lunes, 24 de julio de 2017

ENSOÑACIONES

Anoche soñé que la paz había vuelto al mundo mundial. Soñé que la pobreza había desparecido. Soñé  que nos   habían subido la pensión a los jubilados,  con arreglo al IPC. Soñé que las teníamos garantizadas. Soñé que me había tocado la primitiva y… soñando imposibles, soñé hasta que el colectivo examinador, en un gesto de buena voluntad,  había aplazado la huelga y que volvía a examinar para no causar más problemas a la maltrecha economía de las autoescuelas y para no cabrear más a los ciudadanos.


No es que dieran el conflicto por terminado, sino por aplazado, por interrumpido, y que después de examinar durante el mes de septiembre, cuando ya hubieran paliado, aunque fuera un poquito, la catastrófica situación de las autoescuelas, volverían a la carga. Sería un bonito gesto de solidaridad con los damnificados de ahora.


Para cuando volvieran a la carga, seguro que tendrían el apoyo y la solidaridad de directores y profesores  de autoescuela o de formación vial, si quieren y, supongo que también, de jóvenes aspirantes a conductores y de gran parte de la sociedad. Apoyos necesarios para que de una vez por todas este Organismo (DGT), o a quien corresponda, les trate a ellos, a las autoescuelas y a los ciudadanos que desean tener un permiso de conducir con el respeto que merecen.

Cuando se trata de soñar  un futuro ideal, o cuanto menos mejor que el actual, es difícil no caer en la indulgente y bondadosa utopía.

Cuando desperté, volví a contemplar  la triste realidad. En fin, los sueños, sueños son. Ya lo dijo, hace cerca de cuatrocientos años,  el Segismundo de Calderón de la Barca. 

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