martes, 23 de noviembre de 2021

SOLUCIÓN SALOMÓNICA

 

SOLUCIÓN SALOMÓNICA

Hace pocos días se celebró un pleno en el Senado para debatir y aprobar el Proyecto de Ley por el que se quiere modificar el texto refundido de la vigente Ley de Tráfico.

 El texto remitido por el Congreso al Senado no tenía el consenso de los representantes de los distintos partidos. Se han presentado varias enmiendas y tras las consabidas defensas de las enmiendas presentadas,  nuestros sesudos y sesudas señorías de la cámara alta han aprobado la disposición adicional tercera presentada a través de un acuerdo en forma de transaccional, quedando la redacción del texto en cuestión de la siguiente forma:

 “Para la obtención de un permiso o licencia de conducción se podrán establecer cursos de concienciación y sensibilización, que podrán impartirse también on line siempre que se asegure la interacción a través de un aula virtual. El contenido y forma de los

mismos se determinarán de forma reglamentaria, previa consulta a los expertos de seguridad vial, así como a las asociaciones de víctimas”.

 Según he leído en la prensa los representantes de ambos modelos de autoescuela han quedado más o menos satisfechos. Yo he quedado decepcionado.

 Entre otras consideraciones, habría que recalcar la relevancia para la seguridad vial de la aprobación de un módulo de concienciación vial.

 Nuestro punto de vista es coincidente con aquellos que lo defienden. Un módulo como éste es un requisito indispensable para mejorar la seguridad vial. Así lo  considera también el  “Study on driver training, testing and medical fitness (2017)”, encargado por la Unión Europea. Pero no implementado de la forma que más convenga al interés económico del tipo de negocio de la autoescuela, ya sea la tradicional o la de tipo online.

 Particularmente defiendo la presencialidad muy por encima de lo digital. En este tipo de aprendizaje educacional hay que trabajar, muy mucho, valga la expresión, las actitudes y las emociones hacia los factores de riesgo y no tanto los conocimientos.

El aprendizaje de los conocimientos, ya se viene haciendo cuando los alumnos y alumnas se preparan para superar el teórico. 

Ya va siendo hora de que nos convenzamos de que si la persona que conduce se salta un Stop o un semáforo en rojo o adelanta en una curva sin visibilidad invadiendo el sentido contrario o circula a 190 km/h no es porque desconoce lo que dice el Reglamento de Circulación al respecto. Es sencilla y llanamente  porque no quiere hacerlo.

 Lo vengo defendiendo desde hace años y con cierta frecuencia: la seguridad vial se sustenta sobre estos tres pilares: el saber qué se ha de hacer, el saber cómo hacerlo y el querer hacerlo. Y para trabajar esto es mucho mejor, más eficaz y más eficiente la presencialidad.



De acuerdo con este planteamiento, cualquier actividad de educación vial que no pivote los sobre los tres ejes mencionados  será poco efectiva para prevenir los factores de riesgo y aumentar la seguridad vial.

 Hace pocos días he leído lo siguiente y lo suscribo en su totalidad: “sin emoción, el proceso de aprendizaje es más difícil y la presencialidad se ha mostrado básica e insustituible”. 

 Si perdemos la presencialidad, perdemos la esencia del aprendizaje y la educación.