Excelente
artículo de González-Sinde. Merece la pena que autoridades de Tráfico, padres, madres, examinadores, examinadoras, profesores y profesoras de Formación Vial lo lean y reflexionen sobre lo que
dice su autora con tanto tino y tanta cordura.
Publicado en: www.elperiodicomediterraneo.com
Cuando tu hijo
aprende a conducir te percatas. Tras 30 años al volante, el coche parece una
extensión de tu cuerpo, has automatizado todas esas tareas simultáneas. El
joven, sin embargo, titubea, suda, el embrague patina, ¿y el intermitente? ¡Hay
que estar atento a tantas cosas! Las aseguradoras lo saben y los penalizan con
pólizas más caras. Tampoco las empresas de alquiler los quieren como clientes.
Carecen de experiencia y tienen más riesgo de accidentes.
“Ninguna enfermedad mata a tantos jóvenes como los
accidentes de tráfico”, afirma un alto cargo de la Dirección General de Tráfico
(DGT), pero no ponen remedio. En España, cuando nos dan el carné apenas hemos
conducido unas cuantas horas en la autoescuela. Hay una alternativa, el modelo
de países como Francia, Suecia, Luxemburgo, Estados Unidos o Australia, en los
que, una vez que el chico o chica aprueba el teórico y recibe unas clases de
autoescuela (obligatorias y más caras que aquí), puede practicar con el coche
familiar debidamente acompañado y vigilado por sus padres antes de examinarse.
En Suecia, con este método se redujeron el 35% los accidentes.
En España la normativa prevé la conducción acompañada
en la disposición final tercera del decreto 818/2009, pero siete años después
no se ha implantado. ¿Por la presión de las autoescuelas? ¿Para favorecer la venta
de los carísimos cuatriciclos ligeros que se conducen sin carné desde los 15
años? ¿O más bien por los pingües beneficios que las tasas de examen
proporcionan a la DGT? Ochenta y cinco euros cada vez que nos examinamos. Como
vamos muy verdes, suspendemos mucho, y eso conviene a la tesorería: más
intentonas, más euros. De resultas nos falta práctica, guía, confianza.
Necesitamos un término medio entre tener carné de
conducir y no tenerlo. No se trata de eliminar las autoescuelas, tan
necesarias. Se trata de encontrar un equilibrio para mejorar y actualizar el
método de aprendizaje.
La seguridad vial es un asunto demasiado serio para reducirlo a
negocio. Después de un verano terrorífico con muchos más muertos en la
carretera, ¿no es hora de cambiar?