miércoles, 14 de diciembre de 2016

CONTINUA LA FALTA DE EXAMINADORES



Publicado en: www.abc.es


Nuevo conflicto para la DGT

Sin examinadores para el carné de conducir: esperas para los alumnos de hasta cinco meses para la prueba

Se han fijado cupos de tan solo cuatro alumnos por profesor y cada autoescuela solo examina una vez al mes. Muchos dueños de autoescuelas denuncian que están abocados al cierre. Este miércoles protestarán a Tráfico

Denuncian que hay autonomías, como Castilla-La Mancha, donde se espera hasta cinco meses para que un alumno pueda repetir un examen, suspendido, de conducir. La falta de examinadores de Tráfico provocó el año pasado una huelga que dejó «tirados» a cientos de alumnos  durante m´s de treinta días y que se saldó con el compromiso por parte de la Dirección General de que publicaría las notas de los alumnos en su web. Este año, lejos de haberse solventado el déficit que esgrime padecer el colectivo de examinadores, son las autoescuelas las que, por efecto dominó, elevan la voz de protesta y quieren llevar su manifestación a las puertas de la Dirección General de Tráfico (DGT) según fuentes del sector consultadas por este periódico.

La falta de examinadores y el establecimiento de cupos de alumnos para los exámenes está ralentizando su aprendizaje, en primer lugar, y poniendo en peligro la propia siniestralidad vial, aducen desde el sector.

        
Según las quejas de varias autoescuelas, a las que ha tenido  ABC,  desde primeros de año y de forma casi continuada, la falta de examinadores está provocando un desconcierto en los exámenes de conducir, afectando directamente a todos los aspirantes a obtener cualquier permiso de conducción. Este problema está provocando un retraso sustancial en los aspirantes a obtener su permiso y un malestar a las autoescuelas, se quejan. Muchos alumnos preguntados, que necesitan examinarse, dicen no tener plaza y la razón que les dan las autoescuelas es que se ven abocadas al cierre debido a las limitaciones que impone la DGT.

Pone en riesgo la propia conducción del alumno
Y es que para organizar los exámenes, las autoescuelas han establecido cupos. No más de cuatro alumnos por coche, examinador y día. En la misma comunicación de las autoescuelas se advierte de que el efecto rebote es el de mayor concatenación de suspensos del alumno. ¿La razón? «Hay que advertir a la sociedad que, la imposición por parte de la administración de examinar a solo cuatro alumnos por profesor, y el intervalo de tiempo entre exámenes, provoca el aumento de suspensos. Los alumnos dejan de dar clases prácticas, solo lo hacen los dos o tres días previos al examen, y en el caso de tener que repetir el examen por haber obtenido un “no apto”, el intervalo puede superar los dos meses, lo que conlleva un retroceso en su proceso de aprendizaje».

Javier Lara, gerente de Autoescuela Lara (con 43 años de experiencia en la Comunidad de Madrid), sí pone voz al descontento generalizado en el sector. Explica que «este caos es perjudicial para todos los interesados, tanto alumnos como autoescuelas y examinadores, ya que durante los exámenes prácticos se percibe una formación muy inferior a cuando los alumnos tenían exámenes con mayor asiduidad». «Con tanto tiempo entre exámenes y sin tener una programación adecuada, no se puede planificar la enseñanza», complementa.

Aduce también que las autoescuelas son piezas fundamentales en la formación de conductores, siendo la base del proceso de enseñanza y del buen aprendizaje. Lara cree que se ha de luchar «entre todos para que, de una vez por todas, la siniestralidad sea cero, pero con los problemas y trabas que se ponen en la formación, se hace cada vez más difícil este objetivo. Aun así, no pararemos hasta convertir en 0 el número de accidentes de tráfico».
En un mensaje al nuevo responsable de Tráfico,  Gregorio Serrano, Alberto Munilla, el presidente de Apeam (Asociación de Pequeños Empresarios de Autoescuelas de Madrid), mantiene que «en los últimos tiempos se han producido múltiples jubilaciones y bajas por parte de los examinadores que no han sido cubiertas. La solución pasaría por otorgar horas extras a los examinadores en activo, además de la entrada de nuevos funcionarios o personal laboral para desempeñar esta función». En varias autoescuelas indican a este periódico que hay miembros de la plantilla que han tenido que reforzar las clases a los alumnos, para encontrarse después con que no hay fechas para que los estudiantes que suspendan puedan repetir examen con celeridad y no mitigar su proceso de aprendizaje, indica una de las alumnas, María Ochavo, a la espera de su tercer examen de la prueba práctica.
En comunidades como la manchega, la cuestión roza el «drama», alegan fuentes del sector, mientras en provincias como Teruel hay un solo examinador de Tráfico cubriendo toda la provincia.

Si no se buscan soluciones, las autoescuelas de Madrid están dispuestas a realizar paros y concentraciones debidamente autorizadas frente a la Dirección General de Trafico, alegan.
Por último, desde el sector indican que esta falta de examinadores está afectando directamente a muchos centros de formación vial, y los está llevando, sin remisión, a un cierre definitivo de sus empresas, ya que no son viables con esta escasez impuesta por la propia administración.


ESO DEL TRÁFICO…Y OTROS TÉRMINOS


Ley sobre Tráfico, Circulación de Vehículos a Motor y Seguridad Vial. Siempre me he preguntado por qué se le ha llamado así a esta ley. ¿No hubiera sido más propio llamarle “Ley sobre circulación de vehículos a motor y seguridad vial? o ¿Ley sobre tránsito, circulación de vehículos a motor y seguridad vial?

Hace casi medio siglo, allá por 1968, algún que otro intelectual español— más bien pocos—pensaba que eso de la circulación o del tráfico ya se había convertido en un problema realmente inquietante. Incluso se cuestionaba desde el punto de vista conceptual el término “tráfico” frente al de “circulación”.

Uno de aquellos pensadores que escribió sobre el “tráfico” fue  Félix García Vielba, fraile agustino e insigne columnista del periódico ABC; fue amigo de Ortega y Gasset, Marañón, y de otros famosos escritores. La amistad con Ortega nació de la admiración de ambos por San Agustín.

En los primeros años del automovilismo, los primeros del siglo XX, se empezaron a utilizar en España, por parte de los aficionados a esta actividad, anglicismos y galicismos relacionados con el automóvil: “panne” (averia), “chauffeur” (chofer, conductor), traffic (tráfico), stop (detenerse), etc.

En España utilizamos “tráfico” para referirnos a lo mismo que en buena parte del mundo hispanohablante llaman “tránsito”, acción de transitar, actividad de personas y vehículos que pasan por una calle, carretera, etc.

También  utilizamos “tráfico” para referirnos a la “circulación” de vehículos  automóviles mientras que en países, según el diccionario de americanismos, como México, Honduras, Cuba, Colombia, Uruguay y alguno más de habla hispana, utilizan “tránsito” que viene del verbo transitar, circular,  mientras que “tráfico” viene del verbo traficar.

El Reglamento para la Conservación y Policía de las Carreteras de 1867, en su Capitulo II, art. 15, trata “Del tránsito por las carreteras”, y no del tráfico por las carreteras.



En su artículo 22 dice:

Las caballerías, recuas, ganados y carruajes de toda especie deberán dejar libre la mitad del ancho del camino para no embarazar el tránsito; y al encontrarse los que van y vienen, marcharán arrimándose  cada uno a su respectivo lado derecho.

El reverendo agustino Félix García dejó escrito en uno de sus artículos, allá por 1968, lo siguiente sobre tráfico y circulación:
Yo no sé cómo ha prevalecido lo de “tráfico” y no lo de “circulación”, que sería lo correcto, cuando se alude  a ese problema en la Prensa diaria, ya que “tráfico” en su sentido propio es el “comercio  y negociación con el dinero de las mercancías” según el Diccionario de la Lengua , mientras que “circulación” es el “tránsito de personas y vehículos por la vías urbanas”,  o no urbanas. Y claro es  que, si admitimos lo de “trafico” en vez de “circulación” lógicamente tendríamos que llamar  “traficante” al “peatón”, “ circulante”  o “transeúnte”.

En plena canícula de 1897 se publicaba una Real Orden, rubricada por el Director General de Obras Públicas que supone  la primera norma jurídica española en lo referente a los vehículos movidos por tracción mecánica.

En esta Orden, el termino “trafico” aparece una sola vez, y es en la exposición de motivos:

[…] Que en los nueve primeros kilómetros lleva pretil corrido por el lado de la izquierda, quedando re lucido el ancho de la carretera á 6 metros 20 centímetros, que apenas es suficiente para el tráfico en ciertas épocas del año.

El término “transito”, dos veces y el termino “circulación” hasta ocho veces.

[…] cuales no deba permitirse la circulación de máquinas
o locomotoras de mayor peso, y, por esta razón, es necesario que, para autorizar este tránsito por las carreteras presente el interesado al Ingeniero Jefe el proyecto de la locomotora, indicando el peso total y el que carga sobre cada rueda.

[…]  Para terminar, manifestará la Junta que, como ha indicado, además de los vehículos con motor de vapor puede pretenderse la circulación de carruajes con acumuladores eléctricos, cree lo más conveniente dictar reglas generales  a las que deberá subordinarse el tránsito por las carreteras de vehículos cuyo motor no sea la fuerza animal.



En estos pocos años que llevamos del siglo XXI, ha irrumpido con fuerza un nuevo término: “movilidad”. Y al nombre se le ha puesto apellidos: “movilidad urbana”, “movilidad sostenible”, “movilidad segura”, etc. 

En muchos ayuntamientos, las antiguas Concejalías  de Tráfico han pasado a llamarse Concejalías de Movilidad. Y hay quien asegura que el papel de un concejal de movilidad no es resolver los problemas del tráfico, sino garantizar unas condiciones adecuadas de movilidad en todo su territorio municipal. Y desde mi ignorancia me pregunto: ¿esto se puede conseguir sin resolver los problemas de “tráfico”, “circulación” o “tránsito”. 


En estos últimos tiempos se habla mucho de movilidad urbana; las autoridades municipales dan discursos sobre la misma como si entendieran mucho del tema; en algunos municipios, a los agentes de tráfico de toda la vida les llaman “agentes de movilidad urbana”. Pero a todo esto, ¿qué es la movilidad? ¿Y la movilidad urbana?

Como no soy experto en lexicografía, busco en el diccionario “movilidad” y leo: Cualidad de movible. Busco “movible” y leo: Que por sí puede moverse, o capaz de recibir movimiento por ajeno impulso.

He leído algunos documentos de quienes se autodenominan expertos en el tema, aunque  no sé si lo son, pero dicen: Por movilidad se entiende el conjunto de desplazamientos, de personas y mercancías, que se producen en un entorno físico.

El objeto de la movilidad, defiende alguno de estos expertos,  es, principalmente, el desplazamiento de las personas con independencia del medio que utilicen para ir de un lugar a otro ya sea a pié, en bicicleta, en automóvil particular, en motocicleta o en transporte público.



Desde estas consideraciones y desde un punto de vista conceptual,  y en cuanto a su estudio e intervención, se puede considerar la movilidad como un término  más amplio, que “tráfico”, “circulación”, “tránsito” e incluso “transporte”.