jueves, 14 de enero de 2021

¡ BIEN POR AUTOESCUELAS-K!

 Mi felicitación para “Autoescuelas-K”, y para todas aquellas que ofrecen este tipo de formación. — No creo que haya muchas en España—.

He sabido de la existencia de Autoescuelas-K leyendo un artículo que encontré por casualidad en el periódico digital el “heraldo”.

 

En Zaragoza se ubica el “Circuito Experimental de Conducción (CEC)”. Un centro de referencia nacional de primer nivel para la promoción de la movilidad sostenible, conectada y segura a través de actividades de formación, según el “heraldo”.



La aludida autoescuela, para llevar a cabo sus diferentes cursos, entre los que se encuentran varios de seguridad vial, utiliza las pistas del “Circuito Experimental de Conducción”. La instalación, en su primera fase, según leo, tiene una superficie exterior de 85.000 metros cuadrados, con circuitos técnicos especializados para automóviles, vehículos pesados, motocicletas, 4x4, kars, VMP y vehículos eléctricos. En este espacio, además, está la sede principal de la Fundación Educatrafic, surgida de la Responsabilidad Social Corporativa de Autoescuelas K.

 ¿Por qué felicito esta autoescuela? Porque ha sabido innovar, aunque mejor sería decir diversificar su oferta de servicios de una formación tan importante como es la orientada a mejorar la seguridad vial, la propia y la que se deriva de ella hacia los demás usuarios.

 Me quedo con el término diversificar más que el de innovar porque innovar según el DRAE en su primera acepción  significa: Mudar o alterar algointroduciendo novedades. Y en honor a la verdad, esta formación no es una novedad, aunque sí es poco frecuente en la autoescuela.

 Hace años que algunos ya habíamos apostado por ella, aunque con poca aceptación por parte de sectores  relacionados directamente con las autoescuelas.

 Allá por los últimos años de la década de los ochenta del pasado siglo, cuando pocos,  por no decir nadie del mundo de las autoescuelas y de la formación de profesores que yo conocía, llegó a interesarse por esta formación, un servidor de ustedes ya había impartido algún que otro curso, en particular, el de nivel básico de  “Conducción Segura”. He de decir que en un espacio no con tantas posibilidades como el circuito que utiliza esta autoescuela.

 Permitirme que les cuenten cómo surgió en mí la inquietud por  esta clase de formación práctica. Sigo pensando  que sería muy positivo que la recibiesen no solo aspirantes a conductor, sino todos los conductores. Pero ojo con los objetivos pedagógicos

 Pues bien, un buen día, en una clase de teórica, una alumna me planteó la siguiente pregunta: ¿nos puede explicar que es un subviraje y un sobreviraje y cómo se soluciona si nos pasa en carretera? Con el tiempo supe que su novio era muy aficionado a los “rallies”. Seguro que me entienden lo que quiero decir.

 — Hoy no toca, —le contesté —. Y a pesar de que esta pregunta no sale en el examen, (estábamos en los años ochenta del pasado siglo)  lo explicaré el próximo día.

 En honor a la verdad he de decir que yo, en aquel momento no tenía una repuesta suficientemente clara y convincente para la pregunta. Conocía más o menos la teoría, pero no la práctica. También  he de decir, que por aquellas fechas conduciendo en vías públicas, nunca tuve la ocasión de decir aquello tan recurrente: “el coche me hizo un extraño”, cuando la verdad es que ese “exraño” tiene una explicación.

 

En aquellas fechas, un servidor nunca  había experimentado un subviraje ni un  sobreviraje. Tampoco lo he experimentado con posterioridad, conduciendo en vías abiertas al tráfico en general. Y seguiré haciendo todo lo posible para que no me ocurra. Sin embargo la pregunta despertó en mí la necesidad de experimentar esos fenómenos, el subvirar y el sobrevirar. Seguro que depués de la experiencia sabría explicarlo mejor y, sobre todo, ser más convincente. Lo vivido y experimentado se transmite mejor que lo leído.

 Indagué, pregunté y, por circunstancias que no vienen al caso, supe de la existencia del circuito, “CAN PADRÒ”. Allí hacían varios cursos y entre ellos el que yo buscaba.

 Junto con otros cuatro compañeros, profesores de autoescuela y ya jubilados como yo, hice un curso de dos días. En aquel circuito experimenté, por vez primera, lo que era un derrapaje o deslizamiento, tanto en el eje delantero como en el trasero. Y no crean que resultaba fácil el corregirlo y mantener la trayectoria correcta sin salir de la calzada.




