Bienvenido sea, si así se
reduce el número de víctimas de la carretera.
Desde
el día 29 de enero, no debemos superar los 90 km/h en carreteras convencionales.
Francia
ya redujo la velocidad el pasado año a
pesar de una generalizada oposición de sus ciudadanos, en especial los de las
zonas rurales. Sin embargo, después de escasos seis meses de su aplicación, la
medida presenta resultados exitosos y
esperanzadores. Se pasó de 90 km/h. a 80 Km/h., y han tenido 189 fallecidos
menos (5,5%) que en el 2017. En la misma línea está Suecia —puntera en
seguridad vial— que fijó su límite en 70 km/h. Sin embargo Francia ha seguido
manteniendo el límite de 130 km/h en autopistas.
En España, el cambio
supone la desaparición de los diferentes límites genéricos de velocidad establecidos desde principios de los años ochenta del
siglo pasado. Se estableció entonces en 90 y 100 km/h para turismos y motocicletas,
en función de si la vía disponía o no de metro y medio de arcén practicable. La
nueva normativa lo simplifica reduciéndolo
a una limitación general de 90 km/h. No obstante
habría que matizar que nos es así en todas las carretera convencionales.
Puede
darse el caso de encontrarnos con carreteras convencionales con separación
física de los dos sentidos de circulación. Para esta circunstancia, la normativa
prevé que el titular de la vía — sea Fomento, Comunidad Autónoma, Diputación,
etc…— puede fijar un límite máximo de 100 km/h para turismos, motocicletas y
autocaravanas con masa máxima autorizada igual o inferior a 3.500 kgs y
entonces podríamos circular también a 100.
Las reconoceremos por esa separación física aludida y porque la señal será de
100. En estos tramos no se cambiarán las señales.
La
modificación afecta a unos 10.000 kilómetros de vías de la Red General del
Estado. A estos hay que sumarles los tramos de carreteras que pertenezcan a las
comunidades autonómicas y a las diputaciones.
Con esta medida se pretende reducir la
tasa de mortalidad en carreteras secundarias, donde se producen el 75% de accidentes
con víctimas en España y en las que la velocidad inadecuada y/o excesiva
es la causa concurrente en el 20 % de los casos, siendo el primer factor
de riesgo y agrava las consecuencias del accidente.
Esta limitación
de 90 km/h está en línea con lo que, en la actualidad, se legisla en Europa. La
DGT no hace otra cosa que seguir la tendencia europea.
España
junto con Austria, Alemania, Irlanda, Polonia y Rumania aún formaba parte de
un reducido grupo que mantenía el límite en los 100 kilómetros por hora. Se
podría añadir el Reino Unido, que está en 96 km/h, pero estos, ya sabemos, que
van por libre.
La
medida española también reduce el diferencial de velocidad entre vehículos
ligeros (90 km/h) y pesados (80 km/h), una demanda de los sectores profesionales,
y que es común en el resto de países
europeos y los expertos aseguran que reduce el riesgo de accidentes. Y parece
ser cierto.
Los
países de la Unión Europea que tiene las menores tasas de fallecidos por millón
de habitantes en accidente de tráfico casualmente tienen un diferencial de
límite de velocidad entre vehículos ligeros y pesados, en carreteras convencionales,
que oscila entre 0 y 10 km/h.
Tiene
su lógica pensar que si todos circuláramos a la misma velocidad, guardando
siempre la distancia de seguridad, los accidentes de tráfico se reducirían
significativamente
La medida, que supone el cambio de 2.721 señales de
tráfico en la Red de Carreteras del Estado, va a costar aproximadamente 526.000
euros (sin IVA). Pero demos por bien empleado este gasto, porque seguro que se
reducirán las victimas y una sola vida ya justifica el gasto.
Y como dice mi amigo el sindicalista: ¡que la seguridad vial nos acompañe!