Parece inaudito pensar que una
fábrica de automóviles tuviese, digamos, su propia Autoescuela. Por
sorprendente que nos parezca eso ocurrió allá por el año 1909.
La marca Hispano-Suiza construyó los automóviles más elegantes, respetados y selectos de todos los tiempos. Y, además, fabricados en
España; más concrétamente en Barcelona.
La empresa se fundó en la Ciudad Condal en 1904. Sus fundadores fueron
los empresarios catalanes Damiá Mateu i Bisa, Francisco Seix y el
ingeniero suizo Marc Birkigt , que serían presidente, vicepresidente y director
técnico respectivamente. Se llamó: Hispano-Suiza Fábrica de Automóviles S.A.
La industria se levantó sobre las cenizas de la compañía
J.Castro que se había arruinado. Y desde aquel modesto taller, que tenia Castro en la calle
Floridablanca de Barcelona, la nueva
empresa llevó a cabo una labor muy notable y en pocos años, gracias a sus modelos y a su tecnología avanzada, empezó
a ganarse una sorprendente y merecida fama.
En los primeros años del automovilismo, los fabricantes vendían
la parte mecánica del vehículo, el chasis, el diferencial, la transmisión, el
motor, ruedas, frenos y dirección. Todo excepto la carrocería. Ésta la
encargaba el comprador a un carrocero y lo hacía en función de su presupuesto, de su
gusto y de sus necesidades.
Corría la primera década del siglo pasado y España experimentaba un cierto desarrollo industrial que hacía prever
un prometedor comercio y un auge económico. En 1908, el Consejo de
Administración de la Hispano-Suiza consciente de estas favorables circunstancias, y con buena visión de futuro, considera necesario y conveniente fabricar vehículos
más pesados para el transporte de mercancías y de viajeros. Se ponen manos a la
obra y en 1909 lanzan al mercado varios modelos de ómnibus con destino
a cubrir lineas regulares del transporte colectivo de viajeros. De esta manera, la Hispano-Suiza empieza a contribuir a la creación de muchas empresas españolas de
viajeros que vendrían a paliar la necesidad de comunicaciones entre
poblaciones huérfanas de servicio ferroviario
.
Los responsables de la Compañía, que habían apostado para que este transporte se hiciera con sus
vehículos, ponen en marcha una novedosa
iniciativa, en este caso, con el objetivo de aumentar las ventas. Para ello, deciden ayudar
financieramente a las empresas que opten
por sus vehículos. La persona interesada en comprar uno de sus ómnibus lo solicitaba y un
departamento de la propia empresa ponía en marcha el plan.
Se hacia un estudio económico de viabilidad y en caso de resultar favorable se creaba una sociedad conjunta entre ambas partes. La Hispano-Suiza aportaba al capital social el ómnibus solicitado y la otra parte el resto del capital y su trabajo. Cuando los resultados de la explotación ya eran positivos y había beneficios que permitían liquidar las deudas con La Hispano Suiza, ésta se retiraba de la sociedad en cuestión.
Se hacia un estudio económico de viabilidad y en caso de resultar favorable se creaba una sociedad conjunta entre ambas partes. La Hispano-Suiza aportaba al capital social el ómnibus solicitado y la otra parte el resto del capital y su trabajo. Cuando los resultados de la explotación ya eran positivos y había beneficios que permitían liquidar las deudas con La Hispano Suiza, ésta se retiraba de la sociedad en cuestión.
Así se
crearon muchas empresas de transporte colectivo de viajeros. Líneas como
la Hispano–Suiza del Serpis en Alicante, la Hispano Hilarienca en
Girona y otras como la Hispano
Montañesa, Hispano Urgelense, Hispano Manresana, Hispano Alto aragonesa, a las que habría que añadir un extensa lista, rodaron y rodaron
por las carreteras y caminos de España llevando viajeros de un lugar a otro
durante treinta y tantos años. Los ómnibus de la Hispano-Suiza empezaron a verse por toda la geografía española.
Algunas de
aquellas empresas han llegado hasta el siglo XXI con el mismo nombre con el que
se crearon.
Aquellos
primitivos ómnibus, tipo 12/15, 25/30 y 30/50, estaban equipados con motores que
desarrollaban una potencia relativamente alta a bajo régimen: 18,5 CV, 32 CV y 43
CV respectivamente y desarrollaban una velocidad de 25 km/h los menos potentes y de 30 km/h los de
más potencia.
Sus precios eran:
el 12/15, 12.000pesetas; el 25/30, 17.000 y el 30/50 de 43CV, 21.000 pesetas.
Los primeros modelos que se fabricaron disponían de ocho asientos en el interior y dos en la delantera.
Los primeros modelos que se fabricaron disponían de ocho asientos en el interior y dos en la delantera.
La cosa no acabó aquí y el brillante Consejo de Administración de la
Hispano-Suiza, junto con sus competentes directivos, siguieron derrochando
imaginación. Pensaron que unos buenos chauffeurs que
conociesen los entresijos de sus motores y fueran hábiles en el manejo de sus ómnibus podrían ser elementos necesarios y muy
valiosos para convertirse en sus mejores representantes. Estos chauffeurs sabrían sacar mayor
provecho de las prestaciones del vehículo y conseguir una mejor conservación y
mantenimiento del mismo. Todo redundará en beneficio de los vehículos de la Hispano-Suiza.
La
idea cuajó y un buen día, en una de sus frecuentes reuniones, tomaron el acuerdo de crear su propia Escuela de Chauffeurs. Pronto empiezan a
publicitarla en la prensa escrita de la época. Redactan el Reglamento por el que se habría de regir, matriculan a los alumnos que lo solicitan y empiezan las enseñanzas. La escuela estaba preferentemente
enfocada a formar "chauffeurs" para los ómnibus de su marca.
(Continuará...)