jueves, 4 de enero de 2018

EN DEFENSA DE LOS PROFESORES DE AUTOESCUELA ALLÁ POR EL AÑO 1986

Otro año que se ha ido, otro que ha llegado. Secuencia infalible e inexorable. Un año más que nos ha robado ese ladrón, que siempre se nos escapa, llamado tiempo. ¿Cuántos años más nos llegará a mangar? Esperemos que aún tarde tiempo en encontrar todas nuestras reservas de años de vida, cada día más exiguas. Por eso deberíamos  aprender a rentabilizarlas y aumentarlas.


Todos sabemos que hay que hacer buen uso de cualquier bien escaso, y el tiempo, para aquellos que llevamos a nuestras espaldas algunos telediarios, es ya escaso, insustituible e irrecuperable.


He querido empezar el nuevo año utilizando una carta escrita por Rafael Más Pascual, cuando ejercía la representación de la mayoría de las autoescuelas catalanas, publicada por la Vanguardia allá por 1986.

Con la perspectiva que nos dan los años cumplidos, no me podrán negar que, al dïia de hoy, siguen vigentes, casi en su totalidad, los principios que defiende Rafael Más en esta carta. ¿Quién diría que fue escrita hace ya más de tres décadas? Sin embargo, así es y así pensábamos muchos profesionales de la formación del conductor por aquellos años.

El año 86 del siglo pasado fue un año de movidas en las autoescuelas. Hubo algunos acontecimientos que, a mi entender, quizá merezcan ser reseñados.

Habían transcurrido dos años escasos desde que la DGT elaboró su último reglamento para las autoescuelas y estas seguían en pie de guerra. La mayoría del sector lo consideró negativo desde un principio. Alegaban que se había hecho unilateralmente, sin consultar al sector. 

Según se decía perjudicaba a las autoescuelas, ya de por sí en crisis por la falta de alumnos y el elevado número de centros que se estaban abriendo.

La Federación Nacional de Autoescuelas, cuyo acrónimo era FENAE, organizó el “III Congreso Nacional de Autoescuelas”. (Un día de estos escribiremos un post con las conclusiones del mismo)

 A pocos días de este congreso se celebró otro, promovido por la DGT. Era el “I Congreso de la Enseñanza de la Conducción. 

Lamentablemente fue el primero y el último. El sector oficialista  representativo de las autoescuelas (FENAE) fue muy crítico con este congreso. Intentaron desacreditarlo, calificándolo de “reunión de funcionarios”. Personalmente nunca entendí el por qué. El coordinador del congreso, que años después fue Director General de Tráfico, lo rebatió enseguida con cifras de asistencia. A las sesiones habían asistido 148 funcionarios y 1.623 profesionales de autoescuelas, incluyendo como tales a directores (yo era uno de aquellos), profesores y empresarios.


Aquel año, algunas asociaciones provinciales de autoescuelas andaban a la greña con la cúpula de FENAE.

“La Asociación sevillana de Auto-escuelas denuncia el escaso número de examinadores”, era el titular de una breve noticia publicada en el ABC de Sevilla”. La Asociación sevillana denunciaba públicamente la situación que venían padeciendo tanto los alumnos como las empresas. Titulares y noticias que se vienen repitiendo hasta ayer. Como ven el problema viene de antiguo.

En Cataluña existían entonces unas 1.100 autoescuelas. El escaso número de alumnos en proporción a la elevada cifra de centros había llevado llevado a las autoescuelas, desde hacía algún tiempo, a una crisis que no parecía tener fácil solución.

La crisis era más acuciada en la ciudad de Barcelona donde existían alrededor de 245 autoescuelas. Con voluntad de paliarla en la medida de lo posible, nace en la ciudad la Unión de Profesionales de Autoescuelas (UPA). No sólo trabajó con medidas económicas y de marketing, sino que llegó a a promover jornadas para la mejora de los profesores de las autoescuelas del grupo. Intentó poner en valor la devaluada figura del profesor al que se le estaba creando, al menos nominalmente, un competidor, el Profesor de Formación Vial. Muchos profesores de autoescuela se convirtieron en profesores de formación vial mediante un largo curso de tres meses. Otros optaron por no hacerlo y siguieron trabajando con su primer certificado.


Las autoescuelas y sus profesores, no solo eran zaheridos por la situación económica del momento y por las nuevas exigencias la Administración con sus reglamentos, sino que también le venían ataques de particulares a través de las consabidas cartas a los directores de los periódicos.


Y fue en respuesta a uno de esos ataques cuando Rafael Más en su calidad de Presidente de la “Federació d´Autoescuelas de Catalunya” salió en defensa de los Profesores de Autoescuela en la ya mencionada carta que transcribimos a continuación.

Los profesores de autoescuela
 Señor Director:
Sobre un artículo publicado hace algunas fechas en La Vanguardia, y firmado por don (omitimos su nombre), debo manifestar mi aprobación al mismo aunque tengo la necesidad de aclarar la frase en la que menciona a las autoescuelas y dice que ‘se trata de un negocio, no de una educación.

Los profesionales de la enseñanza de la conducción, si sólo se dedicaran a esta profesión por el hecho de ganar dinero, le aseguro que no lo harían.

Los aspirantes al permiso de conducir tienen la suerte de que los profesores y directores de autoescuela posean una gran vocación para esta sufrida y poco valorada profesión. Lógicamente cobramos nuestro trabajo, aunque a un precio ridiculo si lo comparamos con cualquier otro de menos responsabilidad.

La inmensa mayoría de los alumnos de las autoescuelas  solo quieren aprender nada más que lo que se les exige en el examen. Y los exámenes carecen de la objetividad y eficacia necesarias que requiere la circulación, aunque en este sentido vamos mejorando.

Nuestra ilusión sería que pudiéramos aprovechar la circunstancia de  que todo conductor recuerda siempre a su profesor, a su  autoescuela y el  día del examen, para poder dejarle una huella profunda en su formación, pero para ello debería darse una perfecta colaboración entre la Administración y los profesionales de la enseñanza de la  conducción. Nosotros estamos en condiciones de poder aportar toda nuestra experiencia y profesionalidad para que, en la parcela que nos corresponde, la tragedia que representan los accidentes de tráfico, sea rebajada al mínimo. Pero esto no depende sólo de nosotros.

RAFAEL MAS PASCUAL
Presidente de la Federació
d’Autoescoles de Catalunya