El repunte de los fallecidos en
accidentes de circulación ha ocasionado que la DGT crea necesario realizar una
profunda reforma en la Ley de Tráfico y Seguridad Vial. Entre las medidas más
importantes cabe destacar: una posible disminución de la velocidad máxima en
las carreteras secundarias, renovación del sistema por puntos y una mayor exigencia
en los exámenes para la obtención del permiso de de conducir. El objetivo de esta
última medida es lograr una mayor concienciación y mejor preparación de los conductores.
Cuando la evaluación es externa al
Centro, caso de los exámenes de conducir, todos los profesores, los que son y
los que hemos sido, piensan en aquel
viejo aforismo: “dime como examinas y te diré como enseñaré”.
Desde que se exige permiso de
conducir, la preparación de los conductores y conductoras de los países de
nuestro entorno se ha adaptado a las exigencias de los exámenes establecidos.
Conductores, conciudadanos
nuestros, que obtuvieron el permiso de conducir con 18 o 20 años allá por los
inicios de la decada de los sesenta del siglo pasado, recordarán aquellos
exámenes de teórica y de práctica, inconcebibles hoy, en el 2018. (Algún día
les contaré cómo eran aquellos exámenes)
A pesar de que aún quedan varios
procesos hasta la aprobación definitiva de la reforma, el borrador deja abierta
la puerta para que se pueda obligar a realizar un mínimo de clases en
una autoescuela para asegurar una mejor preparación, evitar tanto
suspenso y reducir los accidentes.
El 60% de los
alumnos aprueban el teórico, pero un 52% no supera el examen práctico, una
situación que colapsa, según la DGT, el
ritmo de algunos centros de exámenes.
De lo poco que ha trascendido de
los cambios que pueden llegar para el examen de conducir, la prensa destaca, teniendo
en cuenta que el texto definitivo aún no se ha presentado, los siguientes:
-
Se incorporarán nuevas materias. La conducción
nocturna podría ser una de ellas
- Obligación de asistir
a las clases en autoescuela. Los aspirantes no podrán someterse
a examen sin haber asistido antes a un ciclo de clases en la autoescuela. El objetivo de la DGT — muy acertado según
nuestro entender — es evitar «la avalancha de alumnos sin preparar que
se presentan actualmente y que están colapsando las jefaturas».
- Los alumnos
aprenderán a utilizar los navegadores. El GPS será utilizado para
seguir el recorrido del examen.
- Se introducirá nuevo
material, incluidos vídeos. Una de las pruebas podría
consistir en proyectar una película con un problema de tráfico y que los
aspirantes redacten la solución a ese imprevisto. Los exámenes de tipo test
tienen los días contados.
-
Se ofrecerá al aspirante un curso previo de
concienciación sobre los riesgos al volante. Si ya se exige para le recuperación del permiso por puntos, ¿por qué no
para la obtención? Es obvio que antes que reeducar hay que educar.
El conductor que se “salta” un STOP y que conduce a más velocidad de la
permitida no lo hace porque desconozca la norma, sino porque tiene una actitud negativa hacia la seguridad vial,
hacia los demás y hacia el mismo. Si es importante conocer la norma y
dominar el vehículo, no lo es menos un cambio de actitudes y una mayor
percepción del riesgo en el conductor novel. Es necesario potenciar las
actitudes positivas hacia la seguridad vial y erradicar los comportamientos de
riego en la conducción. Y esto no se
adquiere ni se consigue en ninguna autoescuela virtual por muchas y novedosas aplicaciones
de software que se inventen para ser instaladas en móviles o tablets para aprobar la teórica sin asistir a clases presenciales.