El “Servei Català de Trànsit” parece que tiene la intención de crear un
sello de calidad para la autoescuelas
catalanas. Se trataría de una identificación para aquella autoescuela que siga los procedimientos adecuados
para una formación y educación vial fundamentada en la reducción de los
accidentes.
La calidad para la
concesión de este sello diferenciador se refiere
a los resultados de seguridad adquiridos y asumidos por los aspirantes al
permiso de conducir explicitados como intenciones y compromisos de
comportamientos seguros y duraderos, así como de reducción de sanciones y
accidentes legalmente responsables.
También se contemplan los procesos que
intervienen en la obtención de estos resultados. De hecho la interrelación
entre procesos y productos de calidad está íntimamente ligada: las
actividades dicen qué resultados se
pueden esperar y los resultados señalan
como se pueden mantener y mejorar las
actividades.
Las autoescuelas de calidad son imprescindibles para formar conductores y conductoras que, a lo largo
de su vida, contribuyan a que ni ellos ni ninguno de los otros usuarios de la
vía sufran accidente mortal alguno.
La formación inicial actual de los
conductores, aun siendo correcta, no es suficiente. Se fundamenta esencialmente
en el conocimiento teórico de las normas de circulación y de las destrezas motoras
necesarias para el correcto manejo del vehículo. Esta formación carece de la
integración de los factores de riesgo y medidas preventivas de manera global y
personal, la adquisición de costumbres y hábitos de conducción segura y la adquisición de valores
y emociones sobre el valor y el respecto a la vida expresada en el hecho de la
conducción. Una mejora de la formación inicial de los conductores,
mediante la implantación en las autoescuelas de programas basados en el cambio
de actitudes permitiría avanzar en la conducción segura de los conductores
noveles y transformar la zona de edad de riesgo de los jóvenes en una franja de conductores seguros.
El
“conceller” Espadaler, según ha manifestado, está convencido de que la educación vial es clave para
seguir reduciendo la siniestralidad y responsables del Servei Català
de Trànsit piensan que la implantación de este sello aumentaría el nivel de
exigencia de aquella autoescuela que aspirase a obtenerlo y, en consecuencia,
mejoraría el proceso de formación inicial.
Esperemos que esta innovación sea conceptual y de
procedimientos y no de costosos materiales. Las autoescuelas no están, precisamente
en estos momentos, para grandes dispendios.
Si el resultado es la mejora de la seguridad vial y la reducción
de los accidentes de tráfico y sus consecuencias vale la pena intentarlo. A lo
largo de su historia, la autoescuela siempre ha estado dispuesta a cualquier
innovación que pueda mejorar la seguridad vial mediante el proceso de formación
y educación de los aspirantes a conductores.