Hoy, leyendo un diario, más concretamente
“Diario de Mallorca” me he quedado “ojiplático”. Aunque parece que no he sido
el único. El director de una autoescuela de Palma de Mallorca ─ yo sigo utilizando
el genitivo ─, ha descubierto que recurrir a los descontentos por la
designación de Donald Trump como
presidente de EEUU podría ir bien para su negocio. Y sin consultar con la CIA,
ni con el FBI, ha decidido que todo aspirante a conductor que acuda a su autoescuela
y manifieste que está decepcionado o triste por la elección de este americano
como presidente de EEUU, le regalará la
matricula en su centro. Vamos que el permiso de conducir le saldrá más barato
(¿?) en su autoescuela gracias a Donald Trump.
El refranero castellano, que acumula siglos de
sabiduría popular, lo tiene claro: “nadie da duros a cuatro pesetas”. Vamos,
que nadie regala nada, por nada.
Sin embargo, por
el principio de libertad de empresa bendecido
por nuestra Constitución, cualquier empresario puede vender
sus productos o servicios al precio que considere oportuno, incluso darlos
gratuitamente. Cada
uno tiene derecho a arruinarse como quiera y cuando quiera. Solo en
determinadas circunstancias, se podrá considerar como competencia desleal: cuando su objetivo sea perjudicar
a los consumidores o eliminar o perjudicar a otro competidor o al
mercado.
¿Tendrá éxito la idea? ¿Se la copiaran las
autoescuelas de California? ¿Esta oferta
mejorará la formación en esta autoescuela a los que matricule de forma
gratuita?
Al menos, la
idea, no sé si original, ha llamado la atención.
¡Que tenga éxito! Al menos, yo se lo deseo.