lunes, 6 de octubre de 2014

LA MUJER Y EL AUTOMÓVIL (III)


¿Fue Dorothy Levitt la primera profesora de Formación Vial?

 Esta mujer, vanguardista y pionera en el cerrado mundo del automovilismo de la primera década del siglo pasado, no contenta con manejar correctamente cualquier automóvil de su época, quiso enseñar a otras mujeres cómo hacerlo. Y no sólo les enseñó a conducir sino, también, a solucionar posibles incidencias y pequeñas averías en sus propios automóviles.
Dorothy Elizabeth Levitt nació en 1882 en Hackney, al norte de Londres. Siendo aún muy joven se cruzó en su vida Selwyn Edge y pronto se convirtió en su mentor. Éste británico de origen australiano estaba muy relacionado con ventas y  carreras de automóviles como De Dión-Bouton, Clément, Panhar y sobre todo con Napier.
El respaldo que este hombre dio a  Levitt fue notable y muy importante para su carrera deportiva. Cuando supo de su carácter y su  capacidad para manejar automóviles, la motivó  para que se iniciase en el automovilismo. Hizo lo posible para enviarla a  Paris a recibir la correspondiente capacitación automovilística. Al poco tiempo de entrar en contacto con aquel mundo, Levitt ya conocía a la perfección el mecanismo de un automóvil. Pronto empezó a buscarse un lugar en la competición automovilística. Y a fe que se lo ganó merecidamente como destacada sportsman.
Estuvo contratada como secretaria de Napier & Son, empresa pionera y de gran éxito en la industria automovilística británica gracias a la excelente labor de su maestro Selwyn Edge que a sus  cualidades y pericia como piloto sumaba un gran talento publicitario.
Dorothy Elizabeth Levitt era una mujer bonita, elegante y avanzada a su época. Vivía como una soltera independiente y privilegiada en un piso al oeste de Londres con criada, ama de llaves  y un pomerania  que respondía al nombre de “Dodo”. Su estilo de vida era atípico en aquella sociedad eduardiana.
Se cuenta que un distinguido automovilista que  varias veces había  expuesto su vida en aquellas carreras infernales, declina, en 1906, con la risa en los labios,  el honor de ir en un automóvil guiado por una señora y dice: Es demasiado peligroso. Así de machistas eran aquellos pilotos, amantes del peligro y la velocidad. Dorothy Levitt que no pensaba lo mismo, manifestaba en ese mismo año:

 Nunca pienso en el peligro. Eso no es para mí, aunque reconozco que es omnipresente. El más ligero toque con la mano puede hacer que el auto gire y los virajes son generalmente fatales. Pero soy una buena apostadora y siempre estoy dispuesta a tomar riesgos.

Esta audaz británica cosechó un excelente palmarés pilotando automóviles. Ya en 1903 fue la primera mujer que ganó en una competición automovilística. E 1904 forma parte de un equipo oficial para la prueba de las mil millas de Hereford (Hereford 1000 Mile Trial) en Inglaterra. En 1905 consigue el record mundial de distancia recorrida por una mujer después de realizar un viaje de dos días Londres-Liverpool-Londres conduciendo un De Dion-Bouton. Cuentan que lo hizo sin la ayuda de un mecánico pero acompañada por un observado oficial y de su entrañable perro Dodo. En este mismo año establece el récord mundial femenino de velocidad al volante de un Napier, superando su propia marca un año después tras alcanzar los 146,26 km/h.





Dorothy  Levitt escribió durante bastante tiempo en el Daily Graphic una columna sobre temas del automóvil. Enseñó a conducir a la Reina Alejandra y a las princesas Luisa, Victoria y Maud,  así como a duquesas, condesas y a ciudadanas sin título alguno  de nobleza, aunque todas con buena situación económica. Impartió muchas conferencias para animar a las mujeres a  ponerse al volante de un automóvil. Su atuendo  para conducir  era bastante peculiar: bata que le llegaba hasta los tobillos, sombrero y velo.




Tomando como base sus artículos periodístico publicó, en 1907 (otras fuentes lo ubican en 1909), un libro  con el título de “THE WOMAN AND THE CAR”(La mujer y el automóvil). Iba dirigido a las  mujeres que querían entrar, en igualdad de condiciones y como parte activa, en el mundo del automóvil. Era, como ella decía, un manual amigable para todas las mujeres que compiten en automovilismo o desean hacerlo. En este manual, por ejemplo,  se enumeran todos los costes que pueden devengarse desde el momento de la compra de un automóvil. También ofrece una lista de interesantes consejos, en especial, para las mujeres que quieren conducir un coche.




Recomienda usar un espejo de mano para mirar los vehículos que se aproximan por detrás. No es, decía, estrictamente para uso personal, pero de vez en cuando se ha de utilizar para  ver lo que está en la parte trasera sin perder de vista el camino a seguir. Más tarde, en 1914, se incorpora al automóvil un espejo retrovisor, surgido de la idea de  Levitt.
Ofrece también  una útil lista de elementos que se deben llevar en el pequeño cajón que hay bajo el asiento del conductor. Era el equivalente a la guantera de los automóviles modernos. Nuestra profesora venía a decir:
"Este pequeño cajón es el secreto de la automovilista delicada. Lo que se pone en él depende de sus gustos, pero los siguientes artículos son  lo que yo le aconsejo: jabón, velo limpio, soplo de polvo (a menos que no lo uses), horquillas y pasadores ordinarios y algunas chocolatinas que son muy calmante a veces ".



A las mujeres que conduzcan solas por carreteras y caminos, les decía que podría ser aconsejable llevar también un pequeño revolver para protección en caso necesario. También recomendó  viajar en compañía de un perro.
Por otra parte, ofrece consejos sobre el buen uso y cuidado de los diferentes órganos mecánicos del automóvil y las reparaciones de rutina. Por último, describe la mejor manera de conducir y explica las reglas de la carretera. Un excelente manual, digno de una mujer con vocación de profesora  y amante del automovilismo que quiso enseñar a conducir a otras mujeres allá por los albores del siglo XX.






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