sábado, 11 de agosto de 2018

NORMAS DE SEGURIDAD DURANTE UNA OPERACIÓN DE ASISTENCIA EN CARRETERA


Hace pocos días, el viernes día 11 de agosto, mi coche se averíó a la entrada de una autopista. No importa cuál ni dónde. Me aparté al arcén aprovechando la inercia que llevaba. Conecté las luces de emergencia. Llamé al servicio de asistencia en viaje de mi compañía. Me coloqué el chaleco de visibilidad reglamentario, saqué del maletero el triángulo de preseñalización de avería y lo coloqué por detrás a suficiente distancia. Entré en el coche y me puse a esperar. Durante la espera no dejé de mirar por los retrovisores. Algunos vehículos se acercaban a toda “leche” y solo cuando estaban a mi altura se separaban unos centímetros de mi choche, no muchos. Pensé: ¡qué fácil es tener un accidente por el más mínimo error o despiste!¡qué escasa percepción del riesgo tienen algunos conductores!



Transcurridos veinticinco o treinta minutos, quizá menos, vi por el retrovisor una grúa que se acercaba. Supuse que era la que me enviaban, y así fue. El operador de la misma bajó, se acercó a mí, que aun permanecía dentro de mi vehículo y me preguntó qué era lo que le ocurría al coche, y a la vez me entregó un folleto.

  Es el embrague — le contesté sin mirar el díptico. 

Él, sin responder e impasible,  se puso manos a la obra y a los pocos minutos mi coche estaba encima de la plataforma y yo en la cabina  de la grúa intentando abrocharme el cinturón de seguridad.

Dejado el coche en el taller y hechas las pertinentes gestiones para su reparación regresé a casa. Fue entonces cuando me acordé del díptico.
Está editado por REAC (Red de Empresas de Auxilio en Carretera). Su título dice: Normas de seguridad durante  una operación de asistencia en carretera.

Todo lo que en él se dice, yo lo he aplicado utilizando el sentido común. Pero como se dice que el sentido común es el menos común de los sentidos, he decidido traer a esta entrada  su contenido — que me parece interesante —por si fuera de utilidad a quien se encontrara en una situación parecida a la que acabo de vivir,  y su sentido común no se pareciera al mío, aunque en esos  momentos no estás para leer ningún folleto. Por eso es aconsejable que leerlos antes, en casa y relajado.