martes, 28 de enero de 2014

¿TIENEN HISTORIA LAS AUTOESCUELAS?



Para que existieran las autoescuelas, hubo que inventar la rueda, el carro y el coche arrastrados por la fuerza animal,  el velocípedo y la bicicleta movida por la fuerza humana y la motocicleta y el automóvil movidos por la fuerza mecánica. Muchos siglos de civilización han pasado antes de que la  autoescuela existiera. En esta vida todo llega y todo  pasa; la autoescuela también llegó, pero ¿pasará también? ¿O se reinventará como ha ocurrido con los automóviles con los que tiene mucho que ver? Nadie lo sabe. Se sabe, y con certeza, que la historia la escriben los hombres y las mujeres que la protagonizan.

Pase lo que pase, nadie puede negar  que las autoescuelas, al día de hoy,  tienen  una parte de su historia escrita. Existen hace más de cien años. Estos centros de enseñanza son casi tan antiguos como el automóvil. Nacieron con él y por causa de él. Exagerando un poco, se  diría que tienen vidas paralelas, aunque una historia notoriamente  diferente.

Antes de entrar en aspectos de historia, que iremos publicando, veamos qué se entiende por autoescuela:
La autoescuela es un centro de enseñanza, de aprendizaje, de adiestramiento, de instrucción, de formación y, aunque nos tilden de atrevidos, de educación (J.J. Olivas. 1997). (Perdón por la auto-cita)


Por supuesto que los criterios y objetivos con que se crearon las primeras autoescuelas fueron diferentes a los de la época actual.

El concepto de autoescuela a través de  los reglamentos:
En el Código de Circulación de 1934, en el que se establecen las primeras normas sobre estos establecimientos no hay alusión alguna al concepto de escuela de conductores o autoescuela. Por supuesto que no la hay en los anteriores.

En los últimos meses de 1959, y para dar cumplimiento a la Ley 47/1959 de 30 de julio comienza su andadura la Jefatura Central de Tráfico. Este organismo se crea con el  objetivo  de unificar las competencias que en materia de circulación de vehículos a motor, estaban dispersas en otros organismos de la Administración del Estado. Era una manera de atender a la expansión de vehículos a motor que se estaba produciendo en España. Este organismo dependía  del entonces Ministerio de la Gobernación, hoy Ministerio del Interior. Fue, a partir de la  Ley 85/1967, de 8 de noviembre, cuando la Jefatura Central de Tráfico asume todo lo relacionado con los conductores y las autoescuelas que estaban por aquella época en manos de Obras públicas e Industria. Se empieza a tomar en serio el tema y surge una regulación sobre todo aquello que concierne a conductores y autoescuelas. Unos años más tarde en 1969 se publica, lo que se podría decir el primer Reglamento regulador del sector de autoescuelas. Es en este texto donde aparece por primera vez un intento o  amago de definir la autoescuela. Antes de su articulado, en una especie de preámbulo, decía:

Es cada vez más acuciante la necesidad de que los conductores de vehículos de motor posean la pericia y conocimientos necesarios para que, al circular por  las vías públicas, no sean causa de accidentes ni de entorpecimiento en el normal desenvolvimiento de la circulación vial.

Por ello, al ser las escuelas particulares de conductores los Centros  donde normalmente adquieren los futuros conductores aquellos conocimientos y pericia, resulta necesario regular su estructura y  funcionamiento de la forma más completa y precisa posible, siguiendo criterios internacionalmente considerados como más idóneos para proporcionar eficazmente la enseñanza que le es propia y, con ello, formar buenos conductores.

Según esta orden,  la autoescuela ya se puede definir como un Centro donde los futuros conductores adquieren los conocimientos y pericia que necesitan para conducir un vehículo de motor por las vía públicas sin causar accidentes ni entorpecimientos. 
Unos años más tarde, en 1978,  se aprueba un nuevo  Reglamento, siendo ministro de la Gobernación Martín Villa, y en el apartado 2 del artículo primero se  dice:

Las escuelas particulares de conductores tendrán por finalidad primordial impartir las enseñanzas necesarias para la formación de los aspirantes al permiso de conducción de vehículos automóviles y su posterior integración en la circulación vial.