Y también por vez primera  supe de la dificultad que había para corregir y dominar el coche cuando los neumáticos pierden adherencia. Allí entendí lo positivo que era experimentar estas situaciones mediante un riesgo controlado. Pero, a la vez, entendí que sería más positivo y seguro convencer a mis alumnos y alumnas de que era más fácil  aprender y hacer todo lo posible para que estos deslizamientos o derrapes no se lleguen a producir.

 

Todos, conductores y conductoras, saben y están capacitados para poner en práctica las medidas necesarias para que no se produzca el derrape, sea subvirando o sobrevirando, pero no todos están capacitados para  corregirlos y hacer que el vehículo vuelva a la trayectoria correcta y segura después de haberla perdido por el derrape.

 Antes de acabar la década de los noventa hice otro curso de características parecidas. Esta vez, en el Circuito de Calafat (Tarragona) con la escuela TAC que dirigía Joan Arnella. El anterior,  el de Can Padró, lo dirigió Salvador Canyelles. Tanto uno como otro provenían de la competición automovilística, ambos con excelente palmarés.




Cada día que pasaba estaba y sigo estando más y más convencido delo recomendable de es esta formación para la seguridad vial. No es imprescindible, pero hasta me atrevo a recomendarla porque es la única manera de vivir tales experiencias sin riesgo para nadie.

 El objetivo de quienes gestionaban e impartían estos cursos, no era del todo coincidente con el que yo creía que debía ser si los cursos eran impartidos por la autoescuela. 

 Tanto en el curso de Can Padró como el Calafat, les he oído decir    que el objetivo final era el  siguiente: que los participantes adquieran los conocimientos, la habilidad y el dominio suficientes para resolver situaciones comprometidas.  

 

El objetivo desde “Autoescuelas-K” es lograr que los conductores mejoren sus habilidades en el control del vehículo en situaciones imprevistas o extremas mediante la asimilación de unos conocimientos y un entrenamiento práctico, y así lograr una mayor seguridad vial.

 Es aquí donde difiero. Aunque me parezcan bien estos objetivo, es casi imposible que el participante, con tan escaso  entrenamiento, integre las acciones para ejecutarlas de manera automática.  Veo una dificultad y no pequeña para lograr alcanzarlos con tan escaso entrenamiento. Es difícil que los alumnos, incluso los que mejores aptitudes puedan tener, consigan, con unas pocas horas de entrenamiento, integrar  de forma automática los comportamientos necesarios e imprescindibles para lograr corregir de manera correcta aquellos deslizamientos o derrapes a los que venimos aludiendo.

 

Yo creía y sigo creyendo, que el objetivo principal de estos cursos debía ser que el alumno o participante, fuera novel o con algunos años de experiencia, y después de haber experimentado todo tipo de derrapes, llegue a  tomar conciencia de:

- que conduce peor de lo que el mismo se cree,

 que dominar el vehículo en tales situaciones es muy dificil, porque no lo esperamos y la ejecución de la tarea no la tenemos automatizada.

 que siempre es mejor y más fácil prevenir que corregir un derrape (esto está al alcance de todos),

 que conozca los factores de riesgo y las medidas preventivas y las aplique para que el derrape no se llegue a producirse,

 -  que tiene un vehículo, no para tomar parte en un “rally”, sino para realizar desplazamientos tranquilos y relajados.

 Las ventajas, los beneficios, lo relevante  y lo meritorio de  estos cursos podemos resumirlo en:

·       La posibilidad de reproducir la conducción en bajas  condiciones de adherencia.

·       Poder realizar  todo tipo de ejercicios que ayudan a comprender de una manera clara y rápida  distintos comportamientos del vehículo.

·       Experimentar situaciones críticas de conducción a baja velocidad para eliminar riesgos.

 

Todo conductor o conductora ha de tener siempre presente que cuando los neumáticos de su automóvil pierden la adherencia es muy difícil controlar su trayectoria y no acabar fuera de la calzada o empotrado contra un árbol o contra el vehículo que nos viene de frente. Esto lo habrán vivido estos pasados días algunos conductores y conductoras y seguro que se  acordarán de la dichosa “Filomena” el resto de su vida.

 Para subsanar las carencias de los conductores han venido Los Sistemas Adelantados par ayuda al Conductor (ADAS). Pero esto es otra cuestión.