martes, 19 de mayo de 2015

EL AUTOMÓVIL Y LA AUTOESCUELA (IV)

Pioneros del automóvil: El coche eléctrico

El automóvil eléctrico no es un recién llegado, es un invento del siglo XIX. Tiene casi dos siglos de historia aunque esté repleta de altibajos, de luces y de sombras.  Su invención se remonta a la primera mitad del siglo XIX y hay que decir que apareció antes que el vehículo con motor de explosión. Y sería justo decir también que los coches eléctricos que circulaban por los caminos de los países industrializados en los años iniciales del siglo XX superaban en número a los movidos por vapor o por derivados del petróleo. Vamos que en aquella época eran los dueños de las carreteras, más bien de los caminos.

Mientras que la industria europea concentraba sus esfuerzos en ofrecer a sus clientes un automóvil rápido,  la americana,  que empieza a vislumbrar el futuro del automóvil eléctrico, piensa en su fabricación a gran escala y  en su posterior comercialización y pronto empiezan a surgir marcas como Morris y Salom, Baker Motor Company o Studebaker que lograron un  cierto éxito comercial antes de entrar de lleno en el siglo XX.

Fue un tal Robert Anderson, un industrial escocés el que, en 1839, inventó el que sería el primer coche eléctrico de la historia. No era otra cosa que un carruaje equipado con un motor eléctrico alimentado por una pila de energía no recargable. Aquel motor sólo fue capaz de mover aquel vehículo a una velocidad de 6 kilómetros por hora.


En 1881, los ingleses William Ayrton y John Perry crean el primer triciclo eléctrico. Su batería le proporcionaba una potencia de medio caballo y podía recorrer, dependiendo del terreno, entre 16 y  kilómetros a una velocidad de 15 km/h.




Por este mismo año (1881), el francés Charles Jeantaud, con ayuda de otros, diseñó y construyó su primer coche eléctrico. Era un vehículo pesado, su motor eléctrico funcionaba con 21 baterías. Este vehículo y los que construyo posteriormente fue financiado por el aristócrata francés Gaston de Chasseloup Laubat y que fue además conductor habitual de estos vehículos.  

Transcurre poco más de una década, y el ingeniero mecánico Henry G. Morris y el químico Pedro G. Salom se asocian y construyen, en 1894  el  “Electrobat”, maravilla de ingeniería, según opiniones de sus contemporáneos. Disponía de dos motores de 1.5 caballos cada uno que hacían posible que circulara a una media de 32 km/h., pudiendo recorrer una distancia de unos 40 kilómetros.

Los primeros modelos  tenían ruedas de hierro para soportar el enorme peso de la   batería.  Para el primer viaje de prueba se necesitó de un permiso del Ayuntamiento que puso un policía por delante para despejar cualquier carruaje de caballos que hubiera en el camino y evitar el pánico en los animales.


 En 1898, Gaston de Chasseloup Laubat  pilotando vehículos electrcios Jeantaud bate el record de velocidad de 63.149 km/h. Un año más tarde lo establece en 92.696 km/h.







El enorme peso de las baterías y el hecho de no ser recargables era dos grandes inconvenientes de los primeros vehículos eléctricos. Transcurrieron cuatro décadas hasta que se inventaron las primeras baterías recargables. Fue a partir de entonces cuando el coche eléctrico empieza a fabricarse en plan industrial.

Antes de alcanzar el siglo XX, en 1899, el piloto Camille Jenatzy, con un coche eléctrico llamado “La Jamais Contente”, logra alcanzar 105 kilómetros por hora, estableciendo un nuevo record de velocidad.




Antes de alcanzar el siglo XX, la Baker Motor Vehicle Company empieza a producir el Baker Electric en dos modelos distintos. Ambos disponía de dos asientos y baterías de 12 células que le proporcionaban potencia sufieciente para recorrer una distancia de 160 kilómetros a una velocidad de 35 km/h.





El coche eléctrico se ponía de moda. Estos coches se impusieron  a otros medios de transporte y tal era su éxito que en el año 1900, casi el 30% de los automóviles que rodaban por EEUU eran eléctricos. Parece ser que, por lo menos, había veinte mil automóviles movidos por electricidad. Con la entrada del nuevo siglo se empezó la construcción de autobuses y taxis eléctricos.  




El entusiasmo por los coches eléctricos también se instaló en Europa, en especial en Francia. Nuestro país no fue ajeno a la moda de aquellos primeros automóviles. Una empresa, la “E. la Cuadra y Cía”, Compañía General de coches-automóviles Emilio de la Cuadra fue la primera que se en Barcelona y a pesar de los importantes esfuerzos que dedicó a su desarrollo tuvo escaso éxito. Su aventura apenas duró poco tiempo  y en 1901, debido a la falta de recursos económicos, tecnológicos y materiales, tuvo que cerrar. Algunos de sus acreedores, aprovechando la maquinaria y el personal especializado, constituyeron la empresa “F. Castro y Cía”, dedicada a la fabricación de automóviles con motor de explosión. De esta esta empresa surgiría, en 1904, La Hispano Suiza.


Aquellos automóviles con motor eléctrico eran silenciosos y fáciles de arrancar porque no era necesaria la incómoda manivela de aquellos otros con motor de combustión, pero tenían escasa autonomía y una velocidad máxima reducida, apenas superaban los 30 km/h. Por  estos y otros motivos pronto llegó su declive en beneficio de los propulsados por motores alimentados por gasolina. A todo esto se añadió el machismo de la época:


“Para ciertos sectores de la población el coche eléctrico carecía de virilidad. No era lo suficientemente potente, era demasiado silencioso y por encima de todo era muy apreciado por las mujeres. En una sociedad machista como la de la época, el motor térmico con sus ruidos y sus escapes humeantes se veía como algo más impresionante y exclusivo. De hecho su complejidad mecánica hacía que las mujeres quedaran excluidas en las tarea de reparación y convertía al motor de combustión en un objeto decididamente masculino”.

La historia del automóvil eléctrico a los largo del siglo XX  se ha catalogado como una sucesión de oportunidades perdidas e intentos fallidos. Después de su excelente desarrollo industrial y unas perspectivas de futuro envidiables, los fabricantes lo dejaron  de lado en beneficio del automóvil con motor de combustión interna.



Parece ser que nuevas generaciones de aquellos pioneros del siglo XIX llegarán a la edad adulta en el siglo XXI. Estamos viendo como resurge el automóvil eléctrico. Se empieza a escribir una nueva página de la historia del automóvil.  


Próxima publicación: UNA AUTOESCUELA EN EL SIGLO XIX.