Parece mentira, pero es real como la vida misma. El
Agente no se lo podía creer, pero él sabe que el radar no miente, ni tampoco el
DNI. Nada más y nada menos que 88 primaveras a los mandos de un Seat y a 156
kilómetros por hora.
Me imagino al
Agente mirando y remirando una y otra vez, para asegurarse, la velocidad detectada por el radar, los
datos del permiso de conducir y el rostro de aquel conductor en el que se
reflejaban la huellas que deja el paso de los años.
La velocidad, 156 kilómetroa por hora, la fecha de nacimiento,
1921. Eso eran 88 años, ni uno más ni uno menos, y no se lo podía creer.
El Agente, después de respirar hondo, se diría para sus
adentros (es lo que yo me diría): otro “fitipaldi” obligando a su particular
ángel de la guarda o a San Cristóbal, patrón de los conductores, a que le
proteja una vez más. Hasta que uno u otro se cansen y entonces…
No me imagino, sin embargo, qué podría contestar este imprudente
conductor a sus nietos o a sus biznietos,
que edad para tenerlos la tiene, si cuando lo vean y después de darle un cariñoso beso le preguntan:
¿a dónde ibas, abuelo, con tanta prisa cuando te paró la Guardia Civil?
La
noticia ha saltado estos días a los periódicos: La Guardia Civil ‘cazó’ en Ourense a un hombre de 88 años a 156
kilómetros por hora.
El conductor, según parece, no solo excedía el límite
de velocidad permitido en autovía, sino que también se pasó por el arco de
triunfo las restricciones que le habían puesto cuando renovó su permiso de
conducir: limitación de velocidad de 90 km/h; prohibido circular por autopista;
conducir solo en horas diurnas y en un radio de acción de 20 kilómetros; debía
usar lentes correctoras durante la conducción.
Le deseamos una larga vida a este “fitipaldi”, pero a la vez esperamos y deseamos que sea su última imprudencia por su bien, el de su familia y el
de todo aquel que llegue a cruzarse con él en la carretera. Esperamos y
deseamos que recapacite, se dé cuenta de su comportamiento irresponsable y
peligroso y no lo vuelva a repetir.
Lo mejor que puede hacer es desplazarse en el coche de
San Fernando, unos rotos a pie y otros andando.