LOS VEHÍCULOS AUTÓNOMOS TAMBIÉN
DEBERÍAN IR A LA AUTOESCUELA
La irrupción de de coches y vehículos de reparto autónomos en nuestras carreteras y
zonas urbanas representa una realidad cada vez más cercana. Más allá de la
discusión habitual sobre la toma de decisiones desde un punto de vista
ético, debemos preguntarnos si estás máquinas son fiables y confiables de cara
a su convivencia con las personas.
En nuestro día a día interaccionamos con vehículos en
zonas urbanas o interurbanas a todas horas. No nos preguntarnos quién está
detrás del volante, si el coche respetará el semáforo que estamos a punto de
cruzar, si el autobús se subirá a la acera provocando un accidente, o si la
motocicleta atropellará a aquel peatón que no cruza por el lugar indicado. Suponemos
que todos estos vehículos son conducidos por alguien con capacidad para
hacerlo, pues es una persona que ha sido entrenada y evaluada en un examen.
Sin embargo,
cuando el concepto de autonomía en la conducción se aplica a una máquina, nos
asaltan dudas de todo tipo. ¿Tiene una máquina derecho y responsabilidad con esa
autonomía? ¿Nos atropellará por algún motivo accesorio a nuestro
comportamiento? ¿Interpretará adecuadamente nuestro comportamiento como
conductores?
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