(Continuación)
(II)
Reflexiones para acercar los exámenes a la autoescuela
Por otra parte, y
dejando al margen cuestiones anteriores, suscribo totalmente las siguientes
líneas del comunicado de apoyo ATTAC (Assemblea de Treballadors Assalariats
d`Autoescoles de Catalunya) a la huelga de examinadores:
(…)Tenemos mucho que reflexionar sobre el
actual sistema de formación y evaluación de los permisos de conducir y para
ello necesitamos profesionales bien cualificados y bien retribuidos. Obviamente
esto también es extensible a los formadores viales. (…)
Y no podemos por menos que estar también de acuerdo en que la
formación y evaluación de los aspirantes a conductores no puede seguir como
hasta ahora.
Para que vean que mi
convicción sobre el particular no es de hace cinco minutos transcribo aquí
algunos párrafos de un artículo mío (perdón por citarme) publicado hace casi tres décadas con el título de
“REFLEXIONES PARA APROXIMAR EL EXAMEN DE CONDUCIR A LA AUTOSCUELA”. Del mismo
se hizo eco el Butlleti Informatiu del SUTA (Sindicat Unitari de Treballadors
d´Autoescoles) del cual lo he rescatado.
Haciendo referencia
a los profesores decíamos en 1991:
(…) pero donde no
tenemos arte ni parte es en la evaluación final o examen.
…y después de transcurridos 26 años, los
profesores y profesoras, siguen sin tener, en la evaluación, esa participación
tan necesaria para una formación de
calidad del aspirante a conductor. El examen queda desgajado del proceso de
enseñanza-aprendizaje.
Hemos de añadir que por aquellos años,
los criterios de calificación de las pruebas no estaban publicados por lo que
eran desconocidos para los profesores. Que los formadores no conozcan los
criterios utilizados para examinar a sus alumnos no deja de ser una situación
kafkiana. La DGT, por suerte, rectificó bastantes años después y se hicieron
públicos.
Haciendo
referencia a la evaluación dijimos:
(…) La evaluación de un sistema instructivo
no se refiere sólo al alumno, sino también a los objetivos, propuestos de antemano,
al proceso de instrucción y a la actividad del profesor.
(…) no hemos de olvidar que la
evaluación mediante un examen final no podemos convertirla en un fin ya que es
un medio que permite constantemente saber la funcionalidad del proceso general de instrucción.
Y haciendo referencia al examen, esto era lo
que escribimos:
(…) El examen realizado por las Jefaturas de Tráfico
es un elemento más del sistema para la consecución del objetivo final y común
que es formar buenos y seguros conductores. A pesar de esta evidencia es un
elemento desconectado totalmente, como ya hemos apuntado, del sistema de
aprendizaje.
(…) En otras palabras, creemos que la medición aislada
que se hace de los exámenes, tanto en teórica como en práctica, no puede ni
debería sustituir totalmente al juicio del profesor en la forma en que se ha
venido haciendo siempre, debiendo intentar concebir el examen final o medición
final como un medio más para llegar a
formar juicios de valor sólidamente constatados. Mientras esto no sea así la
actitud que hemos de adoptar consiste en aceptar esos resultados no como un
veredicto final, sino como una conjetura que puede ser rechazada o aceptada,
hasta que nos lleguen tiempos mejores.
Los profesores no estamos al
corriente de los criterios de calificación que se
utilizan y aun cuando pensamos, en
la mayoría de casos, que califican de forma eficaz y consistente, pueden
basarse en normas de aplicación distintas.
Unos pueden ser relativamente
"blandos"; otros, por el contrario, muy severos en sus valoraciones;
todavía un tercer grupo puede captar
pequeñísimas diferencias llegando a ser quisquillosos a la hora de premiar o
penalizar aspectos que otros examinadores consideran triviales.
No es de extrañar que todo el
proceso instructivo y de aprendizaje se enfoque de acuerdo a superar unas determinadas pruebas
y que esto sea desgraciadamente, y muy a pesar de las autoescuelas, el objetivo
principal de la enseñanza, aunque no el único.
Es por todo ello que ambos colectivos deberíamos hacer
todo lo posible para ensamblar ambas evaluaciones en bien del sistema, del
alumno y, en definitiva, de la seguridad vial.
Una vez más he de decir que llevo años fuera
de la actividad, pero intento, siempre que me es posible, saber de los avatares
de la misma. Es por eso que tuve conocimiento
en su momento de una ponencia de ASEXTRA
en las Jornadas de Seguridad Vial celebradas en Zaragoza en febrero del
presente año. Pude comprobar gratamente que la ponente de los examinadores,
especialista en pedagogía, coincidía con la postura que yo venía defendiendo
desde hacía muchos años.
