(III)
En defensa de nosotros, los conductores
mayores de 65 años.
(Continuación)
Nota: después de haber
publicado dos artículos, y a punto de
hacerlo con este tercero, he leído el recomendable trabajo titulado “La tercera
edad se mueve”, publicado en el último número de la revista “Tráfico y
Seguridad Vial”, firmado por Carlos Nicolás Fraile y con infografía e
ilustraciones de DLIRIOS y me ha parecido oportuno incorporar algunos datos que
vienen a confirmar mis apreciaciones sobre el particular y que vengo publicando
en este blog hace algunas fechas.
Dicen que en 2020, en la ciudad de
Quebec, el 80% de los conductores tendrán más de 65 años. ¿Creen que la mayoría de quebequenses estarían dispuestos a
sacar del tráfico a sus mayores? Pues en
España parece que sí.
Casi 10,4 millones de españoles aseguran
haber vivido situaciones de riesgo en la carretera que atribuyen a conductores
mayores y casi 8 millones nos califican de “peligrosos”.
Es una evidencia, por
diferentes motivos, que los mayores de 65 años son el segmento más vulnerable
de todos los usuarios de la vía, pero
esto no quiere decir que sean los más peligrosos, hasta el punto de que
en un estudio de Linea Directa y Fesvial se afirme que en España 860.000
conductores son partidarios de retirar el carné automáticamente a los 65 años,
que 2,8 millones les prohibiría la conducción nocturna y 4,4 millones retiraría el carné a sus propios familiares.
No parece que nuestros conciudadanos más
jóvenes confíen mucho en nosotros, los conductores más veteranos. Sin embargo, en este mismo estudio, se
dice que son los más seguros, al registrar 4 veces menos accidentalidad que los
menores de 25 años.
Es cierto que a medida que aumenta la edad tenemos más probabilidades de
sufrir lesiones graves o fallecer por accidente de tráfico, pero no es menos
cierto que muchos de esos accidentes no han sido provocados por conductores
mayores. Por edad, nos reiteramos en lo dicho, somos más frágiles, pero no más
peligrosos.
Permitirme que insista en que eso de medir a las criaturas adultas por sus
años, no siendo casos muy concretos, para negarles el derecho a seguir
conduciendo, o por qué no, a sacarse el permiso de conducir, es de una postura
inadmisible, injusta, inaceptable e impropia de cualquier persona inteligente y
conocedora del tema.
Aquello de que se tiene la edad que se ejerce es una verdad tan grande como
una catedral. La edad está casi siempre en el ánimo de cada sujeto, en su
mentalidad, y en su temperamento. Si la
jubilación se midiera por la eficacia y no por la edad, ¿a cuántos habría que
jubilar a los 20, a los 40, o a los 50 años?
Formamos parte de ese segmento cuyos componentes, 65 y más años, tienen los
mayores índices de letalidad, pero, por más que se empeñen algunos no somos el
colectivo más peligros de la circulación.
Para refrendar y respaldar lo que venimos diciendo, veamos algunos datos de
2016.
En términos absolutos
y considerando el conjunto de la población, según la DGT, los fallecimientos en
accidente de tráfico han afectado en mayor medida al grupo de edad comprendido
entre los 45 y los 54 años, con 311 fallecidos.
Por otra parte, el
grupo de edad comprendido entre los 45 y los 55 años es el que cuenta con mayor
numero de personas hospitalizada, 1798.
Sin embargo la tasa
más alta de fallecidos por millón de población la tiene el grupo de edad de 85
y más años, con 77 fallecidos por millón de población; le sigue el grupo de 75
a 84 años con una tasa de 69.Y en tercer lugar está el grupo de 65 a 74 años,
cuya tasa es de 46 fallecidos por millón de población.
Es innegable que el
índice de letalidad en accidentes de tráfico del segmento de edad que tiene 65
años y más, en especial el grupo de edad de 85 y más años, es superior al de
los demás, sin embargo la tasa de conductores implicados en accidentes con
víctimas por millón de población en esos mismos segmentos de edad es
notablemente inferior al cualquier otro grupo de edad.
Los conductores de 65
y más años somos el 14% del censo de conductores y el 19% de la población y por
más críticas que recibamos solo somos 7,54% de los conductores implicados en
accidentes con víctimas, mientras que el grupo de 35 a 44 años fue de un 24.91%.
La edad, incluso alguna ya
avanzada, no vuelve tonto al hombre ni a la mujer. En consecuencia, lo justo es retirar de la vía
pública al conductor o conductora que haya perdido las aptitudes psicofísicas
necesarias para la tarea, y dejar en paz al resto.
La edad cronológica
no importa, lo esencial para apartarnos a los conductores mayores de la
conducción de automóviles es la pérdida de las aptitudes físicas y psíquicas
necesarias para llevar a cabo esta actividad, sin riesgo para uno mismo ni para
los demás.