Martín Barcelona, un pionero de las autoescuelas.
En 1812, proclamada la Constitución, un decreto de 25 de mayo ordenó
el establecimiento de ayuntamientos en las poblaciones mayores de mil
habitantes, encontrándose entre ellas Alumbres que formó el suyo por orden de
15 de junio de 1813. Sesenta y siete años más tarde, en 1880, nace en esta
población, quién sería un pionero de las autoescuelas bilbaiinas, Martín
Barcelona Fernández.
Martín llegó a Bilbao a principios del siglo XX con sólo 22 años de
edad. Diez años después, en 1912, inicia lo que sería su actividad durante
muchos años: enseñar a conducir automóviles. En 1912 ya enseñaba con un
automóvil de la firma francesa Charron. En 1913, Martín adquiere dos automóviles
de esta marca cuyas matriculas fueron BI-189 y BI-237. Parece ser que, con
anterioridad, ya venía impartiendo sus enseñanzas en un “Charron”.
Curiosamente, un maravilloso automóvil de esta marca (Charron) de 30
CV y que costó 25.000 francos de la época es el protagonista del libro “ 628- E 8: un viaje en automóvil por la Europa de principios del siglo
XX” de Octave Mirbeau publicado en 1907.
El curioso titulo 628-E 8 no es ni un mensaje cifrado ni un juego de
letras y números, es sencillamente la matricula del Charron con el que el autor
recorre parte de Francia, Bélgica, los Países Bajos y Alemania.
Era tal la admiración que este escritor y periodista francés tenia por su
Charro 628-E 8 que le dedicó varias líneas del libro a ensalzar a su
fabricante:
¿A quién dedicarle el relato de este viaje sino a usted, mi querido Charron,
que combinó, construyó y animó con maravillosa vida el maravilloso automóvil
con el que, sin cansancio ni contratiempos, lo pude llevar a cabo? Le debo este
homenaje, pues le debo múltiples alegrías, nuevas impresiones, toda una serie
de preciosos conocimientos que los libros no pueden ofrecer; también le debo
meses, meses de total libertad, lejos de mis pequeños asuntos, de mis grandes
ocupaciones, y lejos de mí mismo, en medio de países nuevos o mal conocidos,
entre seres diversos cuya enorme y lenta fuerza comprendo mejor ahora por haberme
acercado más a ellos,(…).
Octave Mirbeau fue un gran entusiasta del automovilismo a pesar de que
él no conducía su propio vehículo. Tenía, como, se decía por aquellos años, su “chauffeur” particular. De Charles-Louis-Eugène
Brossette, que era como se llamaba su “chauffeur”, cuenta que siendo joven,
marchó a París con los pocos ahorros de los que disponía con intención de aprender
la nueva profesión en un garaje.(Las escuelas de “chauffeurs” de entonces
estaban asociadas a garajes). Este pueblerino va de fábrica en fábrica y de
garaje en garaje familiarizándose con todo tipo de automóviles y convirtiéndose,
finalmente en un buen “chauffeur”, capaz de dar lecciones a cualquier colega
parisino. Pero dejemos a Octave Mirbeau y a Brossette y volvamos a Martín Barcelona.
En 1916, el Ayuntamiento de Bilbao le pone una multa por utilizar una
motocicleta para la enseñanza sin llevar la correspondiente matrícula. Quizá
fue porque Don Martín entendía que el Reglamento de Circulación en vigor de
1907 sólo hablaba de colocar la correspondiente placa a los coches automóviles
y omitía las motocicletas. Había una duda razonable. Quizá por eso no llevaba
placa de matrícula. Fue en el año 1918, con la publicación del nuevo
Reglamento, cuando quedaría despejada aquella cuestión. En su artículo 15
decía: “Todo vehículo de motor mecánico, al circular por las vías públicas,
debe llevar las placas de matrícula con arreglo a (…)”. En el apartado a)
de este mismo artículo se hace alusión directa a las motocicletas.
En el año 1925, en un local de la Plaza de la República de Bilbao instala
un taller donde imparte a sus alumnos las clases de mecánica.
Saber mecánica en aquellos años era imprescindible para cualquier
chofer. La necesidad de realizar ciertas reparaciones sobre la marcha solía
aparecer con frecuencia en cualquier viaje. Un chofer “manitas” estaba bien
pagado y bien considerado.
En los años veinte este centro de formación de conductores
se llamaba “Escuela Automovilista Martín Barcelona e Hijo”.
Llegaron los años de la contienda civil española y, como a tantos otros, le requisaron los dos vehículos de trabajo. Los pudo recuperar finalizada la guerra. Por aquellos años D. Martín Barcelona se anunciaba como:
“Escuela Especial de Conductores de Automóviles y Camiones”. “Talleres
Mecánicos y Garaje”. “Alquiler de automóviles”.
Es evidente que Martín Barcelona era un entusiasta del automóvil, un
magnifico chofer y un excelente mecánico, condiciones, por aquellos años, más
que suficientes, para dedicarse a la enseñanza de la conducción con aquellos
enormes artefactos difíciles de manejar y complicados para usar en la enseñanza de conductores.
D. Martín durante su larga vida había vivido mil anécdotas
relacionadas con el automóvil y la enseñanza de la conducción.
Contaba que el único accidente que había tenido en su vida de más de
57 años dedicados a la enseñanza de conducir fue el atropello a un cojo. Le
rompió en dos una pierna, precisamente, la que era de madera. Don Martín que
era un “manitas” se la arregló uniendo las dos partes con un tubo de cobre. El
peatón atropellado, de tanto en tanto, se remangaba el pantalón y presumía de
pierna bonita.
En el mes de septiembre de 1965 fallecía, ya octogenario,
el fundador de la Autoescuela. Su hijo, Juan y su nieto, Martín han
formado a muchos conductores bilbainos. Su biznieto, Martín Barcelona, también
sabe lo que son los entresijos de una autoescuela, no en vano ayudó a su padre
Martín en la parte administrativa de la autoescuela, pero no ha continuado en
ella. Martin Barcelona, biznieto, se ha decantado por un oficio bello, el canto.
Ha querido pelearse con las corcheas y semicorcheas en lugar de hacerlo con el
doble mando. Ha finalizado
sus estudios profesionales de música, canto y de piano en el Conservatorio Juan
Crisóstomo de Arriaga de Bilbao con excelentes calificaciones. Ha realizado numerosos
conciertos como solista por toda la geografía Española. Además es Técnico Superior de Administración y Finanzas.
La centenaria autoescuela, con la jubilación de Martín, la tercera
generación, ha cerrado sus puertas después de un siglo de larga actividad.
Sirvan estas líneas como homenaje a una magnifica saga
de
profesores y servidores de la Autoescuela Barcelona de Bilbao.