Así se publicitaban aquellas autoescuelas en la década de los años
treinta del siglo pasado…
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La compra de un automóvil
durante la Gran Depresión.
Como es bien conocido, en Octubre de 1929
tuvo lugar una catastrófica caída de los valores negociados en la bolsa de Nueva
York. La reducción del consumo y de la inversión generó una espiral
deflacionista acompañada de un descenso imparable de la producción industrial,
del comercio exterior, de la renta y del empleo.
Los años treinta del siglo pasado vieron cómo la economía mundial se
sumía en una Gran Depresión que se prolongó durante diez años. Aquello repercutió en todos los países industrializados de
Europa. España no fue una excepción y también sufrió de alguna manera aquella
crisis, aunque con menor intensidad que otras economías
europeas más desarrolladas. España estaba más
atrasada económicamente y su economía dependía más de un sector agrario, orientado al mercado
interior, y menos del sector industrial
y del comercio internacional. Por eso,
la recesión de los años treinta fue mucho menos virulenta que en Francia y
Alemania; no obstante también tuvo sus consecuencias.
Aquella crisis económica interrumpe la carrera imparable del automóvil
que se había iniciado en los años precedentes. En Estados Unidos, la fabricación
de automóviles había sido elevadísima y se había llegado a tal número de vehículos almacenados que muchos
automóviles nuevos, según cuentan, fueron desguazados.
En un informe sobre la industria
automovilista presentado en 1931 en la Universidad de Columbia se dijo que en
siete años se habían fabricado en el mundo 35.600.000 automóviles, de los
cuales cuatro millones fueron fabricados
por la industria europea. En algunos momentos se registraba una producción de
20.000 automóviles por día.
Pero aquella crisis hace que la industria
mundial del automóvil pase, en cuestión de dos años, de un progreso que parecía
no acabar a un retroceso alarmante. La producción de automóviles en Alemania,
por ejemplo, durante el primer semestre de 1932 fue de 22.116 vehículos, lo que
supuso una disminución del 40% en
comparación al semestre correspondiente del año anterior.
El precio de los automóviles bajó de
manera ostensible. Estas eran las rebajas de la firma Renault en sus vehículos
industriales en 1931.
Pero la relación que existía entre los salarios de los
obreros y el precio de los coches era
desorbitada. En EEUU se necesitaban 60 jornadas de trabajo de un obrero para
adquirir un automóvil; en Francia entre 300 y 400 para comprar el mismo
vehículo; en España, en 1932, para comprar este “Ford” de 2 puertas, un albañil necesitaba entre 549 y 824
jornales, dependiendo de la ciudad donde ejerciera su oficio.
Aquí vemos los precios que ofrecía la firma Ford con su nuevo modelo
de 8 HP en 1934 y 1935
Aunque con el paso de los años, el
descenso de los precios de algunos automóviles fue evidente, en España sin embargo,
éstos, en la década de los treinta, seguían siendo objetos de lujo sólo al alcance
de unos pocos bolsillos privilegiados.
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La publicidad de las “escuelas de chofers”
A las Escuelas
de Chofers de la época, tan ligadas siempre a la compra de automóviles,
también les llega la crisis, aunque con un poco más de retraso que a las fábricas
de automóviles. Sus anuncios publicitarios seguían en la misma línea de los
años anteriores, pero pronto empezarían a poner énfasis en los precios.
En los primeros años de la década de los
treinta, las “escuelas de chofers” empezaron a notar una merma de alumnos en
sus centros y quizá se preguntaron que si los fabricantes de automóviles hacían
sustanciosas rebajas, ¿por qué no podían hacer ellos lo mismo?
Pronto pusieron
manos a la obra para ver de conseguir más alumnos para sus centros. Hoy
catalogarían a muchas de aquellas como autoescuelas “low cost”. La perniciosa
solución de “reventar” precios no es de ahora, es del siglo pasado. Trabajar
por debajo de los costes de producción siempre fue y siempre será ruinoso para
las autoescuelas, para fabricantes de automóviles (salvando las diferencias) y
para cualquier empresa que pretenda mantenerse viva en el tiempo. Muchos fabricantes
de automóviles de esta década dejaron de existir en la siguiente. Lo mismo
sucedió con algunas autoescuelas.
Algún titular decide traspasar su
autoescuela, cuando todavía parecía rentable e inserta en la prensa este curioso anuncio.
A pesar de caer los precios, o quizá como
consecuencia de ello, algunas de aquellas Escuelas
de Chofers publican anuncios más grandes y, en consecuencia y paradójicamente,
más costosos. En ellos aparece, por vez primera, algún dibujo figurativo de la
actividad y los textos son más extensos y dan más explicaciones de sus servicios.
En los primeros años de la década que nos
ocupa, el sector más numeroso de trabajadores era el del campo. En 1930, el
jornal medio de un asalariado agrícola era de 2.80 pesetas y trabajaba alrededor
de 250 jornadas al año. En casos excepcionales, como era la siega y la
recolección de la aceituna, se llegaba a pagar hasta 5.50 pesetas de jornal,
que era de sol a sol. Ni siquiera el permiso de conducir estaba al alcance para estos y otros muchos jornaleros españoles.
El permiso de conducir empezaba a ser asequible para obreros asalariados que trabajaban en la ciudad y sus jornales eran más elevados.
El permiso de conducir empezaba a ser asequible para obreros asalariados que trabajaban en la ciudad y sus jornales eran más elevados.
La autoescuela NAVARRO, que fue de las
más antiguas de la Ciudad Condal, cerró sus puertas definitivamente en los inicios
de 1984.
Muchas autoescuelas de aquella época estaban asociadas a
gestorías.
Una de las primeras que empezó a utilizar
el término AUTO-ESCUELA fue la “Norteamericana” de Barcelona. En su publicidad decía aplicar
las tarifas más económicas y ventajosas. Fuera por eso o por otros motivos, en
Febrero de 1936 cerró dejando “colgados” a un buen número alumnos. No era la
primera ni sería la última en acabar así.
La ACADEMIA
AMERICANA fue una de las más antiguas que funcionaron en Barcelona y su
actividad se prolongó hasta la década de los sesenta.
La “ESCUELA DE CHOFERS BARCELONA”, con
motivo del cierre de la susodicha escuela “NORTEAMERICA”, inserta el siguiente anuncio en el mes de
febrero de 1936. Esta autoescuela, una de las más antiguas de la ciudad de
Barcelona, sigue con su actividad en la segunda década del siglo XXI.
Casi coincidiendo en el tiempo con la aparición del
nuevo “Código de la Circulación” aparecen estas autoescuelas en la prensa de
Madrid.
En los meses precedentes al estallido de la guerra
civil española disminuye considerablemente la publicidad de las autoescuelas.
Algunas, durante
la guerra civil, siguieron insertando publicad
en los pocos periódicos que se editaban.