sábado, 18 de enero de 2014

BOSQUEJO HISTÓRICO DE LA RUEDA

18 de Enero de 2014

Anterior a la autoescuela fue el automóvil; anterior a éste, el carro, el coche de caballos y la bicicleta; y anterior a todos ellos, la rueda.

La invención de la rueda ha tenido un valor esencial y ha sido condición necesaria en el progreso humano. El conocimiento de la misma se pierde en lo remoto del tiempo. Parece ser que los sumerios tuvieron una importante aportación a esta máquina simple.

 Este invento mecánico ha sido, posiblemente, el más importante de todos los tiempos. Se ha utilizado casi desde el inicio de la civilización. Ha sido el pilar para la Revolución Industrial. Entre otras cosas, ha servido para hacer más cómoda la vida del ser humano. Ha supuesto el elemento básico de muchas máquinas construidas por el hombre. Su facultad para modificar y transmitir el movimiento  hace de ella uno de los elementos más importantes en numerosas  máquinas. Cuesta trabajo  encontrar un mecanismo en el que, con mayor o menor incidencia, no intervenga  la rueda. Es un elemento mecánico fundamental en los vehículos. Tiene por objeto   disminuir la resistencia al avance en los casos en que el deslizamiento exige un esfuerzo considerable. También se utiliza para transmitir movimiento de rotación.
Unas veces fueron macizas y otras compuestas de una circunferencia con radios que se dirigen a un cubo. Las hay que giran sobre la circunferencia y, llevando consigo el eje sobre el que giran, se mueven en dirección paralela al plano que recorren. Así ocurre con las ruedas de los vehículos. Otras, sin embargo,  giran sin cambiar de sitio, y alrededor de un eje, como en las poleas y en un gran número de maquinaria. En las de esta última clase, la circunferencia, generalmente, está provista de dientes por medio de los cuales reciben y transmiten el movimiento.
La ventaja mecánica de la rueda reside en que la fuerza aplicada sobre su borde exterior queda multiplicada por la distancia en que se actúa, es decir, por el radio. Esto se evidencia en el volante de la dirección de un automóvil. Cualquier intento de dirigir el automóvil con la columna de dirección resultaría, indudablemente, muy difícil. Sin embargo una ligera fuerza es capaz de dirigirlo si a la columna se acopla un volante. Los propios tiradores de las puertas son otra aplicación práctica del principio de la rueda y el eje.

 La mayoría de expertos coinciden en ubicar su invento en aquella zona del mundo situada entre el río Tigris y el Éufrates, llamada Mesopotamia. Unos afirman que la máquina de movimiento circular más antigua conocida es la de  un torno de alfarería mesopotánica, que tiene 5.000 años; otros defienden que el conocimiento de la rueda, como sistema de transporte, debió ser anterior; posiblemente a comienzos del Neolítico. Éstos últimos avalan su tesis con la existencia de una pictografía sumeria de la misma antigüedad y que representa una especie de rastra provista de ruedas.

La invención de la rueda como sistema de transporte derivó con seguridad del empleo de troncos como rodillo para arrastrar grandes pesos. Según Reuleaux (1829-1905), el origen de todas las ruedas hay que buscarlo en las del carruaje, derivadas del rodillo de arrastre  por rodadura; máquina transcendental que ya en épocas antiguas permitió el desplazamiento de grandes masas pétreas y cuyo probable y natural antecesor fue un simple pedazo de rodillo de leño redondo.
Las primeras ruedas eran discos de madera formados por tres tablones unidos mediante tirantes transversales. Luego, hacia el 2.000 a.C., aparecen las ruedas con radios. Innovaciones posteriores fueron las piezas metálicas de refuerzo como llantas, cubos, bujes, etc.

