El
próximo pasado día 10 de julio se celebró la fiesta de San Cristóbal o San
Cristóforo, protector de los viajeros y, desde que los primeros automóviles
circularon por los caminos, protector de los automovilistas.
En la
segunda década del siglo XXI se sigue repitiendo una tradición del siglo
pasado. En muchos lugares, los conductores, durante este día, siguen pasando con sus automóviles frente a la
imagen de San Cristóbal para recibir su bendición y quedar protegidos. Eso sí,
siempre que apliquen el sentido común y la prudencia: es el consejo que siempre
les envía el bueno de su santo patrón.
En la
Ciudad Condal hay una pequeña capilla construida allá por el año 1503 en la que
se venia venerando a un santo muy querido en la Ciudad desde la Edad Media.
Éste no era otro que “Sant Cristòfol” (San Cristóbal).
El año 1592, Barcelona sufre una epidemia de peste tan fuerte
que mueren un buen número de vecinos. El “Consell de Barcelona” invocó al Santo,
y la peste se acabó de golpe un día 10 de julio. En agradecimiento, este día
fue declarado festivo para la Ciudad.
En Barcelona se pueden encontrar muchas iglesias con la
imagen del Santo, pero la más popular, quizá sea la de la calle Regomir.
Tanta devoción y tanto milagro se tradujo
también en una sonada fiesta cada año. Así, los vecinos de la calle Regomir y alrededores,
llegado el día 10 de julio, adornaban la
calle con grandes colgaduras en los balcones y hacían grandes guirnaldas con ramas de acebo y plantas aromáticas.
No sólo se le veneraba
en Barcelona, y en esta iglesia, sino que la devoción que se le profesaba se extendía
por toda Europa como protector de pestes, hambres y de otras calamidades
frecuentes en la Edad Media.
Según la
tradición popular, quien mira al Santo tiene garantía de no morir en las
siguientes veinticuatro horas, por lo que también se convierte en protector
ante la muerte súbita y se comienza a representar su figura en las fachadas de
la iglesias y en las entradas de las murallas de las ciudades, tomando
dimensiones gigantescas para poder ser vista con facilidad porque sus devotos
creían que aquellos que veían su imagen antes de emprender un viaje quedaban
protegidos (los no devotos casi seguro que también la miraban por aquello de…
por si acaso).
Los venecianos que conocían esta leyenda
expusieron la imagen del Santo allá por donde el Dux había de pasar a diario.
En la Edad
Media, San Cristóbal se convierte en patrono de múltiples oficios, entre ellos
arqueros y otros oficios peligrosos, por su relación con la muerte súbita. Por
su condición de hombre fuerte también será patrón de descargadores, portadores
y barqueros. Se le hizo patrón de los caminantes y peregrinos con dificultades
para cruzar los ríos por falta de puentes. Él los cruzaba con ellos a sus
espaldas. También fue patrono de los jardineros y agricultores de árboles
frutales. Como consecuencia de todos estos patronazgos se le dedicaron multitud
de iglesias en toda Europa.
La veneración
al Santo, sin embargo, ha tenido sus
altibajos. A partir del siglo XVI la figura del Santo pierde popularidad. Durante los siglos XVII y XVIII se le va
haciendo desaparecer de las iglesias. Pero el hecho de convertirlo en patrono
de los automovilistas ya en el siglo XX, dará un nuevo impulso a su culto y
popularidad. Se le vuelven a dedicar
iglesias, como la construida en París en 1933, cerca de la zona de la fábrica
automovilística de Citroën.
La
actividad del chauffeur ha tenido
siempre un cierto riesgo y, por ese motivo, algunos de aquellos primeros automovilistas decidieron protegerse contra todo mal que les
viniese del uso de sus vehículos y debieron pensar que no sería una mala
protección si venía de un santo y… de un santo tan fuerte y tan santo como San
Cristóbal.
La madre del
rey Humberto de Italia parece que fue la primera en encomendarse a los buenos
oficios del Santo cada vez que se desplazaba en su automóvil. Llevaba
siempre en su vehículo una reproducción de un cuadro del pintor Tiziano donde
se representaba la imagen de San Cristóbal. La
nobleza italiana pronto siguió su ejemplo y los restantes italianos que
disponían de automóvil pronto la imitaron y…hete aquí que el Santo se convirtió en el patrón de los los
choferes y choferesas de antaño y de los conductores y conductoras de hoy.
De Italia saltó el ejemplo a Francia y después a España. Y ya tenemos a San Cristófol convertido en el benefactor
y protector de los “chauffeurs” de la vieja Europa. Habría que apuntar que con
la excepción de los cordobeses que proclamaron su protector al Arcángel San
Rafael. Los automovilistas cordobeses quieren que en sus viajes les acompañe la
imagen de su excelso protector.
A las postrimerías del siglo XIX, la fiesta de la calle Regomir fue bajando en popularidad, hasta
el punto de que en 1906 la celebración prácticamente quedó parada por el
ayuntamiento de la Ciudad.
