LO OBTIENE DESPUES
DE INTENTARLO 33 VECES DURANTE 25 AÑOS
Un claro ejemplo de
tesón, constancia, perseverancia, persistencia o tenacidad. Es el caso del
ciudadano británico Christian Whiteley-Mason, que después de 25 años, 33 intentos, 14 profesores y unos cuantos miles de
libras, ha logrado su
sueño: obtener el permiso de conducir para poder llevar su propio coche.
No es esta una
noticia de actualidad, porque Christian Whiteley-Mason tiene su licencia de
conducir expedida desde el día 24 de enero de 2017. Fue noticia hace un año,
pero, por no sé qué motivo, ha vuelto a aparecer estos últimos días en alguna
prensa digital.
Realizó su primera prueba de conducir en 1992. Y
durante la misma se subió a una acera y chocó contra una señal de tráfico.
Tras 56
clases de conducir, su profesor le dijo que "se diera por vencido porque
nunca aprobaría". Christian, después de 11 años y de tantos intentos
fallidos, por fin, en 2003 asume que eso
de conducir un automóvil quizá no es para él y abandona.
Nuestro protagonista siguió su vida, pero ni un solo
día logró olvidar su gran frustración.
¡Quizá algún dia…!, se decía.
La idea de poder conducir su propio automóvil siempre
le acompañó y Christian, ya cuarentón, decide volver a intentarlo. Ahora no lo
hace por ser la ilusión de su vida, sino por una necesidad. Tenía la necesidad
imperiosa de poder desplazara hasta a su lugar de trabajo por sus propios medios.
Se veía obligado a usar taxis o que otras personas lo trasladaran.
Un día se olvida de sus anteriores fracasos y decide
intentarlo una vez más. La gente de su entorno, y dado que el ser humano es
como es, amigos y compañeros hacen chanza con el tema, le pronostican nuevos fracasos
y le vaticinan que nunca llegaría a conseguirlo. Se equivocaron.
Christian logra aprobar el carnet de conducir con un
coche automático. Y, en esta ocasión, ha contado con la le inapreciable ayuda de un profesor
que no le dejado abandonar hasta conseguirlo. Nuestro perseverante alumno ya
puede conducir el coche que siempre había querido, un Smart al que, al parecer,
le llama “Percy”.
La tarea de conducir, hasta llegar a automatizar todos sus pasos, es compleja y difícil. Y llevar a cabo el
proceso enseñanza-aprendizaje de la conducción, como muy bien saben los
profesionales del ramo, no es tarea fácil.