LA NECESIDAD DE CREAR UNA ESCUELA DE
CHAUFFEURS
Conducir un automóvil es operación fácil
de aprender. En dos horas se encuentra cualquiera dispuesto a guiar un coche,
para lo cual basta con conocer el funcionamiento de las palancas y pedales,
saber manejar el volante, haber aprendido que para pasar de una velocidad a
otra es necesario desembragar, y algunas otras maniobras esenciales y
sencillas, con las cuales, la mayor parte de nuestros automovilistas se creen
ya unos perfectos conductores.
Los lectores de una prestigiosa revista de “sports” tuvieron ocasión de
leer las anteriores líneas allá por un gélido día del mes de febrero de 1907.
Lo más sensible es que no sólo los
aficionados creen haber perfeccionado su educación automovilista con los conocimientos
de que antes hemos hablado, sino que muchos, por no decir todos los chauffeurs
profesionales que hoy tenemos, se encuentran en el mismo caso. Ya repetidas veces
— seguía diciendo el autor de este
escrito — hemos abogado
en estas columnas por la creación de escuelas de chauffeurs, en las que,
después de adquirir los conocimientos necesarios, se expidieran títulos de
aptitud que fueran una garantía de las vidas y de los intereses de los propietarios
de los coches.
En mayo de ese mismo año el diario HERALDO ALAVES publíca un
“remitido” del ciudadano alavés
Sr.Arturo Salazar en el que abogaba, por tres deseaos. El tercero era la creación de una autoescuela: (ver entrada de 24 de abril de 2013)
3º.-
La creación de una escuela de “chauffeurs donde los alumnos recibieran una
enseñanza eminentemente práctica. Para este objeto creemos que nuestro ilustre
Ayuntamiento debía de ponerse en relación con la casa Darracq.
No es frecuente en los albores del siglo pasado que el dueño de un
automóvil guie su propio vehículo. Unos años antes los coches de caballos los
guiaba un profesional, el “cochero”. En 1907, los automóviles los guían un
“chauffeur”.
Conducir un automóvil es cosa fácil; estrellarse con él lo es aún mucho más
para el que ignora algunos preceptos. Y los ignoran porque están en el
nacimiento del automóvil y apenas existen autoescuelas donde poder aprender y
las pocas que hay están en las grandes ciudades.
Allá por 1908, cuando la industria automovilística estaba en pañales, hubo
un autor francés llamado Louis Baudry de Saunier, escritor y periodista,
divulgador de ciencia y especializado en el automóvil. Escribió varios libros y
muchos artículos en el semanario francés L'Illustration.
Entre los libros que escribió está el que hoy nos ocupa y cuyo título en
francés es:” L`Art de bien conduire une automobile”. Es una recopilación de conocimientos de los
principios y habilidades que un conductor debe poseer para poder obtener de su
automóvil el mayor rendimiento posible.
El libro consta de un prologo del propio autor
y de cinco capítulos. El primero está dedicado al conductor.