En este mismo año, los
chóferes de la ciudad de Barcelona constituyen una entidad con el nombre de Montepio San Cristobal-Chauffeurs de
Barcdelona. Según el acta de
constitución son 47 los socios fundadores y el capital de partida fue de 21
pesetas. La mitad de los chauffeurs de Barcelona eran socios de la entidad dado
que por aquel año habrían registrados alrededor de cien automóviles.
En su
primer Reglamento se decía que podían ingresar en el Montepío todos los obreros
conductores de Barcelona y sus contornos; que debían ser mayores de 18 años, propuestos
por otro socio y llevar tres meses de ejercicio en el arte de la conducción.
Cuentan
que un día, al señor Cristóbal Sarrias, farmacéutico, y al señor Carles Bonet,
ambos con afición al automovilismo, les llega la noticia de que los
automovilistas del país vecino organizan cada 10 de julio, día de San
Cristóbal, bendiciones de coches. Les
parece una buena idea y deciden imitar a los automovilistas galos introduciendo la costumbre en Barelona.
El
primer año que lo celebran (1907) se presentan pocos coches a la bendición, frente a la capilla del Santo de la calle
Regomir de Barcelona; unos
cronistas dicen que cuatro, otros diez y hay quien ha dicho que catorce; el
caso es que fueron más bien pocos si tenemos en cuenta que Barcelona tenía ya tenía,
por entonces, más de cien automóviles
matriculados; fueran pocos o muchos, les quedaron ganas de repetirlo al
siguiente año. Desde entonces hasta nuestros días se ha venido celebrando la
bendición de vehículos casi sin interrupción. Entre aquellos pocos estaban los
pintores barceloneses Casas y Rusiñol.
Al año siguiente (1908), la colaboración del recién nacido Montepio San
Cristobal-Chauffeurs de Barcelona
propicia un nuevo impulso a los festejos del día de la conmemoración del Santo. La junta de
obra de la capilla de San Cristóbal del Regomir, hace obsequio a cada conductor
que se presenta con su automóvil de una medalla de plata, en cuyo anverso está
la efigie del Santo y un automóvil y en el reverso una inscripción que
dice: San Cristóbal te protege-Capilla
del Regomir. En la nota que se publica en la prensa convocando a los
automovilistas al acto de bendición de sus vehículos avisan de que dejan a su
voluntad la cuantía de la limosna.
La tradición de la bendición arraiga más en
Barcelona cada año que pasa. Los responsables del Montepio Barcelonés piden a
los patrones que dejen participar en la fiesta a los chauffeurs que tienen
contratados. La fiesta de los automovilistas está más presente en la
prensa. En aquellos primeros años se
publicaba la lista de todos los notables de la ciudad que llevan, o hacen
llevar, su coche a bendecir al Regomir.
Cuenta
algún cronista que era tal la veneración de los conductores de Barcelona al
Santo que estando en huelga todos los
conductores de automóviles, y cuando nadie podía prever su presencia, acudieron puntuales a la cita. Los
huelguistas cogieron sus autos y se presentaron ante la capilla del Regomir;
eso sí, solamente para recibir la bendición del Santo y… después a continuar
con la huelga.
Los
automovilistas de Palma de Mallorca no tardaron en celebrar la festividad de
San Crostóbal con su tradicional bendición de vehículos. En la Gaceta de
Mallorca se podia leer en 1909:
Los autos, en número de ventidos, reunieronse, poco antes de las
seis, en la anchurosa plaza San Francisco, dirigiéndose después a la plazoleta de
Santa Fe.
Formados en fila de a cuatro, colocáronse los vehículos, así
como pudieron en la pequeña plazoleta.
Junto a la iglesia de Santa Fe habiase levantado una tribuna
adornada con damascos (…) En el fondo había sido colocado un gran cuadro, al
óleo del Patrón de los automovilistas: San Cristóbal.
El Ilmo. Sr. Obispo procedió a la bendición de los autos reunidos en la plazoleta, que han sido inscritos para formar partes del Patronato de los
automovilistas, que se funda bajo la advocación de San Cristóbal.
Esta iglesia, situada en el barrio de la Calatrava de Palma de Mallorca fue eregida por expreso deseo del rey Sancho de Mallorca hacia el año 1323. El Gremio de curtidores de la ciudad estuvo muy vinculado a esta capilla a partir de 1420. En su interior se celebraban los actos importantes del gremio, una de las asociaciones laborales más importantes de la ciudad medieval. En el siglo XVI, el patronato de la capilla recayó en San Cristobal y de ahí que las bendiciones de automóviles en las primera décadas del siglo XX, se iniciaran a las puertas de la misma.

Muchos conductores y conductoras han llevado en sus automóviles la imagen del Santo, reproducida en llaveros y placas. Se supone que para verla cuando salían de viaje como rezaba la tradición y quedar así protegidos de accidentes violentos.
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Estamos pasando el ecuador de la segunda década del siglo XXI y
aún perdura la tradición; muchos automovilistas se han puesto, una vez más,
este pasado día 10 de julio, bajo a la advocación del Santo. Esperemos que ninguno
de ellos sufra un accidente de tráfico. También lo deseamos para aquellos que no han seguido la tradición.