Si todos los conductores conocen su significado, ¿por qué algunos no la respetan?
Como
ya hemos comentado en un post anterior relacionado con las señales, uno de los
gurús de la seguridad vial de nuestro país viene afirmado que en Roma ya
existió una señal parecida a nuestro
STOP y que era representada por el dios Hermes con el brazo en alto. Sin
embargo Eric Poehler,
arqueólogo, sostiene que no hay restos arqueológicos que permitan suponer que
en Roma hubiera tal señal.
Se dice que la primera señal de “PARE” o “STOP” tiene su origen en Alemania en el año 1892 y consistía en una calavera
que se iluminaba de noche (¿?). ¿Se imaginan el susto que deberían llevarse
aquellos viajeros que la vieran por primera vez?
A principios del siglo XX, las carreteras
norteamericanas eran un caos. Los conductores no necesitaban licencia para
conducir, las líneas de carril no existían, y las señales de tráfico eran casi
inexistentes, salvo algún que otro cartel informativo.
En alguna parte he leído que en EEUU, la
primera señal de stop fue instalada en Detroit en 1915. Cuando
la señal de alto oficial apareció en Detroit, en 1915, era pequeña, blanca y
cuadrada, nada parecido al octógono rojo que conocemos hoy. En 1923, una rama
del departamento de carreteras de Mississippi sugirió un cambio. Alguien se
había dado cuenta de la importancia que esta señal tendría para la seguridad
vial.
Cada día era mayor la dimensión que estaba alcanzando la
circulación de automóviles y cada día el problema se hacía más global y los diferentes Estados firmaban
convenios y protocolos para mejorar y facilitar la circulación.
El 19 de septiembre de 1949 se firma en Ginebra el Protocolo relativo a las señales de carreteras y se
hace en un solo ejemplar en francés e inglés.
Los Estados Partes en el susodicho Protocolo, deseosos de
garantizar la seguridad de la circulación por las carreteras y de facilitar la
circulación internacional por las mismas acuerdan un sistema uniforme de
señales y establecen que estas sean de tres clases: a) señales de peligro, b)
señales que dan instrucciones concretas; c) señales informativas.
Dentro del grupo de las señales que dan instrucciones concretas
se estable la señal de “PARADA EN EL CRUCE” que indica al conductor que debe
detenerse antes de entrar en una carretera con prioridad de paso o principal.
Esta señal— decía el Protocolo — consistirá en un triangulo rojo con el
vértice hacia abajo, inscrito en un círculo rojo. El triángulo podrá llevarla
palabra “parada” en su interior. Se
colocará esta señal en las carreteras sin prioridad de paso, a una distancia
adecuada del cruce, que será hasta de 50 metros en campo raso y de 25 metros en
zonas edificadas. Se recomienda que en estas carreteras sin prioridad de paso
se ponga también lo más cerca posible del cruce una señal, marca o línea de
posición.
Acababa de crearse la señal oficial de STOP. Su primigenia forma suponía
dos inconvenientes de cierta importancia: primero, los conductores al verla por
su parte posterior podrían confundirla
con cualquier otra señal circular y segundo, en países donde la climatología fuera
muy rigurosa y las nevadas frecuentes, la señal quedaría cubierta de nieve no pudiendo el conductor
identificar su mensaje. Estas circunstancias podrian provocar accidentes, que en
algunos casos podrían ser mortales. Y se pensó en construir la señal en forma
octogonal para diferenciarla de cualquier otra.
El Instrumento de Adhesión de España al susodicho Protocolo fue
depositado en la Secretaría de las Naciones Unidas el 13 de febrero de 1958
surtiendo efectos a partir del día 13 de mayo de 1958.
La importancia — se podría decir que vital en muchos casos — de
esta peculiar señal, hace que sea la única señal tráfico de ocho lados y la más
extendida por todo el mundo.
El hecho de ser octogonal permite a todos los conductores saber
que es la señal de STOP, aunque la vean por su parte posterior. Es reconocible
aún quedando cubierta por la nieve.
Si es tan importante y todos los conductores conocen su
significado, ¿por qué algunos no la
respetan?
Hoy es imposible imaginarse la circulación de automóviles sin la
existencia de señales de tráfico. Y podemos estar de acuerdo que de entre todas
ellas, una de las más importantes, quizá la que más, es la archiconocida señal
de STOP. A pesar de ello, su falta de cumplimiento es causa de muchos
accidentes con víctimas. Fíjense, si no, en el gráfico siguiente.
Volviendo
a la pregunta que nos hacemos, creo que la respuesta habría que buscarla en la
ausencia, en la mayoría de casos, de una de las bases en que debe sustentarse
la formación del conductor.
Durante
su formación en la autoescuela se trabajan
los conocimientos y las destrezas,
pero se olvida esa tercera base
donde también debe sustentarse toda formación educadora: los valores y con ellos los hábitos y las costumbres y cómo no, las emociones.
Todos los esfuerzos en la formación vial del conductor deberían
ir dirigidos a reducir las conductas de riesgo y a proporcionar o
incrementar medidas preventivas para un uso responsable y seguro de la movilidad
vial.
Para que cualquier actividad relacionada con la formación del
conductor dé resultados hay que actuar sobre tres ejes:
-
el
saber,
-
el
saber hacerlo y
-
el querer
hacerlo.
De
acuerdo con este planteamiento, aquella actividad de formación vial que no
pivote simultáneamente sobre estos tres elementos será poco efectiva para
prevenir los factores de riesgo. El conductor conoce la señal, sabe qué ha de
hacer, pero por los motivos que fueren, no quiere hacerlo. ¿Se preguntan por
qué?