miércoles, 11 de mayo de 2016

EN MADRID SE CIRCULA POR LA IZQUIERDA…

Sí, así era en los primeros años de la segunda década del siglo pasado, especialmente al inicio de los felices años veinte. Es cierto que por estos  años, en las calles de Madrid, llevar la mano equivale a circular por la izquierda. 


El tráfico circulatorio es un caos en el centro de la ciudad. Los atropellos se suceden a pesar de lo cual los transeúntes siguen andando por donde les da la gana, y los automóviles, los camiones y las motos continúan su desenfrenada carrera. Esto — decía la prensa — puede convertirse el día menos pensado en una lucha de incalculables consecuencias.

Y tenían razón los de la prensa. Un cronista de “La Correspondencia de España” cuenta en su periódico en relación al caos circulatorio de aquella época de como el conductor de un automóvil que marchaba sin moderación por las Cuatro Calles — hoy La Plaza de Canaletas — y sin seguir la dirección que a los vehículos está marcada estuvo a punto de aplastar a un transeúnte. Éste dándose cuenta de que aquel automóvil se le echaba encima apeló al recurso de sacar un revolver y apuntar al conductor. El recurso fue de una eficacia asombrosa. El conductor, sorprendido por  el comportamiento inesperado de aquel peatón, detuvo su automóvil de manera inmediata. El susodicho y amenazado transeúnte pudo seguir su camino y,  lo que es más importante, continuar en este mundo.



Hasta bien entrado el siglo pasado, el sentido de la circulación por el centro de las ciudades no estaba muy claro para los conductores de los escasos automóviles que circulaban por la calles. Su rápido aumento, cada vez mayor en las calles de cualquier ciudad de España, obligó a las autoridades, aunque no con demasiado éxito, a poner orden en el tráfico vial.

Este, al menos, fue el objetivo del Reglamento de 1918 para la circulación de vehículos con motor mecánico por las vías públicas de España. Su artículo 12 decía:

Los automóviles circularán por las vías públicas, llevando su mano derecha, excepto en los términos municipales de  aquellas ciudades cuyos Ayuntamientos hayan adoptado disposiciones especiales, debiendo en tales casos establecerse a distancias convenientes señales indicadoras de los puntos en que se haya de cambiar de mano.

En las calles de la Villa y Corte se dio aquella excepción hasta el año 1924.




En los inicios de la segunda década del siglo XX, el automovilismo seguía creciendo y con él, y en la misma proporción, el caos circulatorio que tantas molestias ocasionaba a los madrileños.

Desde el año 1854 a 1921 la población pasa, según datos oficiales, de 206.714 habitantes a 671.175: las matriculas, de 146 en 1907 a 9559 en 1921 y la circulación rodada experimenta el incremento indicado en el siguiente gráfico:
AÑOS
VEHICULOS
1854
1859
1908
1920-1921
Carros

1.250
4.138
5.080
Coches
971
1.500
3.749
2.858
Automóviles y motos


715
3.923
Bicicletas


1.310
2.653
Tranvías


530
477
Varios



523
Totales
971
2.750
10.442
15.514
FUENTE: España Automóvil y Aeronáutica, nº 19


Mientras tanto, los regidores municipales se afanaban, con no mucha fortuna, en establecer normas nuevas en unos casos  y  en reforzar otras que venían de antaño con la intención de mejorar del tráfico vial. Mediante un bando de 18 de enero de 1922 se restringe el paso de carros y camiones por las calles del centro a determinadas horas; se  prohíbe que los peatones marchen por la calzada de las calles, debiendo hacerlo por las aceras; se prohíbe en todas las calles de la Villa que los automóviles hagan maniobras de marcha atrás para cambiar de dirección o entrar en los garages cuando la anchura de la vía no permita girar por la longitud del motor, en cuyo caso se retrocederá dando la vuelta a la manzana inmediata; por la calle del Arenal la única dirección será desde la plaza de Isabel II a la Puerta del Sol; por la del Barquillo, desde la calle de Fernando VI a la de Alcalá; por la del Marqués de Cubas, desde la de Alcalá a la Carrera de San Jerónimo. Y así un largo etcétera.




Al poco tiempo la Alcaldía Presidencia hace público un decreto con fecha 4 de marzo de 1922 que entre otras cosas dice:

La Alcaldía Presidencia ha observado los efectos de su bando, fecha 18 de enero último, relativo a la circulación; y visto en la práctica cuales pueden ser las dificultades corregidas y las que aun hayan de corregirse así como habiendo oído a la Unión general de Conductores de Carruajes y similares de Madrid, ha creído necesario añadir algunas disposiciones referentes a vías, cuya circulación también es preciso regular y de las que no se ha tratado en el contenido de dicho bando; pero a los efectos de no dictar otro nuevo y que pudiera haber confusión respecto a las disposiciones de ambos, que no son contradictorias, sino complementarias, cree conveniente dictar las siguientes disposiciones que se darán a conocer por medio de la Prensa en esta nota de carácter oficial.

Al parecer la idea de este Decreto es aclarar el bando anterior. Si en el de enero se citaban las calles donde había que aplicar normas — más de cuarenta —,  en éste de Marzo se citan las mismas y otras tantas más; vamos, aquellos era un galimatías: en la mayoría de casos que se citan las calles es para indicar el sentido de circulación de la misma o para indicar que  no se podía entrar en ella. Asunto innecesario de haber colocado la correspondiente señalización.
El susodicho Decreto la disposición sexta la precisa de la siguiente manera:
 Los vehículos de todas clases marcharan siempre por el lado izquierdo de las calles, y muy especialmente en las calles en que la circulación sea en ambos sentidos, y al pararse lo realizaran sobre este mismo lado, aproximándose en todo lo posible a las aceras. Los vehículos de tracción animal o de marcha lenta procuraran marchar próximos al encintado de las aceras, dejando espacio libre para los que se encuentren parados al lado de ellas, y al contrario para los de marcha más rápida. Los vehículos de tracción animal al circular por las calles de Alcalá, Sevilla, Carrera de San Jerónimo, Príncipe, Mayor, Arenal, Peligros y Puerta del Sol lo harán al paso del trote, exceptuando los carros de transporte.

El problema  de la circulación en las grandes urbes es uno de los más relevantes  y de los que más importan para la seguridad  y tranquilidad de sus habitantes; está bien que la autoridad se ocupe de regular la suya.


Hacia la mitad de la segunda década del siglo pasado la circulación en Madrid había sufrido una transformación muy notable y compleja y como decía un periodista del Sol, el público padeció los efectos de aquella corriente civilizadora, dejándose llevar unas veces y atropellar otras, con un supremo gesto de buen tono.

La Capital del Reino tiene censados 17.731 vehículos de todas clases. El vecino que cada día sale de su casa puede encontrarse, además de los tranvías con muchos de estos vehículos, además de los que venga de fuera de la capital. Esto puede  explicar las dificultades que encuentra el viandante  en su deambular por las calles. Pero tampoco lo tienen fácil los que guian carruajes, si no tienen la necesaria serenidad y habilidad, y hay que convenir que muchos no tienen ni una cosa ni la otra. 

VEHICULOS CENSADOS EN MADRID (AÑO 1924)
Automóviles de lujo
3874
Taxímetros
848
Coches de alquiler
800
Coches de lujo
400
Coches de casino
100
Automóviles de casino
98
Motocicletas de alquiler
92
Motocicletas particulares
303
Autobuses de alquiler
24
Automóviles de línea
44
Camiones
1407
Bicicletas
6200
Carros
3540
Otros
21
Total
17751
Fuente: El Sol.1924

En los primeros días de febrero de 1924, el  Gobierno Civil publica un bando, en el que se dispone que ningún vehículo de tracción mecánica circule por las calles de Madrid a mayor velocidad de veinte kilómetros por hora. Las infracciones serán castigadas con 1.000 pesetas la primera vez, con 2.500 la segunda, y con la retirada del permiso y 5.000 pesetas la tercera. De las multas serán responsables solidaria y mancomunadamente los conductores y los dueños de los automóviles.

Aunque es cierto que en los últimos años el tráfico vial había mejorado bastante y ya no hay aquella  anarquía de vehículos y peatones que existía en años anteriores, no es menos cierto que Madrid es la única ciudad importante de Europa, exceptuando Londres, que viene manteniendo esa incomoda e insegura norma de circular por la izquierda en sus calles, cuando la mayoría de fabricantes situaban el volante a la izquierda.

La controvertida norma causaba serios problemas a los que entraban con sus automóviles en la Ciudad, o salían de ella; al salir del radio urbano habían de circular por la derecha y dentro de ese radio había de hacerlo a mano izquierda.

Tener que circular por la derecha en las carreteras y por la izquierda en las calles  implica un cambio complicado y de difícil adaptación para los choferes. Las distracciones en que pueden incurrir conllevan un probable peligro cuya erradicación tiene fácil solución: unificar la norma, obligando a circular siempre por la derecha.

Así las cosas… y el tráfico vial, cuando el  Gobernador Civil de Madrid, duque de Tetuán, con el fin de poner un poco más de orden en la circulación de la Villa,  firma un bando que modifica la circulación de los vehículos. El mandato que se publicó constaba de trece disposiciones; en la primera se decía:

Desde el 10 de abril próximo venidero todos los vehículos irán por la derecha de las calzadas, tanto en las calles como en las plazas.  

En la noche del día 9 de abril, los numerosos viandantes que transitaban por la Puerta del Sol se vieron sorprendidos por un inusual, ruidoso y gratuito espectáculo. Minutos antes de las doce comenzaron a llegar y a estacionarse en la amplia plaza y en un gran tramo de la calle de Alcalá un considerable número de automóviles de alquiler. Algunos cronistas calcularon que serían, al menos, doscientos vehículos.


En el mismo momento de sonar las doce en el reloj de Gobernación, los conductores  hicieron sonar al unísono las bocinas, de sus automóviles produciendo un ruido ensordecedor, y de cuatro en fondo dieron varias vueltas a la plaza.



Los peatones se detuvieron a contemplar el espectáculo;
el público de los cafés desalojó éstos y se situó en las aceras, y los vecinos de las viviendas de la Puerta del Sol, alarmados primero y regocijados después, se asomaron a los balcones.

La serenata duró unos quince minutos, y a continuación los choferes de se pusieron a circular por la calle de Alcalá llevando ya la derecha, en virtud de lo dispuesto en el bando que acababa de entrar en vigor.