Aquel o aquella que haya pasado por una autoescuela ha podido
escuchar de su profesor o profesora de teórica que los vehículos pueden
clasificarse en atención a criterios de construcción, a criterios de
utilización y, por supuesto, a que estén o no dotados de motor.
Algo parecido se podría decir de aquellos
vehículos romanos, aunque en aquel tiempo en lugar de estar movidos por caballos mecánicos lo estuvieran por
caballos de sangre.
Por las calles y calzadas de la Roma Antigua circulaban diferentes vehículos. La riqueza de la terminología usada da testimonio de la variedad de vehículos que había en cuanto a su forma, tiro, solidez,
elegancia y velocidad.
Como sucede con otras
terminologías técnicas en las fuentes literarias antiguas las denominaciones
latinas sobre vehículos son vagas y, a veces, hasta contradictorias si se tiene
en cuenta los cambios producidos a lo largo de los
siglos, aunque los vehículos no llegaran a evolucionar demasiado.
Diferentes modelos de vehículos en la Roma Imperial
Los vehículos que utilizaban los romanos se podían
catalogar en tres grupos. Los había que se destinaban al sport y las ceremonias;
otros al transporte de mercancías; y un
tercer grupo, más variado, al transporte de viajeros. Dentro de este último
grupo los hubo de dos y de cuatro ruedas.
El “currus”
era un vehículo de dos ruedas que se usaba en el circo para las carreras. Era cerrado por delante y abierto por detrás.
Más alta la parte delantera que la trasera. Iba tirado, al menos, por dos caballos. Su
conductor los guiaba de pie en el vehículo. Existía otro modelo, más grande, con asientos
pintados y adornado todo él; éste se utilizaba en las procesiones,
representaciones y otro tipo de festejos públicos.
En cuanto a los vehículos destinados
especialmente para el transporte de
mercancías tenían: el “plaustrum”, el “serracum” y el “carrus”.
El “plaustrum”
era un vehículo de dos ruedas sólido y
compacto. Era utilizado, principalmente, en el ámbito rural. Sus ruedas eran
básicamente de madera maciza. Su tracción la ejercían dos robustos y potentes bueyes;
en ocasiones también era movido por mulos o por asnos. Su estructura
era parecida a la de algunos carros empleados en algunas regiones de España hasta la década de
los años sesenta. La “benna”, era un “plaustrum” utilizado para transportar
determinados productos agrícolas como el heno.
En el
transporte de mercancías también se utilizaba un carro más grande con cuatro ruedas denominado “plaustrum maius”.
Otro de los vehículos utilizados para este transporte era el
“serracucum", con ruedas más bajas y más sólidas para el transporte de las
cargas pesadas. Para el transporte militar se utilizaba el “carrus”, de origen céltico.
Entre los vehículos que utilizaban los romanos para viajar
estaban los de dos ruedas, como el “cisium”, el “essedum” y el “carpentum”. Entre los
de cuatro ruedas estaban: la “raeda”,
el “petorritum”, el “piletum” y la “carruca”.
El “cisium” era como un utilitario de los de ahora. Los “cisarii” eran sus conductores y hacían
de taxistas. También podían alquilarse sin conductor. Tenían su parada a las
puertas de Roma. Era un vehículo ligero
y veloz, si se le uncían dos buenos caballos; tenía capacidad para dos personas. Cicerón cuenta
que Marco Antonio recorrió 56
millas romanas (unos 82,88 kilómetros ) en una noche con uno de estos vehículos.
El “essedum” era el monoplaza de los romanos.
Su construcción se inspiró en el carro de guerra de los galos. Fue un vehículo
bastante corriente, pero si su dueño tenía
posibles lo adornaba o lo mandaba construir hasta con materiales preciosos.
El “carpentum” era un
vehículo elegante y cómodo. Estaba cubierto y era usado, especialmente, por las
matronas romanas dentro de la ciudad. En los caminos, su uso por las mujeres
era casi nulo, sin embargo el poeta Propercio nos cuenta que su amada Cintia
llegó a viajar desde Roma hasta Lanuvíum, situada a unos 30 km al sureste de Roma, en un
carpentum protegido su interior con cortinas de seda.
En este vehículo
podían viajar dos, tres o más personas además del conductor y era arrastrado
por un tándem de mulas y ocasionalmente por caballos o bueyes.
Entre los
vehículos de viajeros de cuatro ruedas estaban: el “petorritum”, el “pilentum”
y la “carruca”
La “raeda” era un carro de
cuatro ruedas con capacidad para varias personas con sus equipajes. Era como el ómnibus
romano. Se utilizaba en viajes largos que para no dañar las calzadas se estableció una
limitación de carga. En ocasiones se utilizaba para desplazar a todos
los miembros de una misma familia. Podía llevar
capota para cubrirlo en función del tiempo. Era el más utilizado para el
transporte de viajeros. Se podía alquilar con
conductor al que llamaban “raedarius”. Era tirado por bueyes o mulas, raramente por
caballos. .
La “carruca” se podía considerar como un verdadero
vehículo de lujo por la comodidad que ofrecía a sus pasajeros y la finura de sus ornamentos. Sólo estaba al alcance de unos pocos
romanos y llegó a ser casi privativo de la clase noble de Roma. Era un carro descubierto y bastante elevado, que hacía más visible a las personas que lo ocupaban.
Solía ir arrastrado por dos caballos. Tenía un centro de
gravedad alto por lo que era proclive al vuelco. Carecía de suspensión y su eje
delantero era giratorio, innovación que
facilitaba la marcha sobre todo en las curvas del camino.
La “arcera” era como la ambulancia de los romanos. Tenía cuatro
ruedas. Disponía de suspensión, una
verdadera innovación tecnológica de aquellos tiempos que consistía en suspender
la caja mediante correas de cuero. Este vehículo era utilizado para trasladar a sus enfermos, heridos y
ancianos. Una verdadera innovación para aquellos tiempos.
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