Eran poco más de las 12 de la mañana. El
conductor guiaba su autocar con preocupación, pero a la vez relajado. Era
consciente de que en sus manos y en sus pies estaba la seguridad física de
aquellas personas que viajaban en el vehículo. Le gustaba su trabajo y, en
cierta medida, disfrutaba con él. Estaba capacitado para ello y era muy responsable,
requisitos mínimos para ser un buen conductor y más si se trata de un profesional.
Las condiciones climatológicas de aquella
mañana invitaban a la prudencia. Las características de la carretera también.
Nuestro conductor lo sabía. No era la primera vez que transitaba por ella.
Un día, en uno de sus constantes viajes, transportando estudiantes, jubilados, prejubilados y mediopensionistas, se
sorprendió al ver, en algunos tramos de aquella carretera, una línea de color
verde pintada en paralelo a las líneas exteriores de la calzada.
— ¿Para qué serán? ¿Qué significarán? —
se preguntó.
Después de indagar como corresponde a un
buen profesional, alguien le dio una breve y somera explicación.
En esa vía, desde no hace mucho tiempo,
se lleva a la práctica, y por primera vez en nuestro País, una experiencia
piloto. Parece ser que se ha experimentado con anterioridad en Suecia y Holanda.
Los resultados han debido de ser positivos, y las autoridades españolas de
tráfico la han importado.
Al parecer, los sabios del tráfico del
mundo mundial han demostrado que las marcas de colores generan en los conductores
la sensación de estrechamiento del carril y esto les induce a moderar su
velocidad. Dicen las susodichas autoridades que con esta medida se pretende que
los usuarios de la vía identifiquen y vayan asociando estas indicaciones a
tramos de carreteras de velocidad controlada. El
objetivo es que, en un futuro no lejano
y una vez producido el efecto de
concienciación en los conductores, no sea necesaria la instalación de sistemas
de control de velocidad y se obtenga, nada más y nada menos, dicen, una
carretera “autoexplicativa”.
También le han explicado a nuestro querido conductor que
los alcaldes afectados por donde transcurre esa carretera han mostrado una
fuerte oposición al pintado de esas líneas verdes. Alguien cree que a lo que
realmente se oponen es a la proliferación de radares y no tanto a las marcas
longitudinales de color verde.
Mientras
recordaba estos detalles vio como los “limpias” del autocar se habían puesto,
automáticamente, a funcionar. Empezaba a lloviznar. Pocos minutos después
granizaba. La calzada se iba cubriendo con una capa blanquecina y nuestro buen
conductor levantó ligeramente el pie del acelerador. La aguja del velocímetro
descendió algunas posiciones. Delante una gran recta y vehículos circulando por
el carril contrario. Algunos a demasiada velocidad para las circunstancias
existentes. De pronto nuestro héroe, como lo calificó alguno de los viajeros
transportados y testigo de aquel accidente, observa un turismo que empieza a
dar bandazos, que se pone de costado, y que se acerca peligrosamente patinando hacia
el frontal del autocar.
— ¿Qué hacer? ─ se pregunta. Si freno bruscamente,
puedo perder el control del autocar. Si intento esquivar al coche, que se me
viene encima, dando un "volantazo" es posible
que sea yo quien pierda el control y acabe fuera de la carretera o
volcando, y llevo muchas personas a bordo.
En décimas de
segundo decidió levantar el pie del acelerador, presionar el pedal de freno de
forma progresiva, mantenerse en la trayectoria que llevaba y no invadir el carril contrario por donde
circulaban otros vehículos.
Aquel coche,
cruzado en el carril por donde circulaba buen conductor, se acercaba derrapando de
forma peligrosa. Cada vez más y más cerca, hasta que impactó contra la parte delantera del autocar sin que su conductor pudiera
evitarlo. El coche rebotó contra el morro del autocar y salió despedido hacia
fuera de la calzada.
Varias
llamadas llegan al 112 avisando de una colisión entre un turismo y un autobús.
Parece que los ocupantes del turismo han resultado heridos y permanecen
atrapados en su interior. Informan de que los heridos pueden estar graves.
El 112 da
aviso a la Guardia Civil de Tráfico, a los bomberos y a Emergencias Sanitarias que envían dos
ambulancias de soporte vital básico y personal facultativo de Atención Primaria.
Además se ponen en camino una UVI móvil y dos helicópteros sanitarios.
Llegados al
lugar del accidente, el personal facultativo comprueba que los ocupantes del
turismo han fallecido. Lo comunican y se anula el requerimiento de la UVI móvil
y los dos helicópteros. Ya no serán necesarios.
Los ocupantes
de aquel autocar, gracias a la pericia y al buen hacer de un magnifico
profesional, regresan sanos y salvos a sus casas después de haber vivido una
triste experiencia que nunca olvidarán.