El caos ocasionado en algunas carreteras por las primeras
nevadas del año, con más de 3.000 coches bloqueados desde el sábado, familias
paralizadas hasta 18 horas sin auxilio, escasísimos albergues o lugares donde
pasar las horas de mayor frío con algo de abrigo, calor y alimento, han
dibujado una fotografía de escasa capacidad pública ante una emergencia tan
previsible como la caída de nieve en enero. Así empezaba, días pasados, una
Editorial del País.
A toro pasado, es fácil buscar culpables
y responsables de cualquier acontecimiento. Aunque se viertan ríos de tinta y
se escriba lo que se escriba ni estarán todos los que
son, ni todos les señalados lo serán. Pero no conviene quedarse callado.
Por aquello de “quitarse las pulgas de encima”,
algunos disparan sin puntería y, diría
más, sin apuntar, pero la perdigonada llega a los menos culpables, aunque
también tengan su parte de culpa. Me refiero a los que se echaron a la
carretera, que algunos los hubo, sin la más mínima previsión y pensando que si
pagas un peaje tienes el derecho a llegar a tu domicilio sin problema alguno.
Quizá deba de ser así, pero no lo es y,
por desgracia, no fue así y ocurrió lo que todos hemos conocido.
Al más puro estilo del “yo no fui, fue Pepito”, los responsables de una
pésima gestión han querido cargar el
muerto a los otros, entre ellos a los menos culpables, los conductores. Esto es
frecuente entre nuestros políticos. Ellos a lo suyo, que es cobrar
religiosamente a final de mes y labrarse una jubilación de ensueño.
Ningún cargo quiere ser el
responsable, “todos se echan la bolita”, como dicen en Méjico. Ninguno
asume la responsabilidad y se señalan unos a otros. El director de la DGT ha
llegado a culpar a los conductores aunque después ha hecho un amago de
arrepentimiento matizando las palabras en las que señalaba a los conductores
como principales culpables: “Entre las muchas causas del colapso, señalé que,
quizá, también fue culpa de la avalancha de conductores; pero nunca como única
causa”. Ya lo apuntó Quevedo en el Buscón
hace un motón de años: hay cosas que, aunque sean verdad, no se han de
decir. Y menos por un cargo público nombrado por el dedo amigo.
Es lo que hay…hasta hasta la próxima
nevada.
Pero las cosas se pueden hacer mejor
y un ejemplo de ello es Alemania. Así nos lo cuentan en el siguiente artículo del ABC.
De los
periódicos
Publicado
en: http://www.abc.es
El caso
alemán: 9 millones de kilómetros limpios de nieve
El invierno pasado se emplearon solo en Baviera
350.000 toneladas de sal
La nieve pertenece al paisaje alemán de invierno y garantizar
el funcionamiento de todos los servicios a pesar de las nevadas requiere de un
sector expresamente dedicado a ello. En Baviera, una de las regiones más afectadas, el
Winterdienst –servicio de invierno– emplea a 3.100 personas y el invierno
pasado limpió de nieve nueve millones de kilómetros de calles y carreteras, el
equivalente a doce viajes a la luna de ida y vuelta.
A los 600
vehículos quitanieve de titularidad pública en la región,
se sumaron otros 650 de empresas de apoyo subcontratadas. El invierno pasado,
que no fue especialmente profuso en precipitaciones, la operación conjunta
costó unos 90 millones de euros y necesitó de 350.000 toneladas de sal por un
precio total de 23 millones de euros.
Otros 16 millones
fueron a parar al alquiler de vehículos. El Ministerio de Interior de Múnich
calcula que un día entero, 24 horas de los efectivos quitanieve a pleno rendimiento,
cuesta a las arcas estatales unos dos millones de euros.
Hay trabajadores a
tiempo completo, pero la mayoría trabajan como yo», explica Ulrich, un
estudiante universitario muniqués que se emplea en las aulas con la química de
la cerveza y que se gana la vida mientras tanto como empleado a tiempo parcial
manejando una máquina quitanieve.
«Durante los meses de invierno, cobro un fijo mensual de 550 euros por
estar disponible. Pueden llamarme a cualquier hora del día o de
la noche y estoy obligado a acudir de inmediato. A partir del primer minuto que
subo a la máquina, cobro diez euros adicionales por hora».
Este invierno, la gran
sensación han sido los vehículos quitanieve de conducción autónoma,
Mercedes-Benz Arocs 2045 AS. De momento actúan solo en pistas de aeropuertos,
pero es muy posible que en el futuro Ulrich se quede sin trabajo.
Fuera del presupuesto
El personal fijo se ocupa, además, del mantenimiento y el
suministro. La sal es comprada y almacenada durante el verano para lograr
precios más competitivos. Solo en Baviera hay seis depósitos estatales situados
estratégicamente para surtir a las 93 autopistas y calles centrales,
aproximadamente 25.000
kilómetros de vías en el menor tiempo posible y a pesar de
las nevadas. Las centrales locales van pidiendo suministro de sal según su
necesidad gracias a un programa informático y el servicio funciona las 24 horas
del día.
El resto de la red de
caminos federales y estatales, vías de menos tráfico, recibe el servicio a
partir de las 6 de la mañana y hasta las 22:00 horas.
Las aceras de las
calles, sin embargo, y esto es así también en el resto del país, no dependen
del presupuesto estatal, sino que cada edificio es responsable de la acera que
pasa delante de su fachada y de la limpieza de nieve de su tejado, asunto
importante porque la caída de nieve desde el tejado a la acera de peatones
puede dar lugar a peligrosos accidentes.
Cada edificio debe
contratar personal o empresas que retiren completamente la nieve y lo usual es
que también contrate un seguro por accidentes que cubra nieve y hielo, de forma
que si un viandante se rompe la pierna resbalando ante la puerta, sea el seguro
del edificio el que pague el tratamiento médico. El seguro médico del afectado
no está obligado en este caso a cubrirlo.