miércoles, 7 de septiembre de 2016

AQUELLAS AUTOESCUELAS DEL SIGLO PASADO (IX) De 1960 a 1969

(Primera parte)

·       Hasta 1967, examinaban para el permiso de conducir ingenieros de industria
·       Se crea la Jefatura Central de Tráfico
·       El Seat 600 se convierte en el rey de la carretera
·       El ministerio de Industria aprueba las normas unificadas para la realización de los exámenes de conductores de vehículos

La década de los años sesenta se conoce como la gran era del desarrollo económico español.

Los sectores productivos que lideraron el crecimiento español de los años sesenta estuvieron dominados por la fuerte demanda de viviendas, de electrodomésticos, de nuevos productos derivados de la industria química  como fibras sintéticas y artificiales, plásticos y detergentes y muy especialmente de una fuerte demanda de automóviles.

 El ritmo de desarrollo de España en las dos décadas anteriores fue progresivo pero muy moderado, pero a partir de 1960 se inicia un periodo de crecimiento exponencial que aumenta significativamente la riqueza de nuestro país.


La diferencia de salarios entre los obreros mejor y peor pagados, seguía siendo muy amplia sobre todo si incluimos en el cómputo las zonas rurales y los suburbios más pobres de las grandes ciudades. A pesar de ello,  la disponibilidad económica media de las clases trabajadoras resultaba bastante más aceptable que en las dos décadas anteriores. Todos los asalariados aspiraban a su pisito, su televisor, sus vacaciones en la playa o en el pueblo, y sobre todo anhelaban a conducir su propio Seat 600. Y para este último anhelo se necesitaba, además del automóvil, el permiso de conducir.






La considerable subida experimentada en la matriculación de vehículos y la creciente expedición de permisos de conducción a lo largo de la década nos indica de forma fehaciente el progreso continuado de nuestro país.

Durante 1960 fueron objeto de matriculación en España 145.618 vehículos; a lo largo de 1964, 299.968, lo que supuso, en relación a 1960, un incremento de 154.350 vehículos, más de un 100%.



Por estos años, la competencia en materia de vigilancia del tráfico, circulación y transporte por carretera y las facultades para sancionar infracciones que en estas materias se podían cometer estaban repartidas entre  diferentes Organismos. Si a esto se le une el incremento de vehículos de transporte por carretera, es lógico que se legislara para una ordenada y sistemática regulación y se pusieran las medidas necesarias para una mayor eficacia en las disposiciones que se fueran promulgando. Y con tal intención se aprueba la Ley 47/1959 sobre la regulación de la competencia en materia de trafico en todo el territorio nacional

.





A partir de la entrada en vigor de la mencionada Ley, la vigilancia del tráfico, circulación y transporte por carretera y demás vías públicas correspondería al Ministro de la Gobernación  y la sanción gubernativa de las infracciones que se cometan a los gobernadores civiles. Y se constituye como órgano de dirección inmediata, ordenación y coordinación la Jefatura Central de Tráfico


Seguía, sin embargo, atribuido al Ministerio de Industria todo cuanto se relaciona con las condiciones técnicas de los vehículos de tracción mecánica y la declaración de aptitud técnica de los conductores.

El Ministerio de Obras Públicas siguió con sus atribuciones: reglamentar, ordenar, coordinar e inspeccionar el transporte por carretera.   

En Septiembre de 1960 se publica el Decreto 1666/1960
 por el que se desarrollan las competencias en materia de trafico que habían sido determinadas por la ya citada Ley 47/1959.

La autorización e inspección de las Escuelas particulares de conductores siguió correspondiendo al Ministerio de Industria. Las aptitudes técnicas de los aspirantes a conductores  y de los conductores sometidos a nuevo examen por acuerdo gubernativo serían comprobadas y certificadas por los ingenieros del Servicio de Automóviles de las Delegaciones de Industria que siguieron examinando hasta finales de 1967. A poco de iniciarse 1968 la Jefatura Central de Trafico asume esta competencia.

En Diciembre de 1964 se publica en el BOE, una Orden del  Ministerio de Industria aprobando las normas unificadas para la realización de los exámenes de conductores de vehículos. Estas normas hacían referencia a los ejercicios y trámites que habían de realizar los aspirantes al permiso de conducir.

Los ejercicios exigidos se ordenaron en tres grupos:

Los del primer grupo versaban sobre conocimientos teóricos relacionados con el Código de Circulación y las señales de tráfico. En este grupo también se incluía una demostración de saber leer y escribir, por lo general, consistía en un breve dictado.

Los del segundo grupo estaban relacionados con la práctica en la conducción y el manejo de automóviles: aparcamiento en un espacio de longitud y anchura prefijadas; salida y entrada en dos calles perpendiculares, siguiendo el eje de cada una de ellas, y salida perpendicular a una calle estrecha que obligue a marchar hacia atrás; puesta en marcha del automóvil en una rampa; parada del automóvil en una pendiente

Los del tercer grupo estaban relacionados con la mecánica, que era obligatoria para los aspirantes al permiso de 1ª.


Por cierto, la denominación de los permisos de conducir seguía siendo la misma que estableció, en su momento, el Código de la Circulación de 1934: primera clase especia (camiones y autobuses con remolque de cualquier peso), primera clase (camiones y autobuses), segunda clase (turismos)), tercera clase (motocicletas).



Las escuelas de conductores, como se llamaban entonces, modernizaban sus instalaciones y renovaban su flota de vehículos. Sus numerosos clientes ya aprendían con automóviles modernos, de nueva generación como dirían hoy.




Algunas escuelas de esta época ya se ofrecían  para recoger a domicilio al alumno o alumna. Parece que en los últimos años, ya en el siglo XXI, ha vuelto esta practica. Como decía el sabio : ¡No hay tiempo que no vuelva!

El negocio de la enseñanza de la conducción en aquellos años  parece que promete y la necesidad de estar en disposición de poder atender la demanda hace que algún empresario compre  los coches de tres en tres.



Un tema que siempre ha preocupado al colectivo ha sido el de las tarifas. No ha sido nunca cuestión baladí. Si no hay ingresos suficientes no hay actividad o la actividad desarrollada no es la deseada para la calidad del servicio.

En los primeros años de la década que nos ocupa, las tarifas de los diferentes servicios estaban más o menos, en las siguientes cifras en toda España:

-        Matricula, teórica ,
-        tramitación, desplazamiento……………...1.000 pesetas
-        Clase practicas ½ hora………………………      75 pesetas
-        Examen……………………………………………..       75 pesetas
·       prácticas con coche viejo……. 60 pesetas
·       prácticas en Seat 1400……….180 pesetas/ hora.
·       práctica en Dauphine………… 160 pesetas/hora
 Clases de camión:
-        Camión nuevo……………180 pesetas media hora
-        Camión viejo………………150 pesetas media hora








Desde hace algunos años, las autoescuelas vienen reduciendo 
precios y en consecuencia han de reducir costes. En un mercado 
en clara recesión donde los ingresos no es que crezcan sino que 
caen y el pagar menos por los servicios se convierte en una vía 
de supervivencia para mantenerse. Pero cuando la calidad 
no importa y el único objetivo es el precio, disminuimos la 
competitividad de la empresa porque como dice el refranero 
español “nadie da duros a cuatro pesetas” (como aclaración a los 
más jóvenes, un duro equivalía a cinco pesetas).

Los titulares de autoescuela no debieran olvidar que la relación 
calidad – precio existe y cuando se rompe llega el principio del fin.

(Continuará)