miércoles, 10 de julio de 2019

MÁS SOBRE LA FORMACIÓN PRESENCIAL OBLIGATORIA EN LA AUTOESCUELA


Acabo de encender en móvil y en su pantalla me aparece: “Mañana 37° en...; 5° más que hoy”.

Un grado más, solo uno y mañana puede ocurrir que el flujo denso y espeso de mi sangre se detenga cual viejo tren de madera arrastrado por una centenaria y pesada máquina de carbón que, entre jadeos, pide su jubilación.

 ¡Qué ola de calor, Dios mio! Cuesta dormir, leer y escribir. Y a mi edad aún más.Se derrite el helado del cucurucho, si tardas segundos en degustarlo, se derrite el chocolate, se derriten los casquetes polares y, yo diría que se desgastara hasta la cuenta corriente de tanto gasto para proporcionarnos un microclima fresquito donde nuestros abatidos cuerpos puedan descansar. Entretanto, el Estado y las compañías eléctricas se frotan las manos por aquello de la facturación y los impuestos. Se seca el paladar y la lengua. Y hasta el caletre de algunos políticos.

He leído, mientras trato de sobrevivir a estas sucesivas olas de calor, que la Plataforma de Autoescuelas Digitales (PAD) y el movimiento por la educación vial libre #WantoDrive  (¿?) han elaborado un análisis y han llegado a la siguiente  conclusión: sacarse el carné de conducir costará, de media, cerca de 450 euros por alumno si sigue adelante la reforma de la Dirección General de Tráfico (DGT).
Según el documento, el 80% de los municipios españoles no cuentan con autoescuelas, es decir, el 52% del territorio nacional (el 12,3% de los españoles). Dicen que el sobrecoste vendría, en parte, motivado por los desplazamientos para asistir a las 8 horas de clase previstas.

Creo que la conclusión a la que han llegado estos que protestan de la formación presencial de 8 horas en la autoescuela porque encarecerá en cerca de 450 euros la obtención del carné de conducir  es más producto de estos calores que de un análisis serio y riguroso.

Sus “apps”, como ya escribí en otra ocasión, pueden ser apropiadas para adquirir información y conocimientos para superar el examen teórico, pero no para un curso de sensibilización y concienciación  sobre factores de riesgo cuya finalidad esencial sería una formación basada en el cambio de actitudes y no en una mera transmisión de conocimientos.

Es posible que puedan resentirse  las cuentas de resultados de sus negocios, pero se puede afirmar que cuidar los beneficios de la seguridad vial está por encima de cualquier beneficio mercantilista.

Por otra parte, el tener un porcentaje alto de aprobados, argumento que ya han esgrimido en ocasiones anteriores,  no significa que esos preconductores vayan a tener conductas seguras al volante de sus vehículos.

Esta Plataforma de Autoescuelas Digitales (PAD) ha vuelto a la carga en defensa de sus propios intereses, que no de la seguridad vial. No he oído ni leído de sus portavoces un solo argumento, excepto un discutible y poco riguroso estudio del sobrecoste, para estar en contra de esta formación presencial sobre sensibilización y concienciación en factores de riesgo, que medita implantar la DGT y que, dicho sea de paso, la enseñanza presencial obligatoria en la autoescuela ya está establecida en varios países de la Comunidad Europea.

En Alemania, por ejemplo, país donde tanto nos gusta mirarnos, para obtener el permiso de conducir es preciso haber seguido un periodo de aprendizaje en una autoescuela. Éste debe acreditarse ante el examinador con un certificado.

Otro ejemplo lo tenemos en  Austria donde sólo puede solicitarse el permiso de conducir después de haber recibido clases prácticas y teóricas en una autoescuela autorizada. Una vez que se ha recibido el número de lecciones requeridas, en las que no podrán faltar clases de conducción nocturna y en autopista, el alumno puede presentarse al examen de conducción.

En  Dinamarca sólo puede aprender a conducir en una autoescuela, y el aspirante debe recibir un mínimo de 26 horas de formación teórica y 22 horas de formación práctica.




La Confederación Nacional de Autoescuelas (CNAE) ha salido al paso de estas afirmaciones que circulan estos calurosos días y ha negado de manera rotunda que las ocho horas de formación presencial vayan a suponer un sobrecoste para la obtención del permiso de conducir. De hecho, ha insistido en que es “falso, un bulo sin ningún fundamento” que lo que pretende es “confundir y alarmar a la opinión pública”.

CNAE ha aprovechado para asegurar que también es falso que haya gran parte de la población en edad de obtener el carnet sin una autoescuelas cerca. “Ningún habitante de España, que sepamos, se ha quedado con las ganas de sacarse el carnet por falta de autoescuela”, ha dicho su presidente.

Por último, el presidente de la CNAE ha valorado que la ‘España vaciada’ “tiene muchos más problemas con la digitalización, pues extensos territorios y multitud de lugares carecen de la cobertura necesaria, que con las actividades presenciales”.
Por otro lado, fuentes de la Dirección General de Tráfico (DGT) insisten que una posible reforma que contemple la obligatoriedad de recibir 8 horas de clases presenciales para acceder al examen teórico del carné no tendría un sobrecoste para los alumnos.


El debate no es si va a salir más caro o no (que va ser que no) el sacarse el permiso de conducir. El debate debiera ser otro: si la formación presencial que impulsa el Director General de Tráfico es la adecuada o no, si será efectiva o no para evitar o cuanto menos paliar la violencia vial que vemos en nuestras calles y carreteras, si la seguridad vial de nuestros jóvenes conductores y conductoras se verá mejorada con esa formación presencial, en definitiva si queremos mejorar la formación del conductor y por ende la seguridad vial

Aquí es donde debe estar el verdadero debate, pero de estas cuestiones, ni pio.