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La denuncia de la exdirectora
de la DGT: el PP no bajó la velocidad por "cobardía" y murieron 350
personas más
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Según los
cálculos de 2014 de la DGT, bajando la velocidad en las carreteras
convencionales a 80 km/h, al año se hubieran 350 vidas cada año.
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"No
se hizo por miedo a que una política de seguimiento asociada a un despliegue
masivo de radares en localizaciones irracionales". La ex
directora general de la Dirección General de Tráfico (DGT), María Seguí, asegura que su propuesta de
2013 de rebajar el límite de velocidad en las carreteras secundarias se quedó
en el cajón porque desde el Ministerio del Interior argumentaron
que no era el momento adecuado. "Fue un acto de cobardía
política total".
En declaraciones a Efe, Seguí, que fue
máxima responsable de Tráfico entre
febrero de 2012 y julio de 2016, ha dejado claro que cualquier
técnico o experto en seguridad vial no tiene ninguna duda del impacto de la
velocidad en los fallecidos y heridos graves en accidente de tráfico y que, por tanto, de forma "rigurosa" y
"objetiva" levantar el pie del acelerador disminuye el riesgo y los
fallecidos. Según los cálculos de 2014 de la DGT, bajando la
velocidad en las carreteras convencionales a 80 km/h al año se hubieran salvado más de 350 vidas.
También hoy, en declaraciones a la
Cadena SER, Seguí explicó que, durante su mandato, que fue
de 2012 a 2016, planteó esta reducción de los límites de
velocidad en las carreteras secundarias a 90 km/h y a 80 km/h
que no salió adelante. ¿Por qué? Para no dañar más la imagen de
la DGT: "No se hizo por miedo a que una política de seguimiento
asociada a un despliegue masivo de radares en localizaciones irracionales y
bombardeando a los ciudadanos pudiera suscitar una protesta". Sus palabras
se entienden como respuesta al anuncio realizado ayer por el nuevo responsable
de Tráfico, Pere Navarro, con las que anunciaba, precisamente,
Seguí ha lamentado el "cierto
descrédito ante la población" que tiene la DGT. Durante su etapa al frente
de Tráfico, Seguí dependió directamente de Jorge Fernández Díaz, ministro de Interior del primer gobierno de Mariano
Rajoy.
"Navarro lo tiene todo hecho"
"Ojalá este Consejo de Ministros
diga, 'Hágase lo que es bueno', y no tenga pánico a revolucionar un asunto que
afecta a todo el país", desea Seguí, después de que el actual jefe de la
DGT, Pere Navarro, pusiera ayer sobre la mesa de nuevo la propuesta de reducir
los límites de velocidad en las carreteras secundarias para atajar la siniestralidad.
La idea de Seguí era clara: aumentar el
límite de velocidad hasta 130 kilómetros por hora en determinados tramos de
autopista con unas condiciones favorables y reducirlo en las carreteras
secundarias, donde se producían el 80 % de los accidentes.
"Cualquier
persona que llega a la DGT con perspectiva técnica sabe que la institución
tiene la llave del control de la velocidad y es verdad que en
ocasiones se ha empleado a lo bruto, pero, si ese resorte se usa bien, no hay
que tener pánico", defiende la exdirectora, que también apuesta por hacer
llegar a la ciudadanía la información de forma "creíble, transparente y
con pedagogía".
Ella encargó multitud de trabajos, entre
ellos, un informe exhaustivo, "elaborado
por gente de la DGT, con rigor y criterio",
en el que se analizó "todo" respecto a la velocidad en secundarias,
desde el flujo del tráfico por tramos en esas vías
secundarias a la siniestralidad, el ahorro que supondría a las arcas públicas
en atención a heridos o los puntos mal señalizados.
"Navarro lo tiene todo hecho",
bromea Seguí, antes de recordar a Efe que ese informe fue avalado en 2013 por
el Consejo Superior de Tráfico, un órgano consultivo
integrado por las distintas administraciones y organizaciones profesionales,
económicas y sociales del sector.
"Todo fue un acto de cobardía"
Los cambios propuestos -se hablaba de
cambios de velocidad en autopistas, secundarias, ciudad, pero también de
ciclistas y peatones- se incluían en un borrador de Reglamento de Circulación
que nunca vio la luz y sigue durmiendo en los cajones de Interior.
El primer "palo" se lo dio en
2015 el Consejo de Estado, recuerda Seguí. Aseguraban que era "una reaccionaria transformación" que
no debería ir bajo el paraguas de un reglamento sino bajo el de una nueva ley
de Movilidad.
"El sector político se limitó a usar
estas alegaciones como arma y para hacer ruido no para buscar una
solución", reprocha Seguí, que quiso, sin embargo, sacar adelante el reglamento
con apoyo del Ejecutivo, pero que también se encontró con su resistencia por el
momento político preelectoral.
Y añade: "El argumento es que no era
el momento. Creo que todo fue un acto de
cobardía política total".
Seguí mantiene que los informes están
hechos y que es de todos sabido que los límites en secundarias están
"obsoletos", lo que no significa que se deba homogeneizar, porque, si
se incentiva a los titulares de esas carreteras -son más de un millar, desde
ayuntamientos a diputaciones o mancomunidades-, se puede lograr que una vía
bien conservada no tenga por qué estar limitada a 80.
Tampoco ve con buenos ojos
"inundar" de radares las carreteras. "La DGT tiene que tener más
credibilidad también con la política de sanciones".