En 1984, siendo ministro de Interior, José Barrionuevo Peña, se aprueba, en este caso, por un Real Decreto,  el Reglamento regulador de las Escuelas particulares de conductores de vehículos de motor. Fue un Reglamento polémico donde los haya. Su paternidad se  la atribuyen al controvertido director general de tráfico ,José Luis Martín Palacín.

Este nuevo reglamento dedica su artículo 2 a las  actividades de las Escuelas Particulares de Conductores de Vehículos de Motor y, de paso, definen lo que son:

Las Escuelas de Conductores son Centros facultados para impartir de forma profesional las enseñanzas necesarias para la formación y adiestramiento de los aspirantes a la obtención de alguno de los permisos de conducción previstos en el Código de la Circulación, sin perjuicio de que puedan realizar, además, otras actividades como el perfeccionamiento de los conductores en posesión de tal permiso.

Una vez más, en el 2003, otro Real decreto, éste en octubre, aprueba otro reglamento para las autoescuelas. Era ministro del interior  Ángel Acebes Paniagua y director General de tráfico Carlos Muñoz Repiso. En su artículo 1 dedicado también a las actividades decía:

Como centros docentes, las escuelas particulares de conductores están facultadas para impartir, de forma profesional, la enseñanza de los conocimientos, habilidades, aptitudes o comportamientos esenciales para la seguridad de la circulación, a los aspirantes a la obtención de alguno de los permisos o licencias de conducción previstos en los capítulos II y III del título I del Reglamento General de conductores, aprobado por el Real Decreto 772/1997, de 30 de mayo.

Se suprime el término adiestramiento y se sustituye por habilidades, aptitudes o comportamientos.

Por último, en el Boletín Oficial del Estado del día 27 de marzo de 2010 se publica el Real Decreto 369/2010, de 26 de marzo, por el que se modifica el Reglamento de las Escuelas Particulares de Conductores, aprobado por el Real Decreto 1295/2003, de 17 de octubre; se hace para adaptar su contenido a la Ley 17/2009, de 23 de noviembre, sobre el libre acceso a las actividades de servicios y su ejercicio y a la Ley 25/2009, de 22 de diciembre, de modificación de diversas leyes para su adaptación a la Ley sobre el libre acceso a las actividades de servicios y su ejercicio. En este caso el Real Decreto es del Ministerio de la Presidencia cuya titular es María Teresa Fernández de la Vega Sanz y el director general de tráfico  Pere Navarro Olivella. Este reglamento sigue considerando a las autoescuelas centros docentes.

Veamos el concepto de autoescuela desde un punto de vista más académico:

- Según el DICCIONARIO DE LA LENGUA ESPAÑOLA (Vigésima segunda edición):
autoescuela .(De auto y escuela). Centro para enseñar a conducir automóviles.

- En  el “DICCIONARI DE TRÀNSIT (TERMCAT) (Primera edicció: juliot del 2000) se puede leer:
autoescola:  centre de formació de conductors 
es  autoescuela
es  centro de formación de conductores
fr  auto-école
fr  école de conduite
fr  école de conduite automobile
en  driving school
Escola especializada en l`ensenyament teòric i pràctic de la conducció de vehicles de motor i ciclomotors. (Escuela especializada en la enseñanza teórica y práctica de la conducción de vehículos de motor y ciclomotores)

- Según la ENCICLOPEDIA SALVAT DEL AUTOMOVIL (1974):
Escuela de conducción: Establecimiento, denominado abreviadamente autoescuela, destinado a la formación de conductores de automóviles para la obtención del permiso de conducción. Así, en estos centros los futuros conductores adquieren los conocimientos y la pericia necesaria para circular por las vías públicas.

