miércoles, 21 de enero de 2015

AQUELLAS AUTOESCUELAS DEL SIGLO PASADO (IV)

La publicidad de aquellas “Escuelas de Chauffeurs” en la segunda década del siglo pasado (1927-1929).


Los “felices veinte” (continuación).

En este recorrido que venimos haciendo de aquellas autoescuelas de principios del siglo pasado, vemos que la denominación de estos establecimientos, surgidos a la sombra del automóvil, fue tan anárquica como escasa su regulación:“Escuela de Chauffeurs”, “Escuela de Choffers”, “Auto Academia”, “Enseñanza de Chofers”, “Academia de Chofers”.  Esta situación continuó así durante unos cuantos años más.

El automóvil fue el protagonista indiscutible de la segunda revolución industrial. Su aparición modificó los hábitos sociales del mundo occidental. El aumento de la actividad productiva trajo, hacia la segunda mitad de los años veinte, nuevos puestos de trabajo, nuevos salarios  y un aumento, hasta entonces desconocido, del consumo. Aumentó la venta a plazos y se empezó a crear un nuevo estilo de vida. Los municipios implantaron ordenanzas de circulación, crearon  impuestos para el automóvil y surgieron nuevos servicios a la sombra de este nuevo medio de transporte, entre ellos la enseñanza de conducir. El incremento de  las “Escuelas de Chauffeurs” empezó a ser considerable.

El automóvil era el transporte más representativo de la época y, como consecuencia del desarrollo técnico y de la fabricación en las cadenas de montaje, se lanzan al mercado nuevos modelos, más cómodos y más utilitarios. Incluso su precio empezó a decrecer y cada día eran más los que podían acceder a él, aunque seguían estando fuera del alcance de la mayoría de los españoles.

Cuando un posible cliente se interesaba por uno de aquellos automóviles, y miraba su cuadro de mandos, reparando en un botón que no había visto en otros modelos, siempre había el sabiondo vendedor de turno que le espetaba: est le bouton de démarrage (es el botón de arranque). Empezaba a no ser necesario un mecánico profesional para poner en marcha el motor con aquella manivela exterior. Bastaba con apretar un botón desde el interior para que el motor iniciara su rápido funcionamiento. Aquel artilugio podía ser un peligro para los inexpertos. Su retroceso te podía romper la muñeca o arrancarte los dientes con suma eficacia.


Esta alegría económica y esta sobrevenida prosperidad continuó hasta finales de los años veinte. También en aquel entonces estalló una burbuja capitalista.
A los españoles les tocó vivir, por aquellos años, la dictadura de Primo de Rivera. El dictador no tenía programa político, pero le preocupó el mantenimiento del orden público y la unidad de España. Aprovechando una cierta paz social, el hecho de que la peseta estaba fuerte y la economía nacional en expansión se crearon algunas empresas públicas como CAMPSA, TELEFONICA, TABACALERA, etc. Como cada día se matriculaban más y más automóviles se hizo un notable esfuerzo en la mejora de las carreteras. En 1926 y mediante un Real Decreto Ley se establece la creación de un  Circuito Nacional de Firmes Especiales que agrupe a las carreteras que supongan itinerarios principales, es decir, las que sean enlace de las poblaciones de mayor importancia y los circuitos de valor artístico e histórico.
Querían atraer el turismo y para ello había que mejorar las carreteras asfaltadas de “macadam” para adaptarlas a los nuevos automóviles  que ya ascendían a 50.000 en 1925.   Entre otras, las medidas que se propone son: la utilización de nuevos firmes, la supresión de los pasos a nivel y la mejora de travesías, curvas y rasantes. Muchas curvas peligrosas fueron eliminadas  y, por primera vez y adelantándose a otros países europeos, se peraltaron sus bordes exteriores para contrarrestar la fuerza centrífuga, técnica que sólo se venía aplicando en Europa a los circuitos de carreras. Por aquellos años, ya se podía alcanzar con un turismo una velocidad de 65 km por hora.




En el mes de mayo de 1927 aparece este anuncio en el periódico La Vanguardia con un texto que podríamos calificarlo, cuando menos,  de curioso. ¿Se volverá a este trueque de servicios en un futuro? No olviden que la historia suele repetirse… ¿o no? Yo espero que surjan nuevos dirigentes que sean capaces de evitarlo; en la profesión los  hay.



La publicidad en los últimos años de esta segunda década sigue haciendo hincapié en el precio. Al parecer, era el reclamo más eficaz para atraer a posibles clientes. Ha transcurrido casi un siglo y… ¿no creen que el precio sigue siendo, lamentablemente, lo que más seduce a la hora de elegir autoescuela?