Hace pocos días, el viernes día 11 de agosto, mi coche
se averíó a la entrada de una autopista. No importa cuál ni dónde. Me aparté al
arcén aprovechando la inercia que llevaba. Conecté las luces de emergencia.
Llamé al servicio de asistencia en viaje de mi compañía. Me coloqué el chaleco
de visibilidad reglamentario, saqué del maletero el triángulo de preseñalización
de avería y lo coloqué por detrás a suficiente distancia. Entré en el coche y
me puse a esperar. Durante la espera no dejé de mirar por los retrovisores.
Algunos vehículos se acercaban a toda “leche” y solo cuando estaban a mi altura
se separaban unos centímetros de mi choche, no muchos. Pensé: ¡qué fácil es
tener un accidente por el más mínimo error o despiste!¡qué escasa percepción
del riesgo tienen algunos conductores!
Transcurridos veinticinco o treinta minutos, quizá
menos, vi por el retrovisor una grúa que se acercaba. Supuse que era la que me
enviaban, y así fue. El operador de la misma bajó, se acercó a mí, que aun permanecía
dentro de mi vehículo y me preguntó qué era lo que le ocurría al coche, y a la
vez me entregó un folleto.
— Es
el embrague — le contesté sin mirar el díptico.
Él, sin responder e impasible, se puso manos a la obra y a los pocos minutos
mi coche estaba encima de la plataforma y yo en la cabina de la grúa intentando abrocharme el cinturón
de seguridad.
Dejado el coche en el taller y hechas las pertinentes
gestiones para su reparación regresé a casa. Fue entonces cuando me acordé del
díptico.
Está editado por REAC (Red de Empresas de Auxilio en Carretera).
Su título dice: Normas de seguridad durante una
operación de asistencia en carretera.
Todo lo que en él se dice, yo lo he aplicado utilizando
el sentido común. Pero como se dice que el sentido común es el menos común de
los sentidos, he decidido traer a esta entrada su contenido — que me parece interesante —por
si fuera de utilidad a quien se encontrara en una situación parecida a la que
acabo de vivir, y su sentido común no se
pareciera al mío, aunque en esos momentos no estás para leer ningún folleto. Por eso es aconsejable que leerlos antes, en casa y relajado.