En noviembre de 1961, cuando se andaban gestando los estatutos de lo que hoy es la Federació d`Autoescoles de Barcelona (FAB) se suscitaba un debate sobre el uso de términos como “chauffeurs”, “academia de conducción” y “autoescuela”. Con buen criterio se optó por los términos: conductores y autoescuela. Sin embargo los términos “escuela de chauffeurs” y “academia de chauffeurs”  fueron muy utilizados  en los origenes de estos establecimientos, ya en la primera década del siglo pasado.




sábado, 18 de enero de 2014

BOSQUEJO HISTÓRICO DE LA RUEDA

18 de Enero de 2014

Anterior a la autoescuela fue el automóvil; anterior a éste, el carro, el coche de caballos y la bicicleta; y anterior a todos ellos, la rueda.

La invención de la rueda ha tenido un valor esencial y ha sido condición necesaria en el progreso humano. El conocimiento de la misma se pierde en lo remoto del tiempo. Parece ser que los sumerios tuvieron una importante aportación a esta máquina simple.

 Este invento mecánico ha sido, posiblemente, el más importante de todos los tiempos. Se ha utilizado casi desde el inicio de la civilización. Ha sido el pilar para la Revolución Industrial. Entre otras cosas, ha servido para hacer más cómoda la vida del ser humano. Ha supuesto el elemento básico de muchas máquinas construidas por el hombre. Su facultad para modificar y transmitir el movimiento  hace de ella uno de los elementos más importantes en numerosas  máquinas. Cuesta trabajo  encontrar un mecanismo en el que, con mayor o menor incidencia, no intervenga  la rueda. Es un elemento mecánico fundamental en los vehículos. Tiene por objeto   disminuir la resistencia al avance en los casos en que el deslizamiento exige un esfuerzo considerable. También se utiliza para transmitir movimiento de rotación.
Unas veces fueron macizas y otras compuestas de una circunferencia con radios que se dirigen a un cubo. Las hay que giran sobre la circunferencia y, llevando consigo el eje sobre el que giran, se mueven en dirección paralela al plano que recorren. Así ocurre con las ruedas de los vehículos. Otras, sin embargo,  giran sin cambiar de sitio, y alrededor de un eje, como en las poleas y en un gran número de maquinaria. En las de esta última clase, la circunferencia, generalmente, está provista de dientes por medio de los cuales reciben y transmiten el movimiento.
La ventaja mecánica de la rueda reside en que la fuerza aplicada sobre su borde exterior queda multiplicada por la distancia en que se actúa, es decir, por el radio. Esto se evidencia en el volante de la dirección de un automóvil. Cualquier intento de dirigir el automóvil con la columna de dirección resultaría, indudablemente, muy difícil. Sin embargo una ligera fuerza es capaz de dirigirlo si a la columna se acopla un volante. Los propios tiradores de las puertas son otra aplicación práctica del principio de la rueda y el eje.

 La mayoría de expertos coinciden en ubicar su invento en aquella zona del mundo situada entre el río Tigris y el Éufrates, llamada Mesopotamia. Unos afirman que la máquina de movimiento circular más antigua conocida es la de  un torno de alfarería mesopotánica, que tiene 5.000 años; otros defienden que el conocimiento de la rueda, como sistema de transporte, debió ser anterior; posiblemente a comienzos del Neolítico. Éstos últimos avalan su tesis con la existencia de una pictografía sumeria de la misma antigüedad y que representa una especie de rastra provista de ruedas.

La invención de la rueda como sistema de transporte derivó con seguridad del empleo de troncos como rodillo para arrastrar grandes pesos. Según Reuleaux (1829-1905), el origen de todas las ruedas hay que buscarlo en las del carruaje, derivadas del rodillo de arrastre  por rodadura; máquina transcendental que ya en épocas antiguas permitió el desplazamiento de grandes masas pétreas y cuyo probable y natural antecesor fue un simple pedazo de rodillo de leño redondo.
Las primeras ruedas eran discos de madera formados por tres tablones unidos mediante tirantes transversales. Luego, hacia el 2.000 a.C., aparecen las ruedas con radios. Innovaciones posteriores fueron las piezas metálicas de refuerzo como llantas, cubos, bujes, etc.

