miércoles, 17 de julio de 2019

IMPRUDENTE Y TEMERARIO A LOS 88 AÑOS



Parece mentira, pero es real como la vida misma. El Agente no se lo podía creer, pero él sabe que el radar no miente, ni tampoco el DNI. Nada más y nada menos que 88 primaveras a los mandos de un Seat y a 156 kilómetros por hora.


 Me imagino al Agente mirando y remirando una y otra vez, para asegurarse,  la velocidad detectada por el radar, los datos del permiso de conducir y el rostro de aquel conductor en el que se reflejaban la huellas que deja el paso de los años.

La velocidad, 156 kilómetroa por hora, la fecha de nacimiento, 1921. Eso eran 88 años, ni uno más ni uno menos, y no se lo podía creer.
El Agente, después de respirar hondo, se diría para sus adentros (es lo que yo me diría): otro “fitipaldi” obligando a su particular ángel de la guarda o a San Cristóbal, patrón de los conductores, a que le proteja una vez más. Hasta que uno u otro se cansen y entonces…
No me imagino, sin embargo, qué podría contestar este imprudente conductor a sus  nietos o a sus biznietos, que edad para tenerlos la tiene, si cuando lo vean y  después de darle un cariñoso beso le preguntan: ¿a dónde ibas, abuelo, con tanta prisa cuando te paró la Guardia Civil?

La noticia ha saltado estos días a los periódicos: La Guardia Civil ‘cazó’ en Ourense a un hombre de 88 años a 156 kilómetros por hora.

El conductor, según parece, no solo excedía el límite de velocidad permitido en autovía, sino que también se pasó por el arco de triunfo las restricciones que le habían puesto cuando renovó su permiso de conducir: limitación de velocidad de 90 km/h; prohibido circular por autopista; conducir solo en horas diurnas y en un radio de acción de 20 kilómetros; debía usar lentes correctoras durante la conducción.

Le deseamos una larga vida  a este “fitipaldi”, pero a la vez  esperamos y deseamos que sea su última  imprudencia por su bien, el de su familia y el de todo aquel que llegue a cruzarse con él en la carretera. Esperamos y deseamos que recapacite, se dé cuenta de su comportamiento irresponsable y peligroso y no lo vuelva a repetir.

Lo mejor que puede hacer es desplazarse en el coche de San Fernando, unos rotos a pie y otros andando.