La prehistoria del automóvil
Es difícil determinar con precisión quien fue el primero que
tuvo la idea de construir un automóvil, cuándo la tuvo y cómo surgió. Se sabe que no fue el resultado del ingenio o del
trabajo de un hombre solo, determinado y concreto, sino que surgió de una suma de
ideas, de imaginación y de esfuerzos de
muchos hombres a lo largo del tiempo.
A poco que indaguemos sobre historias de inventos veremos que en los orígenes de cualquiera de ellos
hay una fauna humana interesante y variopinta, pero en cualquier caso hay
ingenio humano, ideales de progreso y hasta deseos de solucionar problemas a
sus semejantes. La Historia del automóvil no constituye ninguna excepción.
“Los carros asolarán los
caminos, se desafiarán unos a otros, brillarán como
antorchas y correrán como relámpagos”; estas grandilocuentes palabras parece que salieron de la boca de Nathan,
profeta que ejerció en la corte del rey David, cien años antes del nacimiento
de Cristo. Si el tal Nathan profetizó, como dicen algunos, sobre el funcionamiento
de vehículos desconocidos en su época, sobre el impacto que causarían en la
gente y sobre el espíritu de competición que tendrían los automóviles del siglo
XX y XXI, no cabe la menor duda de que hizo pleno en sus profecías. El artista
francés Leandré lo interpretó así en su cuadro “Llegó el automóvil”.
Fueron innumerables los intentos que se
fueron acumulando a través del tiempo para resolver el problema de la locomoción
hasta llegar al siglo XIV. Se intentaba con el vapor como fuente de potencia o se
intentaba con el viento, o se ensayaba con la combinación de diferentes formas,pero en realidad, el automóvil tiene sus inicios
con el nacimiento de los motores de vapor, máquinas capaces de convertir la
energía producida por la combustión en energía mecánica. Sin embargo las
tentativas para conseguir una propulsión o tracción autónoma de un vehículo
para no depender necesariamente de la tracción animal, se remontan a mucho
antes, incluso al siglo XV. Los mecanismos inventados, hasta llegar a los más
prácticos y funcionales fueron
numerosos, muchos de ellos extravagantes, fantasiosos y llevados a limites
inimaginables fuera de la mente de aquellos genios. Se puede decir de aquellos
vehículos que son la “Prehistoria del Automóvil”.
El
vehículo ideado por Leonardo da Vinci
(1495) fue un claro precursor de los vehículos movidos por una fuerza diferente
a la tracción animal. Leonardo
se adelantó cuatrocientos años a la aparición del primer automóvil de combustión interna. Fue, probablemente, el primer hombre
en pensar en un vehículo autosuficiente. El vehículo no llegó a construirse.
Sólo quedaron sus bocetos. Los estudiosos de Leonardo, siguiendo sus trabajos han
hecho una réplica a escala que fue presentada en el Museo de la Ciencia de Florencia.
Otro de los
precursores fue el vehículo de propulsión a vela, ideado por el holandés SIMO
Stevin en 1599 y conocido como “carrus velivorus”. La reputación de este holandés se debió, en su época,
principalmente a su pericia en la ingeniería militar y al haber inventado un
carruaje o "yate" terrestre impulsado por velas. Vista la demostración
de este vehículo ante el príncipe de
Nassau, Mauricio de Orange, lo consideró
como un entretenimiento para sus invitados y cortesanos y prohibió cualquier aplicación práctica del mismo
pensando que tal medio de transporte arruinaría a los arrieros y al sistema de
postas basado en los caballos.
Sea como fuere, el intento de obtener una fuerza motriz que sustituyera a los caballos
se remonta al siglo XVII. El vapor parecía el sistema más prometedor, pero sólo
se logró un cierto éxito a finales del siglo XVIII