lunes, 19 de mayo de 2014

UNA AUTOESCUELA EN 1904 EN LA CIUDAD DE TURÍN

Turín o Torino es una ciudad industrial importante situada en el noroeste de la península italiana. Es rica en cultura e historia. Forma  junto con Milán y Génova el famoso “triangulo industrial” italiano. Es la tercera ciudad más rica de Italia después de Milán y Roma y, en gran medida, se lo debe al automóvil. Es sede de la gigantesca multinacional de los automóviles FIAT. 

Un grupo de inversores y aristócratas piamonteses, animados por una común admiración y una gran afición al automóvil, deciden aunar sus esfuerzos y… sus liras para crear una marca automovilística propia. La iniciativa de este grupo está  a medio camino entre el negocio y el pasatiempo. La firma del acuerdo se lleva a cabo el 11 de julio de 1899. Esta alianza  certifica la fundación de la  Fabbrica Italiana Automobili Torino (F.I.A.T.).

La primera F.I.A.T. cuenta con 150 trabajadores y produce un único modelo, el 3 ½ HP. Aquel primer modelo no tenía aún marcha atrás.  Apenas diez años después de su fundación, la empresa ya contaba con 2.500 trabajadores. Su ascenso fue tal que, en lo sucesivo, Torino sería la ciudad de FIAT y, a su vez,  FIAT, la empresa por excelencia de Torino


La empresa suprimió, en 1906, los puntos entre las letras del nombre de la marca y su acrónimo, en lo sucesivo, se escribiría FIAT.



Pues bien, esta ciudad con aquel gran centro fabril de la industria automovilística, mientras fabricaba sus primeros automóviles, creaba, para envidia de los españoles,  una escuela de Chauffeurs.
   
Mientras tanto, los aficionados españoles al automovilismo  y  algún periodista  que otro que escribía sobre el  sport automovilístico de aquella primera década del siglo pasado  afirmaban  que los dos grandes enemigos del automóvil en nuestro país eran las malas carreteras y los malos chauffeurs.



Las carreteras, decían, porque son intransitables sobre todo en invierno  y los chauffeurs  porque los pocos buenos que hay se hacen pagar exageradamente bien y son causa, con sus exigencias, de que no puedan ser contratados por algunos propietarios de automóviles y los malos porque son causa de continuos accidentes y averías o pannes como se decía entonces. Fuera por una razón u otra, el caso es que España en asunto de automóviles siempre ha caminado muy por detrás de sus países vecinos 

Los pocos que podían disfrutar de este carruaje y la escasa prensa que empezaba a preocuparse por el deporte automovilístico decían que era necesario el acondicionamiento de las carreteras y conveniente crear una escuela de mecánicos  conductores. Otros opinaban,  en cuanto a la creación de la escuela, que más que conveniente era necesario, sobre todo si se quiere que  la industria del automóvil se desarrolle y prospere  y que los aficionados al deporte automovilístico aumenten. En consecuencia, proponen la creación de una escuela de chauffeurs a imagen y semejanza de la fundada en Turín.

Aquella primera escuela de Chauffeurs de Turín se crea y se organiza con la colaboración del Municipio, del Automóvil Club, de FIAT, de comerciantes del sport automovilístico y de socios que se dividen en fundadores y temporales.



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En aquella escuela se impartían dos cursos: uno, básico, para conocer los rudimentos de la mecánica y del funcionamiento del motor y otro, avanzado,  para estudiar todos los órganos importantes del automóvil y aprender a reparar las averías.

Al cabo de los dos años se extiende a los alumnos un diploma de suficiencia.

En esta escuela se admiten no sólo los mecánicos, sino los propietarios de coches que desean perfeccionarse en el manejo de un coche y conocer bien su mecánica.

Todas estas enseñanzas se completan con lecciones y conferencias sobre las normas de comportamiento del chauffeur, modo de conducir  un automóvil según las circunstancias, responsabilidades legales y morales en que pueden incurrir sus conductores y un largo etcétera sobre cuestiones afines.

El curso costaba 20 liras anuales para los mecánicos y 40 liras para los dueños de los automóviles.

Un periodista español de aquel momento escribió: ¿No andan por ahí señores graves diciendo que se carece de iniciativas? Pues ya que no podemos inventar, copiemos siquiera que quien copia, a poco talento que disfrute puede mejorar el original.  

No le faltaba razón