jueves, 6 de enero de 2022

UN RECUERDO ANECDÓTICO A PROPÓSITO DEL ABS

 

¡otro que no tiene ni puñetera idea de lo que dice!

Al ver estas imágenes, me ha venido a la memoria una anécdota de mi época de formador. No recuerdo bien el año, pero seguro que fue a mediados de la primera década del presente siglo. Hace ya unos cuantos años. Era el primer curso para Profesores de Formación Vial que se impartía en la Universidad Autónoma de Barcelona. Mientras estuve en activo participé en todos como profesor.

Si la memoria no me falla, creo que era a su vez el segundo curso que se impartía en Barcelona. En el primero también participé, ya que la empresa en la que trabajaba ganó el concurso que a tal efecto convocó el Servei Català de Transit.

El ABS, aunque no era mi materia, ni el tema a impartir aquel día en clase, pero sea como fuere y después de haberse presentado cada uno de los asistentes, uno de ellos pidió la palabra  alzando el brazo. Se la concedí y me lanzó, yo diría, que a quema ropa la siguiente pregunta:

— si usted condujera un vehículo con ABS y se encontrase con una situación de peligro en una calzada mojada, ¿pisaría el pedal de freno y del embrague a la vez?

 — Sí, rotundamente sí —le contesté.

Se empezó a oír un run-run en la clase. Intuí que era de desacuerdo con mi respuesta. Incluso del fondo del aula oí que alguien largó: ¡vamos, que éste no tiene ni puñetera idea de lo que dice! Y lo dijo en un tono de voz que sobresalía del murmullo de la clase. Supuse, que  utilizaba aquel para  que yo me enterara de lo que pensaba. Y me enteré.

Transcurrido algunos segundos y sin hacer ningún comentario les rogué que guardaran silencio y que se manifestaran levantado la mano los que estaban de acuerdo con mi respuesta. Apenas la llagaron a levantar un tercio de los allí presentes.

 Eran jóvenes y algunos no tanto que  habían superado la fase de distancia y empezaban la fase de presencia. En pocas semanas serían profesores y profesoras de Formación Vial. Y por lo que supe después, eran buenos profesionales.

Hoy, cerca de cuatros lustros después, ojeando la revista TRÁFICO y viendo las imágenes, no sé por qué  he rememorado aquella anécdota.

 Quiero recordar que después de un largo silencio me dirigí  a aquellos futuros profesores y profesoras y les expliqué  lo que ustedes ya saben, pero no está de más recordarlo.



ABS es un acrónimo. Un acrónimo, en lingüística moderna, puede ser una sigla que se pronuncia como una palabra y que por el uso acaba por incorporarse al léxico habitual en la mayoría de casos. También puede ser un vocablo formado al unir parte de dos o,  a veces, más palabras. El ABS responde a las siglas de  «Antilock Braking System», que en español paladino seria: sistema antibloqueo de frenos.

 Es un elemento de la seguridad activa del coche que lo llevan instalado desde hace varias décadas. El primer coche que montó este sistema, patentado por Bosch, fue un Mercedes-Benz del año 1978.


Al principio eran sólo los coches de lujo los que montaban el ABS, hasta que en 2004 se hizo obligatorio para todos los coches nuevos en Europa. La anécdota que cuento ocurrió por aquella fecha.

La principal virtud de este sistema es la de poder seguir frenando sin que queden bloqueadas las ruedas delanteras y en consecuencia no se pierda la direccionalidad de coche.

Al pisar el pedal del freno se empuja un líquido a través de unos circuitos, y dado que un líquido no se puede comprimir, esa presión es transmitida a los frenos. Por lo tanto, si se le quita presión al líquido podemos evitar que las ruedas se bloqueen, sin que el conductor levante el pie del pedal. Para ello, se instalan unas electroválvulas que cuando reciben una señal eléctrica de la centralita del ABS, dejan pasar el líquido a un circuito diferente, liberando el freno de esas ruedas.

Además de las electroválvulas, que son las que regulan la presión del freno en cada rueda abriéndose y cerrándose, están: la centralita que es la que trabaja todos los datos obtenidos, los sensores de giro en las ruedas y una unidad de mando que es donde se decide si se deben abrir o cerrar las electroválvulas.

 ¡Qué buen invento!

… si lo utilizamos correctamente