No es la primera vez que escribo sobre el
vehículo autónomo y su posible repercusión en las autoescuelas (entrada 90, de
13/11/2015 y entrada 122, de 29/05/2016).
Es frecuente encontrar en los medios de
comunicación, en digitales sobretodo, informaciones y opiniones sobre el coche del
futuro. Nos informan y nos ilustran a todos, pero a la vez preocupan a la gente
de la autoescuela por ese futuro incierto que siempre traen consigo las nuevas tecnologías.
Mucha profesiones del siglo pasado han
desaparecido o se han tenido que innovar o reinventar merced a la aparición de
innovaciones tecnológicas. En el presente ocurrirá otro tanto y entre esas está
la de enseñar a conducir. Yo diría que tampoco hay que preocuparse demasiado.
La profesión de nuestros abuelos e incluso
la de nuestros padres — profesiones manuales y artesanas — desaparecieron y ellos
acabaron trabajando en otras o en las mismas, pero totalmente reconvertidas. Es
ley de vida y de progreso.
Hace pocos días leía en una publicación
digital la siguiente pregunta: ¿Están las
autoescuelas preparadas para instruir a sus alumnos en la conducción de un auto
que no necesita conductor?
De entrada, la pregunta me parece algo
sorprendente, insólita, rara y contradictoria. ¿Para qué necesitaríamos —me
pregunto — una facultad para instruir, por ejemplo, a médicos para que ejerzan
en una sociedad de la que nos dicen que no va haber enfermo alguno?
Quizá la autoescuela del futuro no enseñe
a conducir, — tal como lo concebimos hoy—, puesto que, quizá, no habrá necesidad
de guiar coche alguno ya que éste dispondrá,
según las noticias que nos llegan, de la tecnología suficiente para que se dirija el mismo. Sin embargo creo que habrá necesidad de enseñar a manipular esas
especies de naves terrestres que, según dicen los fabricantes, no tardaran en circular
por nuestras calles, carreteras y autopistas.
En mi opinión, que solo es válida para un
servidor, eso ocurrirá más tarde que
pronto. El coche eléctrico ya se fabricó a principios del siglo pasado y, sin embargo,
ya ven como está la cosa en esta segunda y ya avanzada década del siglo XXI.
La susodicha pregunta ha surgido, al
parecer, del informe “Españoles ante la Nueva Movilidad”, en el que ha colaborado,
entre otros, la consultora
de seguridad Pons Seguridad Vial y del que ahora se acaba de publicar la segunda parte.
El informe en cuestión ha analizado la
opinión de 4.445 personas; más del 60% de ellas no se ven como usuarios del coche
autónomo y un 22,6% no quiere ser propietario nunca de uno de estos
automóviles. Además, entre los jóvenes de entre 18 y
24, el rechazo a que les lleven es mayor
que en personas de entre 55 y 64 años, un 28,5% frente al 10%. En cuanto al uso
de la tecnología, el 82,4% afirma utilizar
habitualmente todos los dispositivos de su vehículo, mientras
que el 9% no los usa nunca.
Es
verdad que enseñar y aprender a conducir ya no es lo mismo que era en el siglo
pasado. Los españoles ven necesario más que nunca
refrescar sus conocimientos sobre conducción. En este aspecto, siete de cada
diez están a favor de actualizar conocimientos cada cierto tiempo. De hecho, un
30% de los conductores que obtuvieron su permiso de conducir hace menos de diez
años, piensa que no superaría las pruebas actuales, un porcentaje que, curiosamente, es algo menor
entre aquellos que se lo sacaron hace más de una década.
Es
también cierto, que la tecnología que se viene
incorporando al automóvil es cada día más sofisticada y, debido a ello, los
conductores demandan más formación tecnológica para manejar estas
innovaciones que se multiplican por días en los nuevos automóviles. ¿Cuantos conductores o conductoras sabe si su coche lleva ABS, ASC, ASR, EDC, EDS, FDR, FPS, etc, etc,? ¿Y si lo llevan para qué sirve y como actuar?
Y ante la
pregunta, en la mencionada encuesta, de quien debe enseñar a los conductores a utilizar estas nuevas
tecnologías, la mayoría contesta que deben ser las marcas y los concesionarios.
Solo 2 de cada 10 contesta que las autoescuelas. Creo que, ante esta cuestión,
las autoescuelas debieran empezar a preocuparse o alguien ajeno a las mismas
asumirá, más bien pronto que tarde, la función de éstas.
Hay un grupo considerable — 70% —
que considera que la formación que se imparte en las autoescuelas es muy buena,
buena o suficiente, frente a otro— 25% — que considera que es insuficiente o
muy deficiente.
El 70% considera que la formación
que imparten las autoescuelas solo les sirve para obtener un aprobado y una mayoría
significativa les da un aprobado, sin embargo todos piensan
que deben mejorar algunos aspectos.
Son cada día más los avances tecnológicos que incorpora el
automóvil y la autoescuela no lo puede ignorar; no se puede ir por detrás, ni
pensar que conducir un vehículo del siglo XXI
es como se hacía treinta años atrás. Los mandos de los coches de esta década que estamos viviendo son algo más que dos o tres pedales, un
volante y una palanca de cambios, hay muchos otros mandos y más tecnológicos.
Ante esta situación, las autoescuelas
debieran replantear como implementar su formación y qué contenidos incorporar a
sus enseñanzas.
Otro de los titulares de las últimas semanas que me ha sorprendido en relación
al coche autónomo decía: el coche que “aprende” a conducir.
Siempre he creído que el aprender a conducir era una proceso, en
principio, biológico propio de los humanos y por el que ha de pasar, de una
manera u otra, todo hombre o mujer, que
quiera controlar un automóvil y circular con él conforme a unas normas previamente establecidas. Sin embargo el
automóvil del futuro parece que aprenderá por su conductor o conductora o como
quiera que le lleguen a llamar al que se siente en lo que hoy conocemos por el
asiento del conductor.
La última noticia que leo, hace escasos días dice: “Los incidentes registrados por los vehículos
inteligentes de Google, Uber y Tesla siembran la duda sobre la madurez de esta
tecnológica y su capacidad para prevenir y reducir accidentes”.
Si bien es cierto que es el factor humano la
causa principal de los accidentes, las noticias indican, por el momento, que el
coche autónomo no es lo necesariamente "inteligente" para apropiarse y realizar
todas y cada una de las tareas del conductor o conductora.