Pronto hará dos años que entró en vigor la última
reforma de Ley de Tráfico y Seguridad
Vial. Una de las medidas más controvertida y de dudosa eficacia fue y es aquella
que «Suprime la posibilidad
de que turismos y motocicletas puedan rebasar en 20 km/h los límites genéricos
de velocidad en las carreteras convencionales cuando adelanten a otros vehículos.
Este punto fue especialmente criticado, alegando que aumentaría la peligrosidad en las vías convencionales, al ampliar el tiempo que requiere dicha maniobra invadiendo el carril contrario.
El director general de Tráfico incluso llegó a admitir que, si sus datos
señalaban que la cifra no era útil y aumentaba la siniestralidad, esta podría
ser revertida. Sin embargo, esta decisión se tomará «después de evaluarla tras
el primer año de aplicación». ¿Ha repercutido esta medida en la seguridad vial?,
nos venimos preguntando muchos desde entonces.
Desde FESVIAL,
la Fundación para la Seguridad Vial, su director general se muestra a favor de
esta medida dado, dice, que permitir
circular a 110 km/h en vías convencionales, aunque sólo sea con el pretexto de
realizar un adelantamiento, aumentará irremediablemente el número de siniestros
de tráfico, víctimas mortales y lesionados con graves secuelas para el resto de
sus vidas
Según Montoro,
catedrático de Seguridad Vial de la Universidad de Valencia y presidente de
honor de FESVIAL dice que: hay argumentos
para mantener la situación actual, pero son muchas más las razones de seguridad
que aconsejan no rebasar en 20 km/h los límites genéricos de velocidad en los
adelantamientos, aparte de que con ello contribuimos a una mayor y completa
armonización de esta norma en la Unión Europea, donde España es la única
excepción”.
(…) en las carreteras
convencionales se producen más del 70% de las víctimas mortales, en su mayoría
debido a salidas de la vía, colisiones frontales o frontolaterales, al invadir el carril del sentido contrario,
normalmente en un adelantamiento, y donde la velocidad es determinante en
la gravedad del siniestro.
Este es uno de los argumentos que se esgrimió para tomar la decisión de eliminar la norma de sobrepasar la velocidad máxima genérica para adelantar. Sin embargo hay expertos que defienden que ha sido un error eliminarla.
Hay
una razón de peso para cuestionar la nueva norma. Ahora es más peligroso
adelantar, por ejemplo, a un vehículo
largo porque aumenta el tiempo que estamos circulando por el carril contrario.
Como muy bien explica el profesor
de la Universidad de Zaragoza, Juan José
Alba López, podría llegar a triplicarse
en el caso de un adelantamiento a un camión de 16.5 metros de longitud y que se desplaza a 80 km/h.
En definitiva se amplía tanto el
tiempo como la distancia recorrida por el carril contrario para realizar una
maniobra tan peligrosa como es un adelantamiento en una carreta convencional.
Antes de
la modificación, podíamos adelantarlo a 110 km/h y ahora solo se nos permite
hacerlo a 90. Lo que nos deja poco margen para adelantar. Sólo
disponemos para hacerlo de una diferencia de 10 km/h por lo que esta maniobra
de adelantamiento se prolongará tanto en el tiempo como en la distancia,
y estaremos en el carril contrario
durante mucho más tiempo y como todos sabemos esto siempre es peligroso.
Veamos el
siguiente ejemplo:
Si circulamos con nuestro turismo de 4.5 m de longitud por una carretera
donde la máxima genérica establecida es de 90 km/h y queremos adelantar al
camión de 16.5 m de longitud que llevamos delante y que circula a 80 km/h., lo
podemos hacer pero solo a 90 km/h. No podemos rebasar el límite establecido.
A 90 km/h tardaremos 7,56 segundos y estaríamos 189 metros en el carril de sentido contrario. Mientras que si lo hiciéramos a 110 km/h, como se podía hacer antes, tardaríamos 2.52 segundos y estaríamos en el carril contrario 77 metros.
No se sugiere en ningún
momento reclamar que se pueda superar el
límite de velocidad en más de 20 km/h. Puede parecer que incrementar ese margen sobre el
límite legal que había antes de la modificación llevaría a más seguridad en los
adelantamientos porque pasaríamos todavía menos tiempo en el carril contrario,
recorriendo también menos metros. Pero, a poco que pensemos, se produce una
paradoja: a mayor aumento de velocidad el beneficio sobre la seguridad vial sería
cada vez menor y cada adelantamiento se convertiría en una acción más que
temeraria.