porque de vivir en China lo tendríamos mal,
pero que muy mal, para matricular un automóvil de nuestra propiedad. Aquí, en nuestro País, por algo
más de 100 euros, entre tasas y placas, y
una visita a las oficinas de la DGT tenemos matriculado nuestro vehículo.
Debido a la contaminación y a los molestos y
fastidiosos atascos, las autoridades de Pekín decidieron allá por enero del
2011 establecer un sistema restrictivo de matriculaciones. A partir de entonces, todo ciudadano de Pekín que tuviera poder adquisitivo para comprar un automóvil
y quisiera disfrutarlo debería entrar en un sistema de sorteo público para
obtener una matrícula.
Las matriculaciones son personales e
intransferibles. Esto evita la posibilidad de un mercado negro de los ganadores
del sorteo en el que puedan vender los derechos al mejor postor. Tampoco se
puede vender un coche ya matriculado a otra persona.
La probabilidad de conseguir una de esas
codiciadas matriculas era de 42 a 1 en el 2011. Al día de hoy la situación es
aún peor. En el mes de febrero del presente año, la probabilidad
de ganar una placa de matrícula era del 0,126%.
Pekín fue la primera ciudad de China en
restringir la circulación de automóviles por sus calles a base de limitar los
números de matrícula. Con el tiempo la han secundado otras ciudades y estas
decisiones se han convertido en un problema para millones de ciudadanos chinos
que no pueden disfrutar de un automóvil aún
teniendo capacidad económica para comprarlo.
A estas restricciones hay que
sumar otras: una placa de
matrícula cuesta 11.000 euros al año y solo es transferible entre marido y
mujer. ¿Será por todo esto que hay tantas bicicletas en Pekín?
Según nos cuentan, conseguir una matrícula y
poder conducir un automóvil en China, sobre todo en las grandes ciudades, es tarea
harto difícil. Pero los chinos o chinas han cavilado y han dado con la solución:
casarse con propietarios o propietarias
de matrícula.
Dicen que en el Wall Street Journal, periódico
estadounidense con un énfasis especial en noticias de negocio y economía, se pueden leer ofertas online para celebrar
“matrimonios falsos” con la única intención de acceder a una de las codiciadas
matriculas de Pekín.
Cuentan que un tal Sr. Liu, oriundo de Xinjiang
pero que vive en Pekín, ha publicado un anuncio para contraer matrimonio con
alguna propietaria de matricula que acepte su propuesta. Lo insólito es que el
Sr. Liu ya tiene mujer e hijos. Aunque lo tiene complicado, tiene la solución:
se divorciaría de su mujer actual y se casaría con la titular de la matricula.
Una vez casados y transferida la matricula se divorciaria de ella y volvería a
casarse con su primera esposa, la madre de sus hijos. ¡Todo
sea por conducir un automóvil en Pekín!
Llegar
al matrimonio por amor o por dinero ya
no se estila, al menos, para una parte de la población china. Ahora se llega por la matricula de un automóvil.
¡Madre del Amor Hermoso, como está el patio!
¡Madre del Amor Hermoso, como está el patio!