CAPACITACIÓN
Y/O EDUCACIÓN DEL PRECONDUCTOR/A
Alguien está confundido…
Capacitar, instruir, formar, educar.
No es necesario haber leído grandes tratados de
pedagogía para saber que los sustantivos
que se derivan de estos verbos tienen significados diferentes, aunque, a
veces, sean tan sutiles que puedan
confundir.
Una persona involucrada en esta polémica ha dicho: cualquier enseñanza y aprendizaje es
educativo. Enseñar y aprender a fabricar artefactos explosivos para atentar
contra la vida, ¿es educativo?
Creo que sería más acertado decir que todo proceso
educativo es formativo, pero no todo proceso formativo es educativo.
Hay otro tipo de
confusiones que se publican, no sé si de manara interesada para aumentar el barullo o como consecuencia
del desconocimiento de algún periodista. Una muestra más que ayuda a confundir
son los siguientes titulares de diferentes periódicos digitales:
- La DGT
pierde la primera batalla: las clases teóricas del carnet de conducir se podrán
dar desde casa
-Varapalo a la DGT:
Puedes sacarte el carné de conducir sin pasar por la autoescuela
Habría
que decirle al autor del primer que las
clases “teóricas” se pueden dar, no desde ahora sino desde hace muchísimos
años, en su casa, en la mía, en la playa, en la montaña y hasta no darlas en
ninguna parte y al autor del segundo que muchos españoles se han sacado el
permiso de conducir, desde hace años, sin pasar por la autoescuela. Hace
muchas décadas que en España existe la enseñanza libre para sacarse el permiso de
conducir. Por la lectura de del texto que sigue a sendos titulares, sabemos que
se están refiriendo a la iniciativa de la DGT sobre el curso de sensibilización,
pero quien lea solo el titular se irá a casa confundido y desconcertado.
La capacitación para pre-conductores es una de las medidas básicas
destinadas a reducir la participación de los jóvenes en los accidentes graves
de tráfico al comienzo de su actividad como conductores.
Autores como Senserrick y Haworth (2005) definen la capacitación para
conductores como cualquier tipo de esfuerzo mediante la enseñanza y el
aprendizaje destinados a aumentar los conocimientos, las habilidades y las
destrezas de los conductores en el tráfico de manera que mejoren la seguridad.
Se podría afirmar que la
diferencia entre la educación del
pre-conductor y la capacitación del pre-conductor es bastante sutil pero tiene sus
diferencias. Mientras que la capacitación se dirige predominantemente a los conocimientos, las destrezas y aptitudes,
la educación trata mejorar las actitudes y la disposición a ser un conductor seguro y
responsable mediante comportamientos
adecuados.
Durante el tiempo (la mayor parte de mi vida laboral)
que me he dedicado a la formación de conductores, lo he hecho desde el
convencimiento de que cualquier
actividad relacionada con la seguridad vial solo dará resultados positivos si
se actúa sobre tres ejes: el saber que
hay que hacer, el saber como hacerlo y el querer hacerlo.
Creo que lo más difícil de transmitir, poner en
práctica y conseguir buenos resultados
es todo aquello que pivota sobre el tercer eje. Un joven, por ejemplo, no hace
el stop, no porque no sepa el significado de la señal R-2, ni tampoco porque no
sepa como hacerlo, sino porque, por algún motivo que se nos escapa, no quiere
hacerlo. Podríamos poner infinidad de ejemplos.
Las autoescuelas
tradicionales, no solo las de España sino las de la mayoría de países de la UE han seguido el
siguiente aserto: no se enseña lo que no es evaluado. Y los contenidos del tercer eje como las actitudes, las ideas,
las creencias, las emociones, la solidaridad con los más vulnerable, los
factores de riesgo, las medidas preventivas (de esto último se daba
información, pero es insuficiente), etc., como no se evalúan, no se han trabajado.
Y lo cierto y verdad es que debido a ello ha habido un déficit en la formación de conductores y conductoras
en todo aquello que desde nuestra
modesta opinión se mueve en torno a ese susodicho tercer eje.
No se trata, en este curso presencial, de
incrementar los conocimientos, las destrezas o las aptitudes. Se trata de
subsanar ese déficit que viene arrastrando la formación tradicional
intentando incrementar la sensibilización
de los conductores sobre los riesgos de la circulación vial. Y la manera más
eficaz de conseguirlo, mientras no se demuestre lo contrario, es la “educación presencial”.
La autoridad de competencia no lo ve así, y cree que la
presencialidad es una restricción injustificada que no contribuye al fomento de
la competencia de los mercados. (¿?)
Sobre la exigencia de que la
formación (yo hubiera dicho educación) sea presencial, la consejera que
formula su voto particular dice: (…) tiene un efecto negativo sobre la competencia
en el sector, en la medida en que con ella se favorecen los modelos de negocio
presenciales respecto de los modelos on
line en este momento existentes.
La nueva exigencia
genera por tanto discriminación de unos modelos de negocio respecto de otros. Además, la presencialidad supone
necesariamente un encarecimiento de los costes para los estudiantes que de un
modo u otro se repercutirá en el costo del producto final. Las autoescuelas han repetido una y otra vez
que no tiene por qué ser así y que no será así.
Y sigue diciendo:
-
Sin embargo no puede considerarse acreditado que la presencialidad
sea necesaria para alcanzar el objetivo de protección de la seguridad
vial.
-
Las referencias que se recogen en la MAIN al contacto directo entre profesor y
alumno como instrumento facilitador de la expresión corporal de sensaciones y
de intercambio de opiniones pueden no ser cuestionables. Sí lo es sin embargo,
en opinión de esta consejera, que tal manera de interacción sea imprescindible
(necesaria) para alcanzar los adecuados niveles de protección de la
seguridad vial. Tal afirmación sería equivalente a asumir que los cauces no
presenciales de formación no sean adecuados para alcanzar el objetivo
pretendido lo cual ha sido rebatido por la academia y resulta contrario precisamente
a los avances de la digitalización en la enseñanza no solo de conocimientos
sino de aptitudes y capacidades.
Y para reforzar esta argumentación nos remite a los
diferentes Organismos y Entidades que imparten cursos on-line sobre seguridad
vial.
Con todo respeto, me parece una argumentación bastante
pobre, por no decir otra cosa que me la guardo por respeto. Los cursos a los
que nos remite y el que propone la DGT de 8 horas no tienen nada en común. Los
objetivos específicos, los contenidos, los
destinatarios, la temporalidad son diferentes.
No seré yo quien ponga en duda la utilidad de las
tecnologías digitales para que sean integradas en las estrategias de enseñanza
y formación y en los procesos de aprendizaje. Pero sí me parece que para el
tipo de educación (que no de capacitación, ni de instrucción ni de formación)
del que se viene hablando lo más adecuado es la presencialidad y el contacto
directo de los educandos con sus iguales, con el profesor educador y con las
víctimas de la violencia vial.
Como el informe no es vinculante, yo espero que el
señor Director General de Tráfico y su equipo sigan adelante por el bien de la
seguridad vial.
Por qué no montan un curso presencial las escuelas digitales y
que el coste esté incluido en la enseñanza teórica o en la matricula como creo
que harán (lo espero y lo deseo) las autoescuelas tradicionales, y así no habrá
un sobrecoste y los alumnos (clientes) no salen perjudicados.
¡Todo sea por la seguridad vial y no tanto por el
negocio!