¿Fue Dorothy Levitt la
primera profesora de Formación Vial?
Esta mujer,
vanguardista y pionera en el cerrado
mundo del automovilismo de la primera década del siglo pasado, no contenta con
manejar correctamente cualquier automóvil de su época, quiso enseñar a otras
mujeres cómo hacerlo. Y no sólo les enseñó a conducir sino, también, a
solucionar posibles incidencias y pequeñas averías en sus propios automóviles.
Dorothy Elizabeth Levitt nació en 1882 en Hackney, al norte de Londres.
Siendo aún muy joven se cruzó en su vida Selwyn Edge y pronto se convirtió en
su mentor. Éste británico de origen australiano estaba muy relacionado con
ventas y carreras de automóviles como De
Dión-Bouton, Clément, Panhar y sobre todo con Napier.
El respaldo que este hombre dio a
Levitt fue notable y muy importante para su carrera deportiva. Cuando
supo de su carácter y su capacidad para
manejar automóviles, la motivó para que
se iniciase en el automovilismo. Hizo lo posible para enviarla a Paris a recibir la correspondiente
capacitación automovilística. Al poco tiempo de entrar en contacto con aquel
mundo, Levitt ya conocía a la perfección
el mecanismo de un automóvil. Pronto empezó a buscarse un lugar en la
competición automovilística. Y a fe que se lo ganó merecidamente como destacada
sportsman.
Estuvo contratada como secretaria de Napier &
Son, empresa pionera y de gran éxito en la industria automovilística
británica gracias a la excelente labor de su maestro Selwyn Edge que a sus cualidades y pericia como piloto sumaba un
gran talento publicitario.
Dorothy Elizabeth Levitt era una mujer bonita, elegante y avanzada a su
época. Vivía como una soltera independiente y privilegiada en un piso al oeste
de Londres con criada, ama de llaves y
un pomerania que respondía al nombre de
“Dodo”. Su estilo de vida era atípico en aquella sociedad eduardiana.
Se
cuenta que un distinguido automovilista que
varias veces había expuesto su
vida en aquellas carreras infernales, declina, en 1906, con la risa en los
labios, el honor de ir en un automóvil
guiado por una señora y dice: Es
demasiado peligroso. Así de machistas eran aquellos pilotos, amantes del
peligro y la velocidad. Dorothy
Levitt que no pensaba lo mismo, manifestaba en ese mismo año:
Nunca
pienso en el peligro. Eso no es para mí, aunque reconozco que es omnipresente.
El más ligero toque con la mano puede hacer que el auto gire y los virajes son
generalmente fatales. Pero soy una buena apostadora y siempre estoy dispuesta a
tomar riesgos.
Esta audaz británica cosechó un excelente
palmarés pilotando automóviles. Ya en 1903 fue la primera mujer que ganó en una
competición automovilística. E 1904 forma parte de
un equipo oficial para la prueba de las mil millas de
Hereford (Hereford 1000 Mile Trial) en Inglaterra. En 1905 consigue el
record mundial de distancia recorrida por una mujer después de realizar un
viaje de dos días Londres-Liverpool-Londres conduciendo un De Dion-Bouton. Cuentan
que lo hizo sin la ayuda de un mecánico pero acompañada por un observado
oficial y de su entrañable perro Dodo. En este mismo año establece el récord mundial femenino de velocidad al volante de un Napier, superando su
propia marca un año después tras alcanzar los 146,26 km/h.
Dorothy Levitt
escribió durante bastante tiempo en el Daily Graphic una columna sobre temas
del automóvil. Enseñó a conducir a la Reina Alejandra y a las
princesas Luisa, Victoria y Maud, así como a duquesas, condesas y a ciudadanas sin título
alguno de nobleza, aunque todas con
buena situación económica. Impartió muchas
conferencias para animar a las mujeres a
ponerse al volante de un automóvil. Su atuendo para conducir era bastante peculiar: bata que le llegaba
hasta los tobillos, sombrero y velo.
Tomando como base sus artículos periodístico
publicó, en 1907 (otras fuentes lo ubican en 1909), un libro con el título de “THE WOMAN AND
THE CAR”(La mujer y el automóvil). Iba dirigido a las mujeres que querían entrar, en igualdad de
condiciones y como parte activa, en el mundo del automóvil. Era, como ella
decía, un manual amigable para todas las mujeres que compiten en
automovilismo o desean hacerlo. En este
manual, por ejemplo, se enumeran todos
los costes que pueden devengarse desde el momento de la compra de un automóvil.
También ofrece una lista de interesantes consejos, en especial, para las
mujeres que quieren conducir un coche.
Recomienda
usar un espejo de mano para mirar los vehículos que se aproximan por detrás. No es, decía, estrictamente para
uso personal, pero de vez en cuando se ha de utilizar para ver lo que está en la parte trasera sin
perder de vista el camino a seguir. Más tarde, en 1914, se
incorpora al automóvil un espejo retrovisor, surgido de la idea de Levitt.
Ofrece
también una útil lista de elementos que se deben
llevar en el pequeño cajón que hay bajo el asiento del conductor. Era el equivalente
a la guantera de los automóviles modernos. Nuestra profesora venía a decir:
"Este pequeño cajón es el secreto de la
automovilista delicada. Lo que se pone en él depende de sus gustos, pero
los siguientes artículos son lo que yo
le aconsejo: jabón, velo limpio, soplo de polvo (a menos que no lo uses),
horquillas y pasadores ordinarios y algunas chocolatinas que son muy calmante a
veces ".
A las mujeres que conduzcan
solas por carreteras y caminos, les decía que podría ser aconsejable llevar
también un pequeño revolver para protección en caso necesario. También
recomendó viajar en compañía de un perro.
Por otra parte, ofrece
consejos sobre el buen uso y cuidado de los diferentes órganos mecánicos del
automóvil y las reparaciones de rutina. Por último, describe la mejor manera de
conducir y explica las reglas de la carretera. Un excelente manual, digno de
una mujer con vocación de profesora y
amante del automovilismo que quiso enseñar a conducir a otras mujeres allá por
los albores del siglo XX.
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