En un principio sirvieron para hacer rodar los carros, las carretas y  los coches tirados por animales para transportar mercancías y personas. Con la rueda se logró un aprovechamiento más eficaz y eficiente de la fuerza animal aplicada a las tareas del campo. A finales del siglo XIX se utilizaron  en la bicicleta y casi al mismo tiempo en los primeros automóviles. A la rueda le han aplicado  numerosas innovaciones  a través de los tiempos hasta alcanzar la perfección de las que se fabrican en el siglo XXI.
  
No solo se utilizó la rueda para aprovechar la energía animal en el arrastre de vehículos, sino que también se empleaba para aprovechar la energía de la naturaleza. Aparece la rueda hidráulica para conseguir, mediante el aprovechamiento de la energía  extraída de una corriente de agua, mover toda una compleja maquinaria para moler cereales y obtener harina.  Griegos  y romanos  aplicaron con éxito la rueda hidráulica; un ejemplo fue  la construcción por parte de los romanos, dos siglos antes de la era cristiana, de un complejo industrial en el sur de Francia. Combinaron 16 ruedas entre sí, que hacían trabajar a 32 molinos produciendo cada uno de éstos una tonelada de harina. La potencia necesaria para el ingenio se transmitía mediante un sistema de transmisiones realizadas mediante ruedas, engranajes, poleas de madera y correas de cuero.
  
El transporte mejoró muchísimo con la rueda. La agricultura ya había progresado con ella y más tarde llegó la mejora a los carruajes. Los caminos mejoraron para facilitar el traslado de las cosechas y la distribución de las mercaderías hacia las grandes ciudades. Los desplazamientos de las personas fueron más cómodos. Las comarcas se volvieron más ricas y sus ciudades más poderosas. Se llegaba más rápido a los puertos y con mayor cantidad de mercancías. Los horizontes se ampliaron.

Se puede decir  que la rueda fue lentamente evolucionando desde que eran dos trozos de madera semicirculares unidos por dos travesaños. Después se le acoplaron radios y se construyó mucho más delgada para que fuera más ligera. Para darle mayor resistencia fue envuelta, primero, con un cobertor de cuero, después con un aro de bronce y más tarde de hierro.


Las primitivas ruedas empezaron pronto  a utilizar la llanta. La rueda de los carruajes no sufrió grandes modificaciones hasta el siglo XIX, cuando se generalizó el uso de metales en la elaboración de maquinarias. En la década de 1880 se inventaron los neumáticos para ruedas y en el siglo XX se construyen las llantas con las más variadas aleaciones. Las primeras llantas eran aquellos aros de hierro o de acero, más o menos anchos y gruesos, que se ajustaban exteriormente a las ruedas de los carros. Con la llegada del automóvil, se introdujeron grandes innovaciones en las ruedas y se inició la fabricación de llantas con materiales diversos. No se exige lo mismo a la llanta cuando se trata de un utilitario, de un todo terreno, de un coche de competición, de un camión o de un tractor agrícola.  Cada uso exige una resistencia y características que hacen recomendable la utilización de un material y un proceso de fabricación específico. Unas se fabrican con una aleación de acero, las conocidas como “llantas de chapa”; otras de aluminio que cada día son más frecuentes, sobretodo en los deportivos. Las de magnesio se fabrican para los  automóviles de competición. La evolución de la rueda ha ido pareja  con la del automóvil.





El viento, el agua y la fuerza animal,  las tres principales fuentes de energía que movieron el mundo en la antigüedad, pudieron aprovecharse, en siglos pasados, gracias a la rueda.

En un número de 1988 de la revista, “Muy Interesante” sobre la historia de la rueda se escribía:
Enganchada a carromatos y  carretas dedicadas al transporte de viajeros y mercancías la rueda ha permanecido girando hasta nuestros días. No hay medio de locomoción por tierra, mar o aire que no las emplee hoy o las haya utilizado en algún momento de su existencia. ¿Habrían existido la carroza o el triciclo, la motocicleta o la diligencia, el automóvil, o el coche de carreras sin sus fieles ruedas? ¡imposible!

Y nosotros añadiríamos: ¿habrían existido las autoescuelas? ¡Imposible!  


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