sábado, 24 de octubre de 2015

EXÁMENES DE CONDUCIR, ¿GESTIÓN PÚBLICA O GESTIÓN PRIVADA?

No es la primera vez, ni será la última que se hable de privatizar los exámenes de conducir.

Las autoescuelas y sus alumnos están padeciendo, estas últimas semanas, las consecuencias de la huelga de examinadores. El  coste económico, a estas alturas, debe ser elevado, yo diría que muy elevado y muy difícil de soportar. Son empresas pequeñas, poco rentables y muy descapitalizadas. Este mes de octubre será bastante duro para muchas de ellas, por no decir para todas; deberán hacer frente al coste de la Seguridad Social y a otros gastos fijos que serán los mismo que los de otros meses, pero además deben pagar el IVA del trimestre y, si se han  constituido en Sociedad Limitada, creo que tienen que abonar un adelanto del impuesto de sociedades. De otro lado, este mes de octubre no habrá sido bueno, principalmente por esta huelga, y con toda seguridad  que los ingresos no superaran a los gastos. Las heridas que dejará esta huelga pueden ser mortales para muchas autoescuelas.

Recuerdo aquella huelga que se inició en la ciudad Condal el día 20 de Noviembre de 1978. Después de algunos días de negociaciones, entre sindicatos y representantes de las autoescuelas , sin llegar a consensuar acuerdo alguno, éstas acordaron llevar a cabo un cierre  patronal o Lock-out que duró hasta el día 7 de enero de 1979. Los centros reemprendieron el trabajo el 8 de enero de 1979. Así daba la noticia el periódico La Vanguardia:

De nuevo, exámenes para el carnet de conducir

En la mañana de ayer se reincorporaron al trabajo los empleados de autoescuelas de la provincia, después de una huelga que venía prolongándose desde el pasado día 20 de noviembre. La vuelta al trabajo se produjo después que empresarios y trabajadores llegaran el viernes a un principio de acuerdo para su convenio, referente a materia salarial, aumento en un cuarto de hora en la duración de las clases y la no existencia de represalias por parte de los patrones a causa de la huelga. El conflicto de autoescuelas ha sido uno de los que más duración han tenido en los últimos meses y ha afectado a los 4.000 trabajadores del sector de la provincia de Barcelona, lo que motivó la suspensión de los exámenes para el carnet de conducir. Se calcula que unos 13.200 alumnos, en estos días, dejaron de obtener el citado carnet de conducir, con las naturales repercusiones sociales, en especial en la venta de vehículos.

En aquella huelga no tuvieron nada que ver los examinadores; era ajena a ellos y no salieron perjudicados; era una huelga entre trabajadores y patronos; fue la primera en la historia de las autoescuelas españolas por temas laborales.

Aquellas pequeñas empresas supieron salir adelante y, con grandes sacrificios, consiguieron superar las grandes pérdidas económicas de aquellos días. En ésta, las autoescuelas son ajenas a la huelga pero victimas de ella y muy perjudicadas económicamente. Espero y deseo que finalice cuanto antes y las autoescuelas sepan salir adelante una vez más.

Por otro lado, esta huelga agravará aún más ese problema endémico que es la falta de examinadores. Yo diría que es un problema enquistado en la Dirección General de Tráfico y al que nadie ha querido o ha sabido darle solución y de tanto en tanto hace que emerja el debate de privatizar los exámenes. Su privatización tampoco es garantía de que no pudiera plantearse una huelga como ésta.

La privatización de la prueba del examen de conducir es una vieja reivindicación de algunos representantes de las autoescuelas. Es un tema recurrente y recurrido y  siempre motivado por la  misma causa: insuficiencia de examinadores. El que no lo crea así que se dé una vuelta por las hemerotecas.


¿Se hablaría  de privatizar si hubiera un número suficiente de examinadores y las autoescuelas examinaran con regularidad? En mi opinión, no. Creo que salvo excepciones (como pasa en todos los colectivos), los examinadores son buenos profesionales. Creo, también,  que el binomio profesor-examinador o examinador-profesor, que tanto monta, debería ser más de colaboración que de antagonismo y tener una formación común en muchos aspectos, no en vano persiguen objetivos paralelos que convergen al final del proceso: formar y acreditar conductores seguros. 





El hecho de que la prueba de examen de conducir sea de gestión pública o privada queda, en mi opinión, en un segundo plano. Personalmente me decanto porque sea pública siempre que los gestores públicos tengan la necesaria capacitación y motivación. Condiciones estas,que parece que no tienen algunos de los gestores de la Dirección General de Tráfico — por elevación del Ministerio del Interior—, y  que los representantes de las autoescuelas no han exigido con la suficiente contundencia durante tantos años. A los hechos me remito.

Los partidarios de la gestión privada o “externalización” argumentan en su defensa que una gestión privada obtiene mejores resultados que la pública (relación calidad / coste) porque es mayor su interés y motivación al entrar  en juego sus ganancias y beneficios.
Creemos que una excelente gestión pública igualmente aumentaría el volumen de ganancias y beneficios y que estos deberían revertir en un abaratamiento de las tasas por el servicio prestado (examen y expedición del permiso).
El problema no es tanto de gestión pública o gestión privada, el problema es gestionar bien o gestionar mal. Es evidente que las cosas no se han hecho  bien o no todo lo bien que hubiera sido necesario.

Si la gestión es privada y es  deficiente, ésta  se traduce en una menor calidad de servicio, en un aumento de pérdidas económicas y en un menor beneficio económico a repartir. Si, por el contrario, la gestión es pública, pero también es deficiente repercutirá  en una menor calidad de servicio y  en mayores costes y aumento de tasas, por no hablar del perjuicio que se ocasiona a las autoescuelas y a los aspirantes al permiso de conducir.

Si la gestión de los exámenes fuera correcta, si las cosas se hicieran bien, a la autoescuela, en nuestra humilde opinión, creo que le sería indiferente que dicha gestión fuera pública o privada, aunque me atrevería aventurar que sus preferencias estarían de parte de la gestión pública.
 De privatizarse, podemos imaginarnos por dónde irían las cosas, y como dice la canción: Ya lo ves, que no hay dos sin tres, que la vida va y viene y que no se detiene... y, qué sé yo.