martes, 26 de septiembre de 2017

DE EXAMINADORES Y EXÁMENES DE TRÁFICO


(Continuación)
(II)
Reflexiones para acercar los exámenes a la autoescuela






Por otra parte, y dejando al margen cuestiones anteriores, suscribo totalmente las siguientes líneas del comunicado de apoyo ATTAC (Assemblea de Treballadors Assalariats d`Autoescoles de Catalunya) a la huelga de examinadores:

(…)Tenemos mucho que reflexionar sobre el actual sistema de formación y evaluación de los permisos de conducir y para ello necesitamos profesionales bien cualificados y bien retribuidos. Obviamente esto también es extensible a los formadores viales. (…)

Y no podemos por menos que estar también de acuerdo en que la formación y evaluación de los aspirantes a conductores no puede seguir como hasta ahora.

Para que vean que mi convicción sobre el particular no es de hace cinco minutos transcribo aquí algunos párrafos de un artículo mío (perdón por citarme) publicado  hace casi tres décadas con el título de “REFLEXIONES PARA APROXIMAR EL EXAMEN DE CONDUCIR A LA AUTOSCUELA”. Del mismo se hizo eco el Butlleti Informatiu del SUTA (Sindicat Unitari de Treballadors d´Autoescoles) del cual lo he rescatado.

Haciendo referencia a los profesores decíamos en 1991:

(…) pero donde no tenemos arte ni parte es en la evaluación final o examen. 

…y después de transcurridos 26 años, los profesores y profesoras, siguen sin tener, en la evaluación, esa participación tan necesaria para una  formación de calidad del aspirante a conductor. El examen queda desgajado del proceso de enseñanza-aprendizaje.

Hemos de añadir que por aquellos años, los criterios de calificación de las pruebas no estaban publicados por lo que eran desconocidos para los profesores. Que los formadores no conozcan los criterios utilizados para examinar a sus alumnos no deja de ser una situación kafkiana. La DGT, por suerte, rectificó bastantes años después y se hicieron públicos.

Haciendo referencia a la evaluación dijimos:

(…) La evaluación de un sistema instructivo no se refiere sólo al alumno, sino también a los objetivos, propuestos de antemano, al proceso de instrucción y a la actividad del profesor.

(…) no hemos de olvidar que la evaluación mediante un examen final no podemos convertirla en un fin ya que es un medio que permite constantemente saber la funcionalidad del  proceso general de instrucción.

Y haciendo referencia al examen, esto era lo que escribimos:

(…) El examen realizado por las Jefaturas de Tráfico es un elemento más del sistema para la consecución del objetivo final y común que es formar buenos y seguros conductores. A pesar de esta evidencia es un elemento desconectado totalmente, como ya hemos apuntado, del sistema de aprendizaje.

(…) En otras palabras, creemos que la medición aislada que se hace de los exámenes, tanto en teórica como en práctica, no puede ni debería sustituir totalmente al juicio del profesor en la forma en que se ha venido haciendo siempre, debiendo intentar concebir el examen final o medición final  como un medio más para llegar a formar juicios de valor sólidamente constatados. Mientras esto no sea así la actitud que hemos de adoptar consiste en aceptar esos resultados no como un veredicto final, sino como una conjetura que puede ser rechazada o aceptada, hasta que nos lleguen tiempos mejores. 

Los profesores no estamos al corriente de los criterios de calificación que se
utilizan y aun cuando pensamos, en la mayoría de casos, que califican de forma eficaz y consistente, pueden basarse en normas de aplicación distintas.

Unos pueden ser relativamente "blandos"; otros, por el contrario, muy severos en sus valoraciones; todavía un tercer  grupo puede captar pequeñísimas diferencias llegando a ser quisquillosos a la hora de premiar o penalizar aspectos que otros examinadores consideran triviales.

No es de extrañar que todo el proceso instructivo y de aprendizaje se enfoque de acuerdo a superar unas determinadas pruebas y que esto sea desgraciadamente, y muy a pesar de las autoescuelas, el objetivo principal de la enseñanza, aunque no el único.

Es por todo ello que ambos colectivos deberíamos hacer todo lo posible para ensamblar ambas evaluaciones en bien del sistema, del alumno y, en definitiva, de la seguridad vial.




Una vez más he de decir que llevo años fuera de la actividad, pero intento, siempre que me es posible, saber de los avatares de la misma. Es por eso que  tuve conocimiento en su momento  de una ponencia de ASEXTRA en las Jornadas de Seguridad Vial celebradas en Zaragoza en febrero del presente año. Pude comprobar gratamente que la ponente de los examinadores, especialista en pedagogía, coincidía con la postura que yo venía defendiendo desde hacía muchos años.