La ponente, María Carmen Castro,
funcionaria de carrera, examinadora y vicepresidenta de ASEXTRA realza el principio
pedagógico de que la evaluación forma parte de la formación y destacó el gran papel
que juega esta en el sistema, "la
evaluación permite ver qué tipo de nivel tiene el alumno, si ha comprendido y
asimilado los requerimientos mínimos para conducir y si está preparado para integrarse
en el flujo circulatorio. Es un control de calidad necesario y útil para
comprobar si se siguen las directrices de lo que la Administración
requiere".
La mentalidad de la mayoría de aspirantes a conducir cuando se apuntan a la
autoescuela, lo hacen con la mentalidad de que lo importante, más que el
aprendizaje, es la consecución el ansiado documento. La mayoría de su entorno,
incluso el familiar, piensa lo mismo.
Es triste y desmotivador que los responsables de Tráfico y los de CNAE, con
los medio económicos de que disponen, no hayan hecho lo necesario para cambiar esta mentalidad y
poner en valor la formación del conductor, el profesor, el examen de conducir y el examinador.
Por este y otros motivos la evaluación o el examen, (llámenle como quieran)
de los futuros conductores se ha convertido, desafortunadamente, en un fin, el
más importante y, en ocasiones, el
único.
Pensando en la Seguridad Vial, todo esto es motivo más que suficiente para
no zaherir tanto a examinadores y profesores de autoescuela, colectivos, dicho
sea de paso, que deberían haber remado
siempre en la misma dirección. Desafortunadamente no ha sido así, aunque
siempre hay tiempo para rectificar.
Y como no, dejen también de zaherir a la autoescuela, de maltratarla y de
humillarla porque al final hemos de concluir con aquel refrán que decía: “entre
todos la mataron y ella sola se murió”.
Casi tenía terminada esta entrada, cuando ha llegado a mis oídos la noticia
de una reunión de trabajo CNAE-DGT. Me
cuentan que por parte de la DGT han estado presentes en la misma la
Subdirectora General de Formación y Educación Vial y la Subdirectora Adjunta de
Conocimiento Vial. Por parte de CNAE han asistido el Presidente y dos de sus
vicepresidentes.
Me dicen que han tratado varios puntos, entre ellos: el permiso de la clase
A; clases obligatorias entre las sucesivas convocatorias de examen, y la
formación continua de los conductores.
Parece que los funcionarios de Tráfico, en este caso funcionarias, han
escuchado a los dirigentes de CNAE y les han invitado a que presenten sus
propuestas. Esto y nada es lo mismo.
Cuentan que Napoleón les decía a sus generales: “Si quieres solucionar un
problema, nombre un responsable; si quieres que el problema perdure, nombra una
comisión”. Y nosotros añadiríamos: si quieres acabar una reunión con los dirigentes
de CNAE sin comprometerte a nada, invítales
a que te presenten sus propuestas.
Parece ser que la Asociación de Examinadores de Tráfico (ASEXTRA) lleva
años proponiendo a la Administración que se impongan clases obligatorias
previas al examen, tanto teóricas como prácticas. Así ocurre en muchos países
de nuestro entorno. En Alemania, con una tradición automovilística mucho más
antigua que la nuestra, es obligatorio asistir, como mínimo, a 14 clases
teóricas antes del examen y en cuanto al examen práctico, deben realizar al menos
12 clases, perfectamente regladas en su contenido, con 5 clases en carretera, 4
en autopista y 3 en horas nocturnas. En España, nuestros aspirantes son tan
listos que no es obligatoria ni una sola clase, ni de teórica, ni de prácticas.
Ni al antes del primer examen, ni entre convocatorias.
Si como parece, en la DGT no han tenido en cuenta las peticiones de sus
examinadores, ¿creen que tendrán en cuenta las propuestas de los dirigentes de
CNAE?
¿Cuánto tiempo llevan ocupando sus cargos estos representantes que han de
hacer las propuestas? Creo no equivocarme si afirmo que, un vicepresidente y el
presidente, llevan cinco lustros, sino son seis. ¿Verdad que son años? Y ya ven
la situación actual de la mayoría de las autoescuelas que representan.
Parafraseando al sabio de mi abuelo, yo les diría a estos dirigentes:
“hombre que tiene canas no cree en solas palabras” y “lo que los ojos no ven,
los oídos no lo creen”.
Por lo que he vivido y por lo que
oigo y leo, he tenido y sigo teniendo la sensación de que algunos dirigentes de
la DGT y de CNAE han tomado y siguen tomando por idiotas a la gente de las autoescuelas.
¡Se hace necesario remover unos cuantos cargos!