Fue presentada el pasado 24 de enero por el
Grupo Popular en el Congreso para su debate en la Comisión
de Seguridad Vial y Movilidad Sostenible.
Proposición
no de Ley
«El Congreso de los Diputados insta al
Gobierno a difundir una campaña de información, en colaboración con todos los
agentes implicados, que permita a los usuarios conocer aquellos errores más
comunes que pueden dar lugar a un siniestro en la vía pública.»
En la exposición
de motivos se dice algo de sobra conocido: “Los accidentes de
tráfico en las carreteras o ciudades españolas son una de las principales
causas de muerte no natural en nuestro país”.
Durante el 2016, según el último balance de
siniestralidad vial, se produjeron el pasado año 1.038 accidentes mortales en
vías interurbanas en los que fallecieron 1.160 personas y otras 5.067
necesitaron hospitalización como consecuencia de las heridas sufridas.
Estas cifras suponen aumentos del 1,4% en accidentes mortales; 2,6% en el número de
fallecidos y 4,3 % en heridos
hospitalizados respecto del Balance el año 2015.Son incrementos muy considerables.
Todos sabemos que no todos los factores de riesgo inciden con la misma intensidad en la
siniestralidad. También se sabe y se acepta que es el factor humano el
responsable de más del 70% de los accidentes de tráfico.
Y no
es menos cierto que se ha avanzado mucho en materia de innovaciones técnicas
aplicadas al campo de la seguridad del vehículo y que ha mejorado mucho la red
de carreteras, autopistas y autovías. Sin embargo, los errores humanos que
determinan una alta tasa de siniestralidad, en numerosas ocasiones, son los
grandes desconocidos.
Se sigue diciendo que uno de
los principales problemas al que nos enfrentamos a la hora de abordar este tipo
de accidentes es la idea de inevitabilidad que los rodea. Ha imperado la falsa idea de asociar los accidentes a lo imprevisible,
a lo inevitable con la carga de resignación que esto conlleva, siendo éste un
concepto de fatalidad que dificulta mucho la mejora en su prevención.
Aquellos
que se dedican a formar conductores saben que la tarea de conducir es una tarea
compleja puesto que el conductor ha de ir, constantemente, haciendo ajustes a
la trayectoria que recorre su vehículo. Para ello necesita captar, identificar
e interpretar informaciones, analizarlas y, en base a ello, prevenir y tomar
decisiones para llevarlas a la practica en un conjunto de acciones ejecutadas
correctamente. Queda patente que la tarea de la conducción no es una tarea
simple, sino una tarea bastante compleja. Del factor humano dependen todas las decisiones que se toman antes y durante
la conducción.
El Grupo Parlamentario
Popular en el Congreso cree que es necesario analizar, estar al día y dar a
conocer cuáles son los principales despistes o errores y por qué se cometen.
Las autoridades tienen
la responsabilidad de evaluar, con los datos de las reconstrucciones de
accidentes, la enorme cantidad de accidentes que se saldan con que el responsable
del mismo es el conductor de alguno de los vehículos implicados.
Siendo el error humano
un factor importante en la siniestralidad, conviene hacer cuantos esfuerzos
sean posibles para concienciar a los conductores, de forma preventiva, de las
consecuencias que un error humano puede tener en el origen de un accidente en
carretera.
Estos son algunos de
los motivos por los que han decidido presentar esta Proposición no de Ley.
Esperemos en pro de la seguridad vial que tenga buena acogida aunque no estaría mal, pero que nada mal, que se presentara una Proposición no de Ley para
mejorar el proceso enseñanza-aprendizaje en la fase inicial de de la formación del
conductor.
Siempre hemos entendido
que educar en la
autoescuela es analizar las normas de circulación para comprenderlas mejor y poder
aplicarlas con la intención de erradicar la inseguridad vial; educar en la
autoescuela es formar un estado de conciencia en el futuro conductor para que
asuma el aspecto social de la conducción y aprenda a compartir espacios.
Aprender a conducir, no lo olvidemos, es también una forma de aprender a vivir
en sociedad.
En la exposición de motivos de la Ley en
la que se regula el permiso de conducir por puntos se dice:
(…)En primer lugar, su carácter eminentemente reeducador al configurar
el cauce adecuado para modificar aquellos comportamientos, mediante la
realización de cursos de sensibilización y reeducación
vial de los conductores multirreincidentes, con el objetivo esencial de
modificar los comportamientos infractores, (…)
Esta voluntad
reeducadora se va a llevar a cabo, esencialmente, con un claro objetivo de
sensibilización y permanente llamada de atención sobre las gravísimas consecuencias
que, para la seguridad vial y para la vida de las personas, tienen los
comportamientos reincidentes en la inobservancia de las normas que regulan (…).
Si es obligatorio un
curso presencial de reeducación para recuperar puntos para el permiso de
conducir, no entendemos como no lo es también para la formación inicial, es decir,
cuando se trata de obtener el permiso por
primera vez. Si se educara primero, siendo obligatorio un curso presencial como
lo es para recuperar puntos, quizá no sería necesario reeducar a más de 50.000
conductores que cada año vienen asistiendo a estos curos.
Por cierto, nunca
hemos entendido bien por qué se han utilizado términos como “reeducar”,
“reeducadora”, “reeducador” o “reeducación”, si con anterioridad no ha existido
de manera obligatoria una acción educadora.
Muchos han sido, y
puedo dar fe de ello, que han negado que en la autoescuela se pudiera educar.
Algunos lo han negado ocupando puestos en la Administración de cierta
importancia y relacionados con la formación del conductor y otros lo han hecho ocupando puestos como representantes
de las propias autoescuelas. Sin embargo cuando llegó el permiso de conducir
por puntos, estos mismos representantes no dudaron en aceptar que muchos conductores
debían de acudir a la autoescuela para ser “reeducados” y ofrecieron (por
supuesto con todo el derecho del mundo) su propias autoescuelas para gestionarlas
como centros de medidas reeducadoras para conductores infractores. Donde no se podía educar, ahora se puede “reeducar”.
Paradojas del factor humano… ¿verdad?