La ponente, María Carmen Castro, funcionaria de carrera, examinadora y vicepresidenta de ASEXTRA realza el principio pedagógico de que la evaluación forma parte de la formación y destacó el gran papel que juega esta en el sistema,  "la evaluación permite ver qué tipo de nivel tiene el alumno, si ha comprendido y asimilado los requerimientos mínimos para conducir y si está preparado para integrarse en el flujo circulatorio. Es un control de calidad necesario y útil para comprobar si se siguen las directrices de lo que la Administración requiere". 

La mentalidad de la mayoría de aspirantes a conducir cuando se apuntan a la autoescuela, lo hacen con la mentalidad de que lo importante, más que el aprendizaje, es la consecución el ansiado documento. La mayoría de su entorno, incluso el familiar, piensa lo mismo.



Es triste y desmotivador que  los responsables de Tráfico y los de CNAE, con los medio económicos de que disponen, no hayan hecho lo  necesario para cambiar esta mentalidad y poner en valor la formación del conductor, el profesor, el examen de conducir y el examinador.



Por este y otros motivos la evaluación o el examen, (llámenle como quieran) de los futuros conductores se ha convertido, desafortunadamente,  en un fin, el más importante y, en ocasiones,  el único. 




 Y cuando el examen o evaluación deja de ser un instrumento puesto al servicio del proceso enseñanza/aprendizaje, ocurren tres cosas: el proceso se devalúa; se desmerece a las personas encargadas de llevarlo a buen puerto; el sistema genera una dinámica bastante alejada de los verdaderos objetivos de la formación del conductor. Esto es lo que viene pasando durante años. Nadie ha sabido o no ha querido poner remedio.

Pensando en la Seguridad Vial, todo esto es motivo más que suficiente para no zaherir tanto a examinadores y profesores de autoescuela, colectivos, dicho sea de paso,  que deberían haber remado siempre en la misma dirección. Desafortunadamente no ha sido así, aunque siempre hay tiempo para rectificar.

Y como no, dejen también de zaherir a la autoescuela, de maltratarla y de humillarla porque al final hemos de concluir con aquel refrán que decía: “entre todos la mataron y ella sola se murió”.

Casi tenía terminada esta entrada, cuando ha llegado a mis oídos la noticia de  una reunión de trabajo CNAE-DGT. Me cuentan que por parte de la DGT han estado presentes en la misma la Subdirectora General de Formación y Educación Vial y la Subdirectora Adjunta de Conocimiento Vial. Por parte de CNAE han asistido el Presidente y dos de sus vicepresidentes.

Me dicen que han tratado varios puntos, entre ellos: el permiso de la clase A; clases obligatorias entre las sucesivas convocatorias de examen, y la formación continua de los conductores.

Parece que los funcionarios de Tráfico, en este caso funcionarias, han escuchado a los dirigentes de CNAE y les han invitado a que presenten sus propuestas. Esto y nada es lo mismo.

Cuentan que Napoleón les decía a sus generales: “Si quieres solucionar un problema, nombre un responsable; si quieres que el problema perdure, nombra una comisión”. Y nosotros añadiríamos: si quieres acabar una reunión con los dirigentes de CNAE sin comprometerte a nada, invítales  a que te presenten sus propuestas.

Parece ser que la Asociación de Examinadores de Tráfico (ASEXTRA) lleva años proponiendo a la Administración que se impongan clases obligatorias previas al examen, tanto teóricas como prácticas. Así ocurre en muchos países de nuestro entorno. En Alemania, con una tradición automovilística mucho más antigua que la nuestra, es obligatorio asistir, como mínimo, a 14 clases teóricas antes del examen y en cuanto al examen práctico, deben realizar al menos 12 clases, perfectamente regladas en su contenido, con 5 clases en carretera, 4 en autopista y 3 en horas nocturnas. En España, nuestros aspirantes son tan listos que no es obligatoria ni una sola clase, ni de teórica, ni de prácticas. Ni al antes del primer examen, ni entre convocatorias.

Si como parece, en la DGT no han tenido en cuenta las peticiones de sus examinadores, ¿creen que tendrán en cuenta las propuestas de los dirigentes de CNAE?

¿Cuánto tiempo llevan ocupando sus cargos estos representantes que han de hacer las propuestas? Creo no equivocarme si afirmo que, un vicepresidente y el presidente, llevan cinco lustros, sino son seis. ¿Verdad que son años? Y ya ven la situación actual de la mayoría de las autoescuelas que representan.

Parafraseando al sabio de mi abuelo, yo les diría a estos dirigentes: “hombre que tiene canas no cree en solas palabras” y “lo que los ojos no ven, los oídos no lo creen”.

Por lo que he vivido y  por lo que oigo y leo, he tenido y sigo teniendo la sensación de que algunos dirigentes de la DGT y de CNAE han tomado y siguen tomando por idiotas a la gente de las autoescuelas.

¡Se hace necesario remover unos cuantos cargos!