En un principio sirvieron para hacer rodar los carros, las carretas y  los coches tirados por animales para transportar mercancías y personas. Con la rueda se logró un aprovechamiento más eficaz y eficiente de la fuerza animal aplicada a las tareas del campo. A finales del siglo XIX se utilizaron  en la bicicleta y casi al mismo tiempo en los primeros automóviles. A la rueda le han aplicado  numerosas innovaciones  a través de los tiempos hasta alcanzar la perfección de las que se fabrican en el siglo XXI.
  
No solo se utilizó la rueda para aprovechar la energía animal en el arrastre de vehículos, sino que también se empleaba para aprovechar la energía de la naturaleza. Aparece la rueda hidráulica para conseguir, mediante el aprovechamiento de la energía  extraída de una corriente de agua, mover toda una compleja maquinaria para moler cereales y obtener harina.  Griegos  y romanos  aplicaron con éxito la rueda hidráulica; un ejemplo fue  la construcción por parte de los romanos, dos siglos antes de la era cristiana, de un complejo industrial en el sur de Francia. Combinaron 16 ruedas entre sí, que hacían trabajar a 32 molinos produciendo cada uno de éstos una tonelada de harina. La potencia necesaria para el ingenio se transmitía mediante un sistema de transmisiones realizadas mediante ruedas, engranajes, poleas de madera y correas de cuero.
  
El transporte mejoró muchísimo con la rueda. La agricultura ya había progresado con ella y más tarde llegó la mejora a los carruajes. Los caminos mejoraron para facilitar el traslado de las cosechas y la distribución de las mercaderías hacia las grandes ciudades. Los desplazamientos de las personas fueron más cómodos. Las comarcas se volvieron más ricas y sus ciudades más poderosas. Se llegaba más rápido a los puertos y con mayor cantidad de mercancías. Los horizontes se ampliaron.

Se puede decir  que la rueda fue lentamente evolucionando desde que eran dos trozos de madera semicirculares unidos por dos travesaños. Después se le acoplaron radios y se construyó mucho más delgada para que fuera más ligera. Para darle mayor resistencia fue envuelta, primero, con un cobertor de cuero, después con un aro de bronce y más tarde de hierro.


Las primitivas ruedas empezaron pronto  a utilizar la llanta. La rueda de los carruajes no sufrió grandes modificaciones hasta el siglo XIX, cuando se generalizó el uso de metales en la elaboración de maquinarias. En la década de 1880 se inventaron los neumáticos para ruedas y en el siglo XX se construyen las llantas con las más variadas aleaciones. Las primeras llantas eran aquellos aros de hierro o de acero, más o menos anchos y gruesos, que se ajustaban exteriormente a las ruedas de los carros. Con la llegada del automóvil, se introdujeron grandes innovaciones en las ruedas y se inició la fabricación de llantas con materiales diversos. No se exige lo mismo a la llanta cuando se trata de un utilitario, de un todo terreno, de un coche de competición, de un camión o de un tractor agrícola.  Cada uso exige una resistencia y características que hacen recomendable la utilización de un material y un proceso de fabricación específico. Unas se fabrican con una aleación de acero, las conocidas como “llantas de chapa”; otras de aluminio que cada día son más frecuentes, sobretodo en los deportivos. Las de magnesio se fabrican para los  automóviles de competición. La evolución de la rueda ha ido pareja  con la del automóvil.





El viento, el agua y la fuerza animal,  las tres principales fuentes de energía que movieron el mundo en la antigüedad, pudieron aprovecharse, en siglos pasados, gracias a la rueda.

En un número de 1988 de la revista, “Muy Interesante” sobre la historia de la rueda se escribía:
Enganchada a carromatos y  carretas dedicadas al transporte de viajeros y mercancías la rueda ha permanecido girando hasta nuestros días. No hay medio de locomoción por tierra, mar o aire que no las emplee hoy o las haya utilizado en algún momento de su existencia. ¿Habrían existido la carroza o el triciclo, la motocicleta o la diligencia, el automóvil, o el coche de carreras sin sus fieles ruedas? ¡imposible!

Y nosotros añadiríamos: ¿habrían existido las autoescuelas? ¡Imposible!