miércoles, 19 de diciembre de 2018

¡¡¡FELICES FIESTAS!!!


AQUELLOS PRIMEROS MANDOS PARA QUE PERSONAS CON ALGUNA DISCAPACIDAD FÍSICA PUDIERAN CONDUCIR UN AUTOMÓVIL


En 1973 empecé a trabajar en la AUTOESCUELA BARCINO (mi nº de certificado de profesor es el 7881 y el de director, 2583). En 1976 pase a ser director de la misma. Y así continué en esta actividad y con esta función hasta mi jubilación, hace ya algún tiempo.


En los primeros años de la década de los setenta ya preparamos, en aquella primigenia autoescuela BARCINO, a personas con algún tipo de discapacidad física. La autoescuela llegó a tener hasta tres vehículos  adaptados con diferentes mandos para dar respuesta a las necesidades  de los alumnos que nos llegaban con diferentes tipos de discapacidades del aparato locomotor.



Aquellos primeros mandos llegaban de Alemania, de la empresa PETRI & LEHR, cuya representación para España la tenía el que fuera presidente de las autoescuelas, a nivel nacional, Ignacio Sanz Rodrigo.


La empresa alemana, de siempre, ha fabricado y lo sigue haciendo, sistemas de conversión y dispositivos para conductores con alguna discapacidad física.


De aquellos mandos a los de hoy hay una diferencia enorme, grande, sideral. Muchos de ellos eran la antítesis de lo que entendemos por seguridad pasiva: horquilla para mover el volante con el muñón del antebrazo, pomo en el volante, cazoleta en la palanca de cambios, barillas para accionar freno de servicio y acelerador y un largo etcétera. No eran los recomendables, pero era lo que había.

El articulo 267 del Código de la Circulación en su apartado IV decía: 
Los que padezcan enfermedad o defecto orgánico o funcional que los incapacite para obtener permiso de conducción de carácter ordinario, podrán obtener  los de las clases A-1, A-2 o B, siempre que el vehículo esté adaptado a sus deficiencias, (…).

En estos casos, la práctica de las pruebas de aptitud se realizará ante un funcionario de la Jefatura Provincial de Tráfico y un Médico de la Jefatura Provincial de Sanidad, quienes comprobarán la aptitud del solicitante para conducir el vehículo especial o adaptado a las deficiencias que padezca, valorando la eficacia de la prótesis, si existiera, y el índice de seguridad en la conducción que ofrezca en casos de emergencia, a efectos de determinar las limitaciones en la conducción que pudieran imponerse (…).

En el desarrollo de las pruebas prácticas se efectuaban todas las comprobaciones que se estimaban necesarias para verificar, si las características del vehículo y de su adaptación, ofrecían suficientes garantías de seguridad en relación con las condiciones del aspirante.




Los defectos orgánicos y/o funcionales que impedían obtener un permiso de conducir B ordinario venían establecidos por la Orden de 5 de febrero de 1969 (Ministerio de la Gobernación).

No será hasta 1985, mediante el Real Decreto 2272/1985, cuando se concreticen en su Anexo I las adaptaciones en personas o vehículos.
Con respecto a las adaptaciones para discapacidades  del aparato locomotor relacionadas con las extremidades superiores  a la altura del hombre concretizaba bastante si se trataba del brazo derecho o del izquierdo, pero no así si se trataba de ambos brazos que en este caso decía:

a.3) Pérdida o carencia de ambos miembros. Según criterio técnico y de acuerdo con el dictamen médico.

No obstante, aquellas adaptaciones eran  con carácter orientativo y la Jefatura de Tráfico correspondiente, previo informe, si lo estimaba oportuno, de la autoridad sanitaria  podía señalar otras a la vista del caso concreto de que se tratara.

Mediante el Real decreto 736/1988 se reguló la tramitación de las reformas de importancia en los vehículos. En esta normativa,  de manera genérica, se aludía así en la tipificación de las reformas de importancia: Adaptaciones para la utilización por personas discapacitadas con modificación de mandos y/o elementos que afecten a la seguridad.

Recuerdo especialmente aquel mando que, llegado de Alemania vía Madrid, instalamos en un mítico Seat 600, de color verdoso.

Para poder seleccionar cualquiera de las cuatro velocidades llevada una palanca colocada entre las piernas del conductor que conectaba con la palanca de origen del cambio. El  pedal del embrague  tenía sendos  sobrepedales, más pequeños, uno para accionarlo con la puntera y el otro, con el tacón.

