jueves, 13 de octubre de 2016

LO DEL CONDUCTOR DEL COCHE FÚNEBRE


El conductor que gustaba de pisar demasiado el acelerador, aunque el principal ocupante de su vehículo no tuviera prisa alguna.

Es el caso del conductor de un coche del tanatorio de Tarragona.

Un radar móvil de los “Mossos d'Esquadra” cazó en Tarragona a un coche fúnebre con un difunto en su interior superando el límite establecido para aquel tramo de autopista.

El radar no entiende de prisas ni de razones. Todos, sean coches particulares, ambulancias, policía, bomberos o coches fúnebres, quedan “retratados” si superan la velocidad establecida en el tramo controlado por el aparatito. Es sabido que la Fiscalía ha pedido, incluso a la Policía, que justifique el exceso de velocidad cuando acuda a una emergencia. Sin embargo, hay quien ha creído que puede infringir el Código de la Circulación para hacer que un difunto no llegue tarde a su velatorio.

Todo asunto, tema, negocio o circunstancia  que nos pase, o al menos la mayoría de cosas que nos pasan tiene su parte cómica. Avistarla, descubrirla y  exteriorizarla  es algo que ayuda a todo ser humano a soportar mejor los infortunios que esta vida nos depara a cada uno.

No hay nada más penoso ni más triste que la muerte. Sin embargo siempre hay quien encuentra algo cómico relacionado con ella o al hablar de ella. Es conocida aquella frase de Woody Allen relacionada con la muerte: No es que tenga miedo a morir. Lo que quiero es no estar allí cuando llegue.

En alguna parte he leído el siguiente slogan de una compañía de seguros de decesos: no corras, te esperamos.

El conductor del coche del tanatorio de Tarragona no pensó lo mismo. El hombre, por no dejar en mal lugar al difunto que viajaba en su vehículo ante amigos y conocidos que le esperaban para darle su último adiós, pisó el acelerador y puso el coche a  130 km/h. en un tramo de la autopista donde la limitación de velocidad era de 100. Pero allí estaban los “Mossos d'Esquadra” con su radar móvil que captó el exceso de velocidad del coche fúnebre. Como no podía ser de otra manera, los agentes lo detuvieron. Pidieron los “papeles” al conductor y éste alegó que el permiso de conducir lo había olvidado en el tanatorio. Los Agentes, con buen criterio, le dejaron continuar con la condición que presentara el permiso días más tarde. No era cuestión de inmovilizar el vehículo con el difunto a bordo por poca prisa que éste tuviera para llegar a ninguna parte. Pero, ¡oh sorpresa! Cuando los agentes de tráfico introdujeron el número del DNI del susodicho conductor no daban crédito a lo que veían en pantalla, el tal fulano carecía de permiso de conducir por haberle sido retirado como consecuencia de la pérdida total de puntos. ¡Vamos, un conductor ejemplar el fulano este!

Al tener conocimiento los agentes de que carecía del permiso de conducir, emprendieron su persecución, le dieron alcance, lo detuvieron de nuevo y le informaron de que había incurrido en un delito, aunque yo creo que más bien le informaron de que estaba cometiendo un delito, pero le permitieron continuar por tratarse, según los agentes de una situación especial. En mi modesto entender, los agentes actuaron bien porque aplicaron el sentido común, entendido éste como aquello que es adecuado decir o hacer en determinados momentos, aunque esto no implique de manera necesaria que esa acción, comportamiento o frase dicha sea lo correcto, pero a la vez me pregunto: ¿se debe permitir que se siga cometiendo el delito? En caso de accidente, ¿cubriría el seguro los posibles daños ocasionados? ¿Hay protocolos a seguir en casos como estos? o ¿se deja a criterios de los agentes para que apliquen su propio sentido común? Aunque ya saben, de él se dice que es el menos común de los sentidos.