martes, 14 de febrero de 2017

Cosas que se enseñan en la autoescuela…

-     Muere uno de los atropellados por un conductor ebrio que huyó.
-     Conducía  ebrio, atropelló a dos personas y además se dio a la fuga.

Es frecuente, lamentablemente, leer titulares como estos en cualquier medio de comunicación ya sean por atropellos a peatones o a ciclistas.

Nos complace traer a nuestro blog una publicación en Andalucía Información de Rosa G. Perea alusiva a los conductores que tienen estos comportamientos.




De los periódicos…
Publicado en: //andaluciainformacion.es/la gatera

Personas de bien
ROSA G PEREA

Me decía mi profesor de autoescuela, antes de sentarme en  aquel Seat 127 del 1986, que nunca olvidara que el coche antes que nada, era una máquina de matar. Y con cuánto convencimiento me lo diría que no lo he olvidado. (Tampoco he olvidado el “vicio” de pisar el embrague al frenar para que no se me “cale” el coche y que tan felices ha hecho a mis mecánicos de cabecera, pero ésa es otra historia). Pasan los años y cada vez que me subo al coche y me abrocho el cinturón, es en lo primero que pienso. He conducido muchísimo por mi trabajo. A horas malísimas, en las que el sueño puede hacerte pasar un mal rato; o el sol te deja ciego, o la lluvia te impide avanzar con seguridad, y siempre, siempre, he pensado que la prudencia era el mejor compañero de viaje. Nunca he tenido un percance con el coche más allá de averías o ruedas pinchadas. Pero no se equivoquen, no es por mi prudencia, es porque he tenido suerte. Porque algo está clarísimo, y es que no depende sólo de nosotros el que lleguemos sin novedad a nuestro destino.
Les cuento todo esto, porque hemos tenido una semana negra de accidentes en Sevilla. Creo recordar que han sido cinco y con víctimas mortales. Eso, en una ciudad donde no se puede correr (llena de calles estrechas) y atascos en muchos puntos, no debería ser probable. Pero lo que me ha revuelto el estómago, después del dolor de las víctimas obviamente, es que en más de un accidente, el conductor responsable del atropello se ha dado a la fuga dejando a las víctimas a su merced. Dice la prensa que en unos casos porque triplicaba la tasa de alcohol, en otros porque tenía el carnet retirado… de eso nada. Se marchan del lugar del accidente porque son unas personas deleznables. Así de sencillo. Nadie está libre de que se le vaya el coche, la máquina de matar, y provoque un accidente. Pero lo que es absolutamente voluntario es no tener ni un ápice de humanidad y denegar lo mínimo que tenemos los hombres (o debemos tener), caridad. Parar el coche, acompañar a la víctima hasta que llegue ayuda sanitaria y enfrentar los hechos con responsabilidad.

Eso no se enseña en las autoescuelas. No es el lugar para hacerlo. Allí te preparan para tener el carnet de conducir, pero para el “carnet de persona de bien” ¿dónde hay que ir?