultad de conocer y comprender. Aunque el alumno
fuera un retrasado mental, con menos materia gris que un topo, será proclamado
inteligente por el probo Instructor en relación a sus condiciones de altruismo
y mecenazgo. De tal modo, que el alumno que sepa reconocer los sacrificios de su
mentor y recompensarlos larga y continuamente, puede llegar a alcanzar el
título «cum laude» aunque luego, en el examen, la cucurbitácea sea de tamaño
natural.
b) Calamidad pública. Se designa así a
todo alumno que, aunque sea un lince y asimile la enseñanza a la primera de
cambio y sepa distinguir el freno del embrague antes de que se lo digan, no
sabe comprender ni recompensar los desvelos del Instructor.
Esta clasificación es la única que
importa al sufrido «profe» y las demás que se asignan a los alumnos son de
orden interior, afectando exclusivamente a los del grupo b), que reciben las
siguientes subclasíficaciones:
Fósil del Mioceno: Alumno entrado en años.
Dinosaurios: Alumnos pesados y adiposos.
Hijos del papi: Niños petimetres y niñas cursis «que ya lo saben todo» y todo
lo rompen.
Garrapatas: Tipos que se pasan el curso preguntando: cómo, qué, cuándo y
por qué a cada minuto.
Fanfas: Los que «están cansados de manipular un auto» y le dicen al
Instructor cómo debe hacerse. Suelen suspender casi todos.
Neuras: Señoras nerviosas a las que sus esposos envían a un curso de
conducción con la sana idea de buscarles ocupación durante unas semanas dentro
de un coche, primero, y en una clínica después, si hay un poco de suerte.
La clasificación de las señoritas,
señoras y viudas de buen ver, es infinita dependiendo del grado de deformación
del Instructor y de la distancia que las mismas impongan.-