(I)
En defensa de nosotros, los conductores mayores de 65 años.
¡Hay que ver cómo nos
atacan algunos!
Yo y, creo que como yo, una buena parte de los de mi quinta y algunas
otras anteriores y posteriores, así como mis antiguos colegas de profesión
hemos entrado ya en esa etapa de la vida en la que los recuerdos son para nosotros más
gratificantes y necesarios que los deseos. Quizá por eso vemos la vida con otra óptica: el pasado, con nostalgia, el
presente, con decepción y el devenir, con pesimismo.
Desafortunadamente, en esta sociedad
nuestra del siglo XXI, la vejez y el envejecimiento no están bien vistos ni valorados.
Los jóvenes y los de mediana edad, salvo honrosas excepciones, nos consideran
amortizados.
Parece ser, según ellos, que ya hemos dado todo el valor que
podíamos dar y nuestro rendimiento es cero. Aunque tamaña falacia no se la
creen ni ellos mismos. ¿Quiénes han aguanto el peso de la crisis, por ejemplo? ¿Quiénes, si no, han conseguido salvar económicamente a sus familias —
hijos y/o nietos — con una esquelética pensión?
Hace pocos días leía un artículo en el Confidencial del joven y brillante periodista Juan Soto Ivars
que suscribo de principio a fin. Era a raíz de la última manifestación de jubilados
en defensa de las pensiones. Empezaba
así: Putos viejos. Los adoro. Hoy
siembran las calles españolas de furia… Aprended
de esas señoras, economistas, políticos altivos y despreciables. Aprended de
esas señoras a las que habéis condenado mil veces a la precariedad o la
ruina y que hoy se levantan con sus maridos para exigiros lo que les
corresponde y lo que nos corresponde a todos. Aprended de esas
señoras que han soportado la carga que les colgasteis cuando los bancos nos
estafaron. Aprended de los putos viejos, que han salvado la vida de millones de
familias españolas contra viento y mareos. Vosotros, que presumís de cuadrar
las cuentas del mismo país que expoliáis, aprended de esas jodidas señoras cómo
sobrevivir a la austeridad. Ellos consiguieron salvar a sus familias con
una pensión minúscula.
Son ellos quienes deberían ocupar los ministerios de economía y hacienda.
Ellos, y no vosotros, saben salvar una casa y un país (…).
Y no conformes con atacarnos en nuestras pensiones, dejándolas
reducidas a la mínima expresión después de llevar unos cuantos años
incrementándolas con ese ridículo y vergonzante 0.25%, ahora nos quieren sacar
de las carreteras pregonando a los cuatro vientos que estos putos viejos,
conductores mayores de 65 años, somos un colectivo peligroso y de alto riesgo.
¿Que exagero? ¿Que no se lo creen? Pues para muestra, un botón,
o mejor, varios botones:
-
“Los mayores de 65 años son
un colectivo de alto riesgo en el tráfico”.
-
“Los mayores de 65 años están implicados en el
25% de los accidentes de tráfico”.
-
“A
partir de los 65 años se disparan las probabilidades de tener un accidente”.
-
“En 2015
los jubilados protagonizaron el 23,5% de los siniestros, siete puntos
porcentuales más que en 2011”.
- “Las causas más frecuentes
son no respetar la prioridad, la velocidad inadecuada, saltarse un stop e
ignorar la distancia de seguridad”. ¿Solo son los mayores de 65 años los que
comenten estas infracciones?
- “Cae con su
coche por un barranco la anciana que con 84 años se había sacado el carné”.
- “Conductor despistado
con 82 años circula varios kilómetros en dirección contraria”. ¿Cuántos años
tienen los conductores “kamikaces”?
- “ Conductor de 68
años da positivo en alcohol”. ¿Cuántos conductores menores de 65 años dan
positivo a diario en alcohol o drogas?
- “Conductor con 87
años arrolló a un pelotón de ciclistas”. ¿Por qué es más noticia si el
conductor tiene 87 que si tiene 30 años?¿Importa la edad o el hecho?
- “A partir de los 65 años se
disparan las probabilidades de tener un accidente”.
- “Los mayores tienen
problemas con la velocidad, con las prioridades en los cruces y con el uso del
cinturón de seguridad”.
- “El problema de la accidentalidad de este
grupo es muy grave y se va a agravar con el paso del tiempo”.
Todos estos párrafos son titulares o afirmaciones que cualquiera
ha podido leer en la prensa digital y/o de papel. Son claros ejemplos de lo que
decimos. Nada nos inventamos.
También he oído — quiero
recordar que la propuesta partía del entorno de las autoescuelas — que había
que obligar a este colectivo a realizar un curso cada cierto tiempo. Muy bien,
pero quien lo paga. ¿Por casualidad no habrán pensado que el coste de ese curso
se distraiga también de sus mermadas pensiones?
Antes de hacer ciertas propuestas hay que pensarlas. Estoy de
acuerdo con el planteamiento de la formación a lo largo de la vida. Siempre
será bueno para la seguridad vial, la propia y la de los demás.
Todos, jóvenes, mayores y medio pensionistas, tendemos a
sobrevalorarnos como conductores, pero ¿cuántos saben corregir un subviraje o un sobreviraje llegado el momento? ¿Cuántos saben actuar en una frenada
de emergencia, de la manera más correcta, cuando su coche dispone de ABS?
Yo sería el primero en
asistir a cualquier curso que me ayudara a mejorar mi conducción. Y no para
aprender a corregir esos susodichos incidentes, sino para saber cómo actuar para que no se produzcan. Sí, en particular,
por aquello de más vale prevenir que curar.
Pero permítanme una
sugerencia: primero busquen quien los pueda o quiera subvencionar. La DGT, por
ejemplo, podría hacerlo muy bien con
parte de esos cientos de millones de
euros que recauda cada año en concepto de multas.
Conseguida la gratuidad de la
acción formativa, convenzan después al colectivo — tarea nada difícil — de lo
conveniente que sería para ellos hacer esos cursos, y dejen que cada uno elija
voluntariamente. Nada de imposiciones. Ya hemos tenido suficientes a lo largo
de nuestra vida.
Es
buena la idea de proporcionar a estos conductores instrumentos que les permitan
evaluar su propia ejecución al volante, en diferentes situaciones, y puedan
tomar parte activa en la decisión de cuándo deberán dejar de conducir.
Creo que es bueno que nos permitan
conducir el tiempo que podamos hacerlo con
seguridad y de manera confortable, y sin que ello suponga una amenaza
para nosotros y para los demás.
Dejemos la formación y volvamos a retomar el hilo de la
cuestión: los conductores mayores de 65 años.
(continuaremos…)