jueves, 22 de febrero de 2018

ESTAMPITAS DE COCHES


“HACEN LO QUE LES DA LA GANA”.

¿Quiénes? Los funcionarios examinadores de Tráfico

 “Estampitas de coches” es el título de un libro editado por La Confederación Nacional de Autoescuelas en 1995. Javier Corominas, el que fuera Jefe Provincial de Tráfico en Palma de Mallorca, es su autor. Tiene ilustraciones del ibicenco Vicent Roig-Francolí, “FRANKY”, galardonado por la Jefatura de Tráfico en reconocimiento a la labor de educación vial que de manera indirecta reflejan sus dibujos publicados en Prensa.

El libro reúne, en sus 130 páginas, una serie de artículos y relatos divertidos de su autor relacionados con el automóvil y su entorno. En este post reproducimos uno referido a examinadores y examinandos.




“HACEN LO QUE LES DA LA GANA”

Entre los artísticos dibujos y las bellísimas muestras de poesía y filosofía populares que había inscritas en las puertas de los retretes del recinto de exámenes de la Jefatura de Tráfico de Baleares se podía leer una frase de profundo y misterioso significado: “En el mar mandan los meros; en las pistas, los ingenieros”.

Para desentrañar el sentido de éste y otros grafittis relativos a los exámenes de conducir se encargó un estudio a la empresa “Thompson and Taylor Limited”, de North Scituate (Rhode Island). Un equipo de expertos, dirigido por Thomas W.C. Morrison, master en Psichollogy por la  Harvard University, se trasladó a Palma de Mallorca, trabajó durante varias semanas haciendo estudios grafológicos de las inscripciones, tratando de desentrañar sus contenidos ocultos e interrogando hábilmente a millares de aspirantes a la obtención del permiso de conducir en una encuesta rigurosa y completa.

‘Tras la percepción en dólares del importe de una sustanciosa minuta, la ‘Thompson and Taylor Límited”, de North Scituate (Rhode Island), remitió el resultado de su estudio, resultado del que ofrecemos ahora al lector un interesante resumen sin cobro alguno de royalties. Ahí va.

Todos los examinandos que superan las pruebas -de uno y otro sexo, de cualquier edad y con independencia de su extracción social-, lo hacen por sus propios méritos y conocimientos.

Todos los que no logran aprobar es por culpa del capricho, la inquina, el dolor de estómago o la mala uva de los funcionarios examinadores. La “Thompson and Taylor Limited” basa estas afirmaciones en que el cien por cien de los encuestados declarados no aptos afirmó: “me han suspendido”; y la totalidad de los aptos aseguró: “he aprobado”.

El cien por ciento de los que no superaron las pruebas prácticas hubieran deseado que los examinadores hubiesen visto por un agujerito sus proezas y habilidades al volante en momentos distintos y anteriores al del examen.

Quizás la parte más significativa y aleccionadora del informe de la “Thompson and Taylor Limited” sea la que señala las causas de los suspensos en los exámenes de conducción. Según la prestigiosa empresa norteamericana y en base a su rigurosa encuesta, estas causas son las siguientes:

       1ª. Los nervios. A pesar de las ingentes cantidades de tranquilizantes que consumen los aspirantes, los nervios les traicionan.

       2ª. La mala suerte. La suerte siempre juega contra el examinando, nunca le favorece. “Audaces fortuna juvat”, afirma el adagio, y, en efecto, ya sabemos que la diosa Fortuna es mujer y, como tal, se siente atraída por los valientes y decididos, pero a los pobres aspirantes al carné de conducir, jamás les ayuda la fortuna, sean audaces o pusilánimes.

       3ª. El coche, que no va bien. Se diría que los profesores de las autoescuelas estropean los coches intencionadamente para que sus alumnos no pasen las pruebas. Deben ser algo masocas.
Por último, cuando el examinando ya ha repetido varias veces y tiene muy gastadas las tres anteriores razones, le queda una última, definitiva, rotunda y fatalista.

       4ª. Hacen lo que les da la gana. Esta tremenda causa es la que, según el informe de la “Thompson and Taylor Limited”, quiso plasmar el anónimo y lúcido filósofo y pensador de la frase “En el mar mandan los meros; en las pistas, los ingenieros”.
Por desgracia, algún funcionario de escasa sensibilidad y nulo respeto hacia la genuina cultura emanada del maduro y soberano pueblo español ordenó pintar las puertas de los retretes del edificio de exámenes de la Jefatura de Tráfico de Baleares. La historia le pedirá cuentas. Y tal vez algún día, cuando la Administración esté en manos de personas menos prosaicas algún otro funcionario mande rescatar los tesoros literarios y artísticos ocultos bajo la zafia y aséptica pintura, y, deshaciendo la felonía, resurgirán de este palimpsesto mural las joyas de la cultura popular que ahora permanecen veladas.

Amén, hermanos.