Los movimientos para colocar la 1º velocidad eran los siguientes: una vez pisado el pedal del embrague (desembragar), se movía la palanca hacia la izquierda con la pierna derecha, y acto seguido con la puntera se accionaba el pedal supletorio y quedaba seleccionada la primera velocidad.

Para la 2ª velocidad, una vez desembragado el motor se accionaba el pedal supletorio correspondiente al tacón.

Para la 3ª velocidad entraba en juego la pierna izquierda, para pasar la palanca por el punto muerto y llevarla hacia la derecha como si la manejáramos con la mano. A continuación, movimiento de puntera y ya estaba. Para la 4ª, desembragar y movimiento de tacón.

Recuerdo también el primer alumno que enseñamos con aquel primitivo mando. Tenía amputado el brazo derecho a la altura del hombro. El coche llevaba, además, un pomo en el volante y los mandos de luces e intermitentes al lado izquierdo.

Yo le di las primeras clases, seis o siete; el resto se las impartió un compañero. No recuerdo por qué razón fui yo el que le acompañé  en el examen de circulación y no su profesor.

Permitirme que os cuente una pequeña anécdota que ocurrió en aquel examen.

En uno de los giros a derecha seguido de una rampa bastante pronunciada, de tantas como hay en Montjuic, el alumno caló el motor del coche. Acto seguido intento arrancar y se le caló dos veces más. El examinador un tanto riguroso a mi entender y sin más preámbulos, dijo: —Señor profesor, conduzca usted y regresemos a pistas.

Siempre tuve la sensación de que el examinador encontró el momento oportuno para cerciorarse de algo que, o le venía inquietando o sentía curiosidad, al menos así lo suponía yo por deducción de algún que otro comentario que   había dejado escapar. La cuestión que aquel examinador se venía planteando era: ¿sabría el profesor conducir aquel vehículo con aquel extraño artefacto?

Ocupé el puesto del conductor  y regresamos, sin incidente alguno, al lugar desde donde se había iniciado el examen. Después, el examinador y yo estuvimos charlando unos breves minutos sobre las dificultades de estas personas para acceder al permiso de conducir.

Era costumbre en aquella escuela que los profesores condujéramos los coches con mandos adaptados a cualquier discapacidad  física antes de enseñar a usarlos al alumno o alumna en cuestión.

Poco tiempo después, dimos de alta un Simca 1000 automático y  dejamos de utilizar aquel incomodo y rudimentario dispositivo. Aquel Simca vino a solucionar algunos de  problemas de adaptación de mandos con los que nos enfrentábamos y la enseñanza y el aprendizaje fue algo más fácil. En vez de embrague y la tradicional palanca de cambios llevaba un simple programador con 4 posiciones: excepcional, ciudad-montaña, ruta y marcha atrás.


A mediados de la década de los setenta este coche venia a costar 146.277 de las antigua pesetas. Si se compraba a plazos salía por 175.357, casi un 20% más. Si tenemos en cuenta la tasa de variación del IPC, resulta que, pagado al contado serían hoy unos 11.205 euros y, a plazos, unos 13.400 euros aproximadamente.   

 No recuerdo bien las fechas, pero hubo un tiempo en el que tuvimos instalamos en uno de aquellos Seat Ronda dispositivos de la marca “guidosimplex”. Uno de aquellos dispositivos era un acelerado instalado en el volante (un aro concentrico) que al presionarlo aceleraba, como si pisaramo el pedal del acelerador. Otro, un servoembrague que se controlaba mediante un sensor situado en la empuñadura de la palanca de cambio. Al taparlo con la mano se activaba el embrague (desembragábamos) y ya se podía introducir la marcha deseada. Los instalaron en aquel taller, que se hacia llamar “La Clínica del Automóvil” y  que regentaba Jordi Mussons.



Por último adquirimos un peugeot 205 automático. Unos años antes de jubilarnos lo dimos de baja y dejamos de matricular personas con algún tipo de discapacidad física. Otro de los vehículos que dimos de baja por aquella fecha fue el camión.

Los mandos que se instalan hoy son mucho más eficaces, son más ergonómicos, son más eficientes y ofrecen más seguridad activa y pasiva. No podría ser de otra manera en